Colón y su región de los palmares atravesados por la historia de los primeros inmigrantes
En la Provincia de Entre Ríos, en el ejido de Colón,
atravesando un viejo camino, rumbo de la ciudad de San José se hallan los
vestigios que recuerdan a uno de los primeros asentamientos agrícolas de
colonos europeos que llegaron a mediados del siglo XIX a nuestro país. Suizos,
franceses e italianos arribaron en una campaña promovida por el entonces
presidente de la Confederación Argentina, Justo José de Urquiza, y nutrieron de
matices inimaginables a una región, que hoy se erige como atractivo turístico
ineludible.
Actualmente, Colón forma parte de la micro región turística
“Tierra de Palmares”, empero, siglo y medio atrás, fue precisamente este
asentamiento el que hizo punta en la colonización de estas tierras. San José se
fundó primero, en 1857, para brindarle un carácter institucional a la colonia,
y Colón en 1863, para brindarle a la región el necesario puerto que
comercializara esos primeros productos agrícolas que se empezaban a
desarrollar.
La Colonia que amaneció en una tierra impensada
Por encargo de Urquiza, en 1857, el agrimensor Carlos
Sourigues delimitó hectáreas de campo cercanas al Río Uruguay para que colonos
pudieran establecerse. Provenientes del cantón Valais de Suiza, el Piamonte
italiano y la región de Saboya en Francia, estos colonos habían arribado a la
zona el 1 de julio, desembarcando inicialmente en las inundables Islas del
Ibicuy, al sur de Entre Ríos. El gobernador de Corrientes había acordado con
Urquiza, recibir a los colonos, más luego desistió de la idea. Es entonces que
el presidente solicita a Sourigues encontrar tierras alternativas y encarga al
intelectual francés Alejo Peyret, administrar la flamante colonia agrícola.
Peyret quedó a cargo de la Casa de Administración, primera
intendencia organizada de Entre Ríos, primer registro civil del país, base
institucional de la colonia San José y actualmente un testimonio vivo de los
primeros migrantes. Arribaron 530 colonos, a quienes Urquiza garantizó parcelas
a perpetuidad de 27 hectáreas con animales, semillas para sembrar y dos palmas,
una que se plantaba al iniciar el contrato y la otra al terminar de pagarlo.
Los inmigrantes hablaban francés, alemán e italiano; algunos
eran católicos, otros protestantes. Antiguos documentos dan cuenta de la
creación de rectas normas en pos de una convivencia democrática. La prohibición
de venta de bebidas alcohólicas y la contribución de trabajo personal en obras
públicas, fueron algunas de las pautas acordadas.
Los colonos sembraron trigo, maíz, algodón, tabaco y maní,
plantaron frutales, elaboraron aceite, harina y miel, produjeron vinos y
también se perfeccionaron en la avicultura. Incorporaron modernas máquinas de
segar y trillar, y aportaron a una diversidad cultural que aún perdura y que
puede percibirse en la Granja La Administración, el Museo Histórico Regional
San José, el Museo Histórico Regional de Colón y el Molino Forclaz.
La casa de Peyret, el administrador
Sobre la calle Primeros Colonos, en el ejido de Colón y
distante a unos tres kilómetros del centro de San José, se encuentra la vieja
Casa de Administración, con un predio de 60 hectáreas que es también una granja
ecológica con una laguna en la que viven, en su hábitat natural, peces, patos, carpinchos,
caballos, ciervos y diversas especies de aves. También cuenta con una quesería
artesanal y una pulpería antigua, en la que pueden adquirir chorizos de campo,
mermeladas, escabeches y vinos pateros. Se organizan cabalgatas y es común que
grupos de amigos y familias cada semana lleguen para reunirse en su quincho.
Todos los días del año, la Casa de Administración cuenta con
visitas guiadas, que dan cuenta de la singular historia de esta inaugural
colonia de migrantes. Entre los elementos más curiosos que posee este museo,
están los escudos representativos de las primeras familias, que a mediados del
siglo XIX oficiaban de documentos de identidad para los colonos.
Actualmente, se está trabajando para volverlo más
interactivo, con menos elementos expuestos, pero con la incorporación de nuevas
tecnologías que permitan acercarse a los materiales de manera innovadora y
adaptada a las tendencias más actuales.
La Casa de Administración cuenta con un depósito,
celosamente resguardado con medidas de seguridad y conservación para albergar
infinidad de objetos personales y bienes domésticos que las mismas familias de
la zona ofrecen en donación y que son expuestos en muestras especialmente
diseñadas.
Arquitectónicamente, la Casa de Administración está hecha
toda de piedra y con un estilo difícil de clasificar: tiene cuatro columnas que
dan a la entrada principal, con un estilo similar a las cúpulas mediterráneas.
Un dato curioso de la construcción es su techo de dos aguas que, según se
cuenta, fue erigido de esta manera por los primeros pobladores, pensando en el
deslizamiento de la nieve, ignorando lo casi imposible que implica siquiera
imaginar una nevada en Entre Ríos.
Forclaz, el Molino sin viento
A 200 metros del antiguo camino de ripio que, colmado de
tipas que esgrimían una especie de galería, conectaba San José con Colón, y a
medio kilómetro de la Casa de Administración; se encuentra el Molino Forclaz,
insoslayable atractivo turístico que representa a los primeros colonos.
Construido con piedra mora y ladrillos entre 1888 y 1890 por
Juan Bautista Forclaz, es Monumento Histórico Nacional desde el año 1985 y
Patrimonio Arquitectónico e Histórico de la Provincia de Entre Ríos desde el
2003. Como Museo, consta de unas cinco hectáreas que fueron adquiridas a los
herederos en 1979.
Curiosamente, el molino de estilo holandés fue destinado a
moler granos de trigo y maíz, pero su funcionamiento requería vientos potentes
que nunca encontró en esta llanura entrerriana. Es por ello que su dueño debió
utilizarlo con el antiguo sistema de molienda a malacate.
El molino con una antigua vivienda contigua, galpones para
depósito de herramientas de trabajo y el aljibe dan cuenta, en conjunto, de la
manera en que funcionaban las chacras de inmigrantes en la antigua Colonia San
José.
Museos de primeros pobladores
Colón y San José cuentan con respectivos museos históricos
regionales, que dan cuenta del origen de estas comunidades y de los contextos
en los que se desarrollaron. El de San José, sobre la calle Urquiza, se empezó
a pensar en 1957, para el centenario de la Colonia. Provisoriamente se inauguró
con objetos reunidos por la “Unión Padres de Familia” del Colegio Niño Jesús y
algunos otros elementos aportados por vecinos.
Un impulso central para el desarrollo de este museo fue el
premio recibido en el concurso “Innovación en Museos” de 1997, organizado por
la Fundación YPF. Éste le permitió concretar intercambios con un museo de
migrantes de Estados Unidos y el apoyo de la Smithsonian Institution y la
Fundación Antorchas para renovar estructuralmente el edificio del museo,
mejorar la conservación técnica y abrir paso a una nueva diagramación.
En 1999 inauguró su aclamada muestra “Nuestros abuelos, los
pioneros – Colonos europeos en la costa del río Uruguay” y actualmente pretende
informatizar el acervo museológico de un modo más dinámico.
Por su parte, el Museo Histórico Regional de Colón, en su
edificio de la calle 12 de abril, contiene restos fósiles encontrados en la
zona; rastros arqueológicos de los pueblos originarios que poblaron la región;
registros de la fundación de la ciudad, como puerto favorecedor del comercio de
los incipientes productos regionales; herramientas, muebles y piezas de arte de
los siglos XIX y XX; reconocimientos a personalidades de la historia de la
ciudad, deportistas, artistas; y una sala dedicada a la tarea realizada por el
ex gobernador entrerriano Herminio Quirós.
Con la creación de la Colonia San José y el puerto de Colón,
un puñado de apellidos foráneos echó raíces en este suelo nuevo que hoy habita
como propio. Bonvin, Follonier, Micheloud, Quinodoz, Pralong, Girard, Bonfils,
Evequoz, Gaillard, Blanchet ya no suenan extraños por estos lares y la cultura
nacional tiene nuevos colores a partir de su llegada, siglo y medio atrás.
A 15 minutos de Colón, este pedazo de historia argentina se
abre al turismo con una rica y diversa oferta para toda la familia, que bien
puede ser acompañada por guías especializados para complementar la visita con
la información histórica correcta.
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