Convención radical: negociaciones de último momento para unificar las tres posiciones en pugna
Esta noche en una cena, los principales dirigentes de la UCR
intentarán cerrar un acuerdo que evite una crisis política en la cumbre
partidaria
Con tres documentos distintos, que traducen los tres grupos
en los que está dividida la Unión Cívica Radical en este momento, mañana se
realizará una nueva convención nacional del partido político fundado en 1891
por Leandro N. Alem, el más antiguo con representación parlamentaria.
De tradición laica, liberal y federal, la UCR es un notable
caso de vigencia en el centro poder, a pesar de las sucesivas rupturas que tuvo
a lo largo de su historia y de la dura disputa que le significó la aparición
del peronismo, que lo llevó a perder las mayorías populares en varias
oportunidades, aunque no su calidad como representante de la clase media urbana
y rural, la menos ideologizada y más republicana.
La historia del radicalismo es fascinante, y si no fuera
porque desde 1945 quedó opacada por Juan Domingo Perón y sus novelescos
relatos, sabríamos más de esa búsqueda obsesiva de los jóvenes radicales por la
igualdad de derechos que está en sus orígenes y la intransigencia armada que
lideró Alem, y más tarde Hipólito Yrigoyen, que luego de infinitas peripecias
derivaron en el voto universal, secreto y obligatorio para los varones.
Fue un radical el que reinauguró la democracia argentina, en
1983. Raúl Alfonsín llevó adelante una dramática transición con valentía y
profundo sentido de lo posible. Su liderazgo aún impregna con fuerza en la
dirigencia que hoy conduce el partido en sus distintas versiones. Cada cual
tiene siempre alguna anécdota a mano para recordarlo y una foto en su
biblioteca que se sacaron con él, en esos tiempos en que no había celulares ni
selfies.
El radicalismo es un partido tan distinto a lo habitual en
esta época de política líquida que realiza convencionales nacionales cada dos
años, además de las provinciales que son responsabilidad de cada distrito. En
la última, que se realizó en el 2017 en La Plata, ratificaron sin más trámite
la alianza con Cambiemos y el debate solo duró cuatro horas.
No solo eso. Además, aprobó un reglamento específico para
las convenciones que estipula 7 minutos para la ponencia de cada orador, que
pueden tener 3 minutos como única extensión. Y las mociones son como las de la
Cámara de Diputados, es decir, cuando se presenta una de orden tiene que
votarse inmediatamente.
Así, hace cuatro años, cuando seis horas después de iniciada
la convención que se realizó en Gualeguaychú se votó una moción de orden para
aprobar o no la expulsión de un afiliado correntino, se supo que la postura
para realizar la alianza con el PRO y la CC sería la ganadora. Aunque, claro,
se siguió discutiendo hasta las 4 de la mañana y al final no pudieron evitarse
algunas escenas marginales de pugilato.
Nada más alejado a la vida interna del PRO, con decisiones
que se toman -con suerte- en una mesa de cuatro patas. No recuerda que jamás se
haya votado nada entre los "amarillos". Los congresos nacionales
vienen cocinados desde arriba, incluso desde afuera, desde la Casa Rosada o
desde Olivos, y el que alguna vez discutió ni siquiera fue llamado formar
parte.
A pesar de esas culturas distintas, en Gualeguaychú ganó
ampliamente la posición de ir con ese partido con dirigentes poco acostumbrados
a los debates asamblearios, contra los que querían que la UCR llevara a Julio
Cobos como candidato a presidente e incluso contra los que preferían sumar a
Sergio Massa a la alianza, como proponía Gerardo Morales.
Mauricio Macri era en el 2015 el candidato que quería votar
la base radical. No había ninguna figura entre la UCR que descollara por encima
de él y, por el contrario, en las encuestas provinciales y municipales de todo
el país la concordancia entre el electorado radical y la figura de Macri era
prácticamente absoluta.
Ese es el problema que hoy existe en el radicalismo. Si bien
el Presidente aún tiene un consolidado un 30% del electorado que resiste tras
su figura a pesar del duro ajuste que le impuso a la economía, hay un 20% que
lo votó en el 2015 que está muy enojado y en muchos distritos no garantiza la
victoria.
El radicalismo tenía pretensiones de ganar Córdoba, Santa
Fe, Entre Ríos, Chubut y La Rioja. Pero Juan Schiaretti ganó fácilmente y su
candidato obtuvo una victoria histórica en Córdoba capital. Y en la mayoría de
las provincias que están en disputa ya tienen pocas esperanzas (algunas más,
otras menos), además de que todo indica que perdería también Santa Fe capital.
En Mendoza, en Jujuy y en Corrientes ganarán los
oficialismos radicales. Son gestiones impecables, muy favorecidas por el
Gobierno nacional. Se trata de provincias donde Macri no está valorado muy
positivamente (salvo en el caso de Corrientes, donde supera el 50%), pero con
una estructura del voto que muy difícilmente se vaya a la fórmula
Fernández-Fernández.
Pero como la perspectiva de crecer está muy acotada, parte
del mandato que la estructura partidaria le pide a sus autoridades es que
aumente los cargos legislativos para el partido. También, por supuesto, que
garantice un sistema de toma de decisiones que haga de Cambiemos una verdadera
alianza de gobierno.
La reunión en Parque Norte está convocada para empezar a las
14. Su presidente es el más díscolo de todos los radicales, Jorge Sappia,
aunque no estará presente -dice su gente- porque está en un viaje que no pudo
suspender y sus intentos por cambiar la fecha del encuentro no fueron
escuchados. En ese caso, al que le toca presidir es a Agustín Campero, el
secretario de Articulación Científica y Tecnológica de la Nación y
vicepresidente 1º de la convención.
Campero, convencional de la provincia de Buenos Aires y
alineado con Daniel Salvador, forma parte del grupo que emitió uno de los
documentos que se conocieron, firmado por los convencionales Lilia Puig (de
Santa Fe), Angel Valmaggia (Corrientes) y José Artusi (Entre Ríos). Es un grupo
grande, que tiene más de 100 convencionales. Quieren ratificar la política de
Cambiemos y avalan la posición de ampliar la coalición, aunque lo hacen con
pocas críticas públicas porque son los que se sienten más integrados al
Gobierno.
El otro grupo se referencia en Alfredo Cornejo y Enrique
"Coti" Nosiglia. Es el que emitió el primer documento que circuló, de
ocho páginas, con sólidas posiciones sobre la crítica situación económica y
social. Cuenta con el respaldo de los convencionales de Franja Morada, la
Juventud Radical y los trabajadores radicales. También es un grupo grande, con
más de 100 convencionales también. Quieren ratificar la política de alianzas
votada en Gualeguaychú, pero no mencionan a Cambiemos. Son los primeros que
propusieron la ampliación de la coalición y expresan sus críticas en voz muy
alta lo que, en definitiva, mejoró el posicionamiento de sus candidatos en sus
propios distritos.
Por último, hay 71 convencionales que firmaron el documento
más crítico, alineados con Ricardo Alfonsín, Federico Storani, Juan Manuel Casella
Sappia, que estaría ausente. Quieren irse de Cambiemos, una posición
minoritaria que es muy ruidosa pero que no será avalada en la convención.
Fuera de estos 70, con poca representación política, quedan
250 convencionales, y alrededor de 100 tiene cada uno de los dos grandes grupos
que hoy comparten el poder en el radicalismo. Tan empatados están que nadie se
quiere arriesgar a votar.
Para evitar una instancia de cruces fuertes y agresivos, que
podría dejarlos en falsa escuadra frente a una opinión pública que mañana
tendrá los ojos sobre esta convención, esta noche los tres gobernadores, más
Daniel Salvador y los jefes de los bloques radicales se encontrarán a cenar
para intentar un acuerdo.
Extrañamente, Coti no participará de la comida. También ha
viajado al exterior, o sea que tampoco estará el lunes en alguna oficina
cercana al salón de la convención como lo hizo en las últimas 15 convencionales
nacionales para monitorear el desarrollo. Cerca de él dicen que "dejó todo
en manos de Cornejo".
Como si volvieran a repetir hoy lo que dijo Crisólogo
Larralde en la convención nacional que se hizo en Tucumán en 1956, "¡Calma
radicales!", lo que se espera es acordar en la cena un documento conjunto
que llegue a la convención con la mayoría garantizada. Claro que lo no se
acuerde hoy en la cena, se terminará
negociando mañana en la convención
de Parque Norte. La nueva dirigencia radical en el poder quiere que nadie se
doble ni nada se rompa, y aumentar su influencia para un próximo gobierno del
que quieren formar parte.
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