“Hoy la tristeza no es solo brasileña”, opino, Jorge Busti
“Hace casi cinco meses atrás expresaba en una columna de
opinión que Latinoamérica se estaba transformando en un continente cada vez más
más injusto. Esta percibía luego que el Tribunal Supremo Federal de Brasil
condenara a Luiz Inácio Lula da Silva a cumplir una condena de doce años en la
cárcel”, expreso, el ex gobernador Jorge Busti, en una nota de opinión enviada
a 7Paginas.
El líder popular y candidato preferido en todas las
encuestas para las elecciones generales fue sentenciado en segunda instancia
por la supuesta aceptación de una coima con un departamento en un edificio en
construcción, el que nunca fue ocupado por él, ni por ningún familiar. Jamás se
logró confirmar con documentación y, por el contrario, la mayoría de los jueces
intervinientes arrojaron por la borda toda la evidencia que confirmaba la
inocencia de Lula.
Hoy, lamentablemente, hay que volver a decir que en Brasil
cada día que pasa quedan menos restos de democracia. Esa misma democracia que
ha sido una excepcionalidad en la historia brasileña y que tanto le costó
recuperar a los hermanos brasileños.
La mayoría de los jueces del Tribunal Superior Electoral de
Brasil votó para proscribir la candidatura de Lula da Silva. No les importó
siquiera la declaración emitida por el órgano de la Organización de las
Naciones Unidas (ONU), que supervisa a los Estados en el cumplimiento de la
Convención Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
La defensa del ex presidente citó esta exigencia del Comité
de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que solicita a Brasil que se tomen
todas las medidas pertinentes para que Lula pueda ejercer sus derechos
políticos como candidato. “Esto incluye tener un acceso apropiado a los medios
de comunicación y a los miembros de su partido político”. También le pidió a
Brasil que no se le impida al líder del Partido de los Trabajadores (PT)
participar en las próximas elecciones hasta que sus recursos ante tribunales
del país sean resueltos “en procedimientos judiciales justos”. El Comité, vale
aclararlo, está compuesto por expertos independientes y no por funcionarios.
Como lo sostuve desde un principio, quienes están detrás de
esta proscripción pertenecen a una élite sin ninguna clase de escrúpulos,
continuadora de la dictadura militar, que está dispuesta a cometer cualquier
salvajada o tropelía con el sólo objetivo de impedir que Lula ponga a
consideración de su pueblo una candidatura a Presidente.
Ante la incapacidad de ganar democráticamente (todas las
encuestas son contundentes en este sentido), la derecha brasileña se vale de
meandros judiciales y desoye acuerdos internacionales para impedir la vuelta
del humilde tornero mecánico que visibilizó e incluyó a los históricamente
desposeídos. Porque ciertamente la acusación más sólida que pueden realizarle
al ex Presidente es la de liderar todas las encuestas.
Cuando los representantes de esa derecha recalcitrante
-conscientes de la impopularidad que acarrean- trasladan a los tribunales una
decisión que, en la democracia, corresponde a los ciudadanos, estamos frente a
un fraude consumado con la finalidad de continuar -como bajo el actual gobierno
de Michel Temer- teniendo así, vía libre para promover una agenda conservadora
en cuanto a lo económico, político y social. Hoy la tristeza no es sólo
brasileña.
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