Operación Nochebuena: Claves de la maniobra que permitió la vuelta a casa del cuñado de Urribarri
La Justicia entrerriana acaba de escribir este 24 de
diciembre una de sus páginas más oscuras, para garantizarle a Juan Pablo
Aguilera, el cuñado de Sergio Daniel Urribarri, brindar en familia en la
Nochebuena.
Entender lo que pasó, no ya explicado con vocabulario
"jurídico" sino con palabras que podamos entender todos, se vuelve
una urgencia informativa en casos así. Máxime cuando todo sucedió a las
apuradas, mientras los entrerrianos, en tiempos de bolsillos flacos, se
preparaban para recibir austeramente la Navidad. Tan vertiginoso y a última
hora fue todo que no le dio tiempo al equipo de profesionales del servicio de
comunicación del Superior Tribunal de Justicia a mandar a los medios una
"gacetilla" con la novedad.
¿Por qué si la Jueza Marina Barbagelata había ordenado que
el cuñado de Sergio Urribarri estuviera 90 días en prisión preventiva, apenas
si llegó a permanecer entre rejas una semana?
¿Por qué la Justicia, como si hubiera borrado con el codo lo
que escribió con la mano, devolvió rápidamente a su casa a Aguilera, mientras
que el resto de los detenidos por los contratos truchos de la Legislatura
pasaron largo tiempo de "preventiva" y habrían continuado así de no
mediar la domiciliaria del "cuñado", de la que terminaron
beneficiándose?
¿Qué vino a descubrir la Justicia justo ahora, en este caso
puntual, cuando el detenido pertenece a una de las familias con más poder en
Entre Ríos, que no había descubierto antes, con los ladrones de celulares, por
ejemplo?
Según las leyes, todo aquel que va detenido preventivamente
debe estar "separado de los condenados". ¿Se cumple esta condición
cuando a cualquier hijo de vecino le dictan la prisión preventiva? No. ¿Por qué
no se cumple? Porque hace años que las cárceles están colapsadas. ¿Y entonces?
¿Hacen lo mismo que con Aguilera, los mandan enseguida a su casa? No, de
ninguna manera. En la enorme mayoría de los casos, no hay ejércitos de abogados
detrás, ni habeas corpus, ni que ocho cuarto.
"Si lo que el Poder Judicial hizo con Aguilera es un
acto de justicia, si eso es hacer justicia, entonces tendrían que haber abierto
de inmediato las puertas de la Unidad Penal 3, de la cárcel de Federal, etc.
porque están llenas de procesados compartiendo el mismo establecimiento que los
condenados", reflexionaba anoche un abogado, ni bien se enteró de la
"buena nueva".
En conclusión, la explicación más clara y precisa de lo
sucedido hay que hallarla en "Rebelión en la Granja" de George
Orwell, cuando la consigna “todos los animales son iguales”, una vez llegados
los cerdos al poder, fue modificada en estos términos: “Todos los animales son
iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”.
¿Por qué salió libre Aguilera a las 21 horas de un 24 de
diciembre? Porque "todos los entrerrianos somos iguales pero algunos son
más iguales que otros". Porque los Urribarri, como tantas otras familias
del poder, "son más iguales" que esos vecinos de los barrios a los
que el presidente del Superior Tribunal de Justicia, Emilio Castrillón, ha
comenzado a visitar.
Claro que la sentencia de la Sala Penal del Superior
Tribunal de Justicia que liberó el camino para que el juez Mauricio Mayer
concediera el "habeas corpus", nada dice de Orwell, ni del partido de
los cerdos, ni de los más iguales que otros. Allí aparecen palabras mucho más
atractivas como "análisis de constitucionalidad", "control de
convencionalidad", "libertad", "ignominiosa iniquidad".
Dos de los jueces, Claudia Mizawak y Daniel Carubia,
volcaron la cuestión en favor de Aguilera. Miguel A. Giorgio fue el único que
se opuso a habilitar el "habeas corpus".
"Comulgo con la idea de que los magistrados judiciales
no deben ni pueden sustraerse, por motivos pura y excesivamente rituales que
artificiosamente se sobreponen frente a cuestiones sustanciales axiológicamente
superiores, al más amplio y severo ejercicio de las específicas potestades que
le competen en el control de la preservación y respeto de valores
fundamentales, como el de la libertad, poniendo oportuno freno en casos
concretos sometidos a su conocimiento a la ignominiosa iniquidad deslegitimante
de los sistemas represivos afectatorios de la libertad individual que no puede
concebirse sólo como materia argumental de la mera declamación académica de
aquellos en foros extraños al de la función jurisdiccional que les ha sido
asignada, sin un reflejo palpable de tales convicciones en la labor cotidiana
que les cabe como Jueces de la Democracia....", escribió Mizawak citando a
Carubia.
Más adelante se hizo eco de la denuncia de los defensores
del cuñado de Urribarri, resumiéndola así: "flagrante agravamiento de las
condiciones en que se dispuso que Aguilera cumpliera su detención preventiva.
Y para que su decisión no pudiera ser sospechada de
"parcial", la jueza que fuera abogada de Urribarri, recordó:
"Esta Sala y el Máximo Tribunal Provincial en pleno ha manifestado en
reiteradas oportunidades, incluso oficio mediante, nuestra preocupación por la
superpoblación carcelaria a niveles de hacinamiento y la imperiosa necesidad de
cumplir con la normativa vigente local y supranacional, puesto que aquellos que
sufren prisión preventiva lo hacen en su condición de inocentes".
Irreprochable argumento si se aplicara con igual
contundencia a la situación que atraviesan todos los que ahora mismo están en
esas "hacinadas" cárceles entrerrianas y, si en vez de una reflexión
genérica, se volviera un urgente llamado de atención dirigido a las gestiones
de gobierno responsables de lo que pasa, con las que estos mismos jueces se
cuidaron de no tener ni un sí ni un no.
¿Y por qué las prisiones de Entre Ríos no cumplen con el
artículo 18 de la Constitución Nacional, allí donde dice que deben ser
"sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos
en ellas?
Entre otras razones, porque las sucesivas gestiones de
gobierno no las han puesto en condiciones y apenas si han llegado a hacer
ampliaciones menores.
Llegamos así a una notable paradoja: gracias a que en sus
ocho años de gobernador Sergio Urribarri no consiguió dotar al Servicio
Penitenciario de la infraestructura que exige la ley, su cuñado anoche brindó
con su familia.
Paradoja que se vuelve más patética expuesta de esta otra
manera: Aguilera pasó Nochebuena en su casa porque los más de 2000 millones
robados a través de los contratos truchos no fueron invertidos en la
infraestructura estatal, sea en escuelas, hospitales y cárceles dignas.
Fuente: El Entre Ríos
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