Nota de opinión: “Mansplaining para las pobres”, por Juan Manuel Gómez
Leemos en diario El
Entre Ríos que Eduardo Asueta -según él mismo, y a pesar de sus reiteradas
opiniones que lo ubican en otras tradiciones, peronista- opina que “el principal
multiplicador de la pobreza es el embarazo”. Dicho esto en el marco de un “taller
social de prevención del embarazo no deseado” que brindó en el barrio
Llamarada.
Luego de dar una
cachetada mental, uno intenta desmenuzar lo leído y traer a la mesa las referencias
de este tipo de discurso. Inmediatamente aparece, directo desde 1920, don
Carlos Octavio Bunge. Bunge fue un exponente del pensamiento darwinista social
en estas tierras a principios del siglo XX, cuando supo formular que había
estirpes humanas condenadas genéticamente al fracaso y a la ausencia de
progreso en su futuro, siendo sólo salvables -quizás, con esperanza- mediante
el entrecruzamiento étnico. Los negros y los pobres, por ejemplo, eran
partícipes de esta condena genético-social.
Volviendo a las palabras
de Asueta en su taller, nos sorprendemos porque genuinamente hubiésemos pensado
que el principal multiplicador de la pobreza era la ausencia del Estado
igualador, las políticas de ajuste que empujan cada día a más familias a la
marginalidad o -más generalmente- el egoísmo que ciertos sectores sociales transforman en
regla para cerrar oportunidades a nuestros pibes y pibas.
Pero no, según el
hombre que encabeza Cedesco, el problema
es que las pobres siguen pariendo pobres. Como si esos futuros niños -ya que recordemos
que estamos hablando de embarazos- fuesen a nacer con un destino escrito por
sus madres: la pobreza.
El “progreso” del
pensamiento sobre lo social abandonó -o a uno le gusta pensar que ha sido así-
el vicio biologicista hace mucho. Y día a día se hacen esfuerzos tremendos por
comprender que “mutiplicación de la pobreza” no quiere decir “multiplicación de
los pobres”, porque el pobre no es una estirpe condenada, sino un hermano que
quedó fuera de las seguridades con las que muchos/as contamos y que merece
todos los esfuerzos para un futuro prometedor, no importa del vientre que haya
nacido o a quiénes traiga al mundo. Multiplicar la pobreza es lo que hacen las
elites hoy a cargo del Estado nacional, no las compañeras que tienen familia.
Y también nos
sorprendemos por la escena donde se recita este libreto propio de principios
del 1900: un taller brindado por un hombre, proveniente de los sectores pudientes,
a mujeres de un barrio humilde de nuestra ciudad. Las feministas yanquis acuñaron
un término para referirse a cuando los hombres “explican” (en general de modo condescendiente
o paternalista) cómo son las cosas a las mujeres: mansplaining . Una contracción
de las palabras “man ” (hombre) y “explaining” (explicar).
Más allá de las objeciones
a la anglofonía del lenguaje que podríamos poner, vale la pena tomar el
término: pareciera que resulta necesario que vaya un hombre, que nunca tuvo ni
va a tener que pensar en
embarazarse o en qué hacer con un futuro niño que puede gestarse en su vientre,
a explicarles por qué se embarazan y cómo “multiplican la pobreza” al hacerlo.
Un último detalle que
termina de ubicar a este discurso fuera de toda perspectiva peronista: el
embarazo no deseado, además de generar más pobres, es “una carga para el conjunto
de la sociedad”. Desnuda esto las intenciones de la línea del taller: el
problema acá no es la maternidad deseada o planificada, sino cuestión de números:
nos va a salir caro mantener a los hijos pobres de esas madres.
De todos los flagelos
sociales que tienen que combatir los sectores populares, diría que uno de los
más indignantes es el de que haya quienes pretendan organizar sus vidas, juzgar
sus decisiones y diagnosticarles las curas desde la comodidad propia de quien
no sufre sus mismas problemáticas. Más grave aún si quien hace estas
operaciones pretende representarles. Y,
en este sentido, lo de Asueta no es nuevo. La sorpresa antes mencionada antes sus declaraciones se esfuma
cuando uno recuerda que pretendía participar de la interna peronista
esgrimiendo argumentos propios del anti-peronismo, como cuando apuntó en contra
de la “cultura del colectivo y la frazadita
”Ahora también
con esta mirada donde las responsables de multiplicar la pobreza son las
mujeres de los sectores populares y con que esas maternidades son una “carga”
sobre las espaldas de nuestra sociedad, vuelve a recordarnos que está pensando
en lógicas que nada tienen que ver con un movimiento que piensa y habla
desde la realidad de los humildes.
La discusión sobre las
maternidades y paternidades debe darse en marcos que eliminen las miradas
paternalistas, y sobre todo deben darse sobre estadísticas reales, no sobre
visiones ideológicas y estereotipos (porque los estudios sobre familias
argentinas arrojan que no es cierto que los sectores populares tengan más hijos
que los medios, sino más bien lo contrario: la mayoría de las familias que
cobran la AUH tienen un solo hijo/a). Y, en tiempos donde las argentinas toman
la palabra y la calle, deben ser las propias mujeres las que expresen el por
qué sí o por qué no de su maternidad, no un hombre impartiéndoles un taller.
Juan Manuel Gómez
Responsable de Juventud Peronista Organización Peronismo Militante - Entre Ríos
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