“De Concordia y de sus pestes”, por el profesor Paulo Tisocco
Cuando todo indicaba que el mundo podía superar todas las
epidemias a través de la ciencia, una bofetada nos hizo repensar todo
nuevamente, a raíz de esta Pandemia Global del Covid 19.
Indagando por los libros pude encontrar que durante el Siglo
XIX y XX nuestra ciudad, y también nuestra Provincia, tuvieron epidemias
terribles que asolaron nuestros barrios.
A la luz de los acontecimientos vividos en estas semanas vale
la pena recordarlas.
Pérez Colman nos comenta que en el siglo XIX en la provincia
de Entre Ríos, eran muy común lo que llamaban la enfermedad de la Tisis, o
también la de los Lazarinos, por lo que las autoridades de aquella época
mandaban a quemar los muebles, ropas y otras cosas, en caso de la muerte
de las víctimas, como medida de esterilización.
En 1836 y 1837, hacían estragos en la población, el Cáncer
de Estómago, también la Pulmonía, pero la más terrible fue la del Cólera,
en épocas del Coronel Antonio Navarro.
Fue durante dicha epidemia aquí en Concordia, que se
incendiaban los ranchos de los enfermos con sus cuerpos y pertenencias
adentro, habida cuenta que no se tenía opción ni servicio fúnebre, y
cuando una familia entera moría, no había quien pudiera enterrar los
cadáveres. Sí, eso ocurrió aquí en Concordia.
También es de mencionar que pocos años después, hacia el año
1843, brotó en Concordia lo que llamaban como la Peste de la Viruela, la
cual tuvo un rebrote en 1848. Se puede constatar en los libros
parroquiales, la enorme cantidad de actas donde se anotaban al margen los
motivos de la defunción.
En varias oportunidades Concordia debió improvisar
cementerios y fosas comunes y a penas de inaugurarse el Cementerio Viejo (por
salubridad más retirado del centro de la ciudad) el Sarampión causo una
treintena de muertos hacia 1852.
En las primeras décadas de la ciudad, no había hospitales y
solo se contaba con un médico que atendía toda la comarca. El primer médico que
tuvo Concordia fue el Dr. Guillermo Wilson. El segundo médico del cual se tiene
constancia fue el Dr. Arenilla en el año 1844, y el tercer médico local fue el
Dr. Don Antonio del Rivero, en el año 1850.
Nuevamente en 1895 azotó a nuestra ciudad, una epidemia de
Cólera, por causa de los desechos producidos por los saladeros que enviaban sus
desperdicios al río Uruguay. Esto generó focos de putrefacción donde floreció
el rebrote causando muchísimas víctimas, entre ellas el Dr. Julián García, el
cual se dedicaba a ayudar a los vecinos.
Entonces las condiciones de salubridad eran escasas, ya que
no existía en la ciudad ni agua corriente, ni cloacas, lo que la enfermedad
también se extendía por la contaminación de los pozos y las napas freáticas.
También, en esta época se da el incidente de la contaminación de latas de
conserva de carne en mal estado del saladero San Carlos de Robert Coulon
& Cía. Lo que provocó la muerte de vecinos, luego su cierre inmediato
y un escándalo que quedó bien registrado en la memoria y los diarios de la
ciudad.
Se tiene constancia que 1923, aparece un brote de
Lepra en paralelo con la Gripe Española en Entre Ríos aunque la gente se moría
más en Concordia por Tuberculosis. Por tal motivo surge el Hospital Koch,
(Actual Hospital Carrillo) y luego por donación de la Sra. Dominga
Isthilart, el leprosario, (Actual Hogar de Ancianos). Es de entender que
muchas de estas enfermedades surgían en simultáneo con otras, y al no
haber ni antibióticos ni penicilina, causaban estragos en la población.
A principio de los años 30 también hubieron varias epidemias
en Concordia, 33 casos de aquella enfermedad que dejaba paralíticos de por vida
a los niños, la Poliomielitis, la cual muchos se han de acordar tuvo un rebrote
en los años 50. También en los años 30 tuvimos brotes de Difteria y de Tifus. Y
abundaba también el contagio de enfermedades venéreas.
Vuelvo al Siglo XXI y pienso que sin duda quedara registro
de esta epidemia global la cual será por muchos años materia de estudio, y tal
como al averiguar de estas enfermedades descubrí que entonces también hubo
cuarentenas, encierros, bloqueos y aislamiento de las ciudades. Y en referencia
de lo que está ocurriendo en otros países también tuvimos cremaciones y
tristísimas tumbas improvisadas para solucionar la urgencia de los entierros de
cuerpos.
Escribo esta nota atónito en la perplejidad de una madrugada
del mes de abril del 2020, en una situación la cual nunca jamás en mi vida
había pensado en vivir, y en el silencio y pesar de una ciudad en
cuarentena que nos consterna a todos…
Sin duda que después que pase todo esto, nos debemos
un debate y repensar otro país y otra sociedad más solidaria, donde
la medicina no sea solo para los que tienen dinero y la Salud Pública sea
realmente un Derecho Humano Básico; Social; Insustituible; y de calidad.
No hay comentarios.