“Agotados del tirapiedrismo y de los extremos: miremos hacia el centro”, por el diputado Manuel Troncoso
Dos o tres tipos se creyeron los más vivos. Quizás varios
más también. Lotearon el Estado provincial por años y jugaron a los dados con
la de todos.El resultado lo conocemos, no hacemos futurismo ni descubrimos la
pelota cuadrada: una provincia rica, pero raleada, vaciada y a la deriva,
expresa la nota de opinión enviada a 7Paginas.
Del otro lado de la cancha, un lío. Otros tres o cuatro que
compiten por ver quién es el mejor candidato opositor, quién se aviva y saca
medio pescuezo: los últimos 30 años de la política provincial. Al que le quepa
el sayo, que se lo ponga. Es que caímos en la moral de la chiquita. De la
lógica de barrio. El apotegma de que quien pega primero, pega dos veces. De
sacar pecho e ir de guapo. De hablar y no escucharse. Ni siquiera de hablar,
sino de gritarse. De no respetar el valor de la palabra empeñada. De denuncias
cruzadas. De cartearnos entre nosotros. De señalarse. Autismo político de
dirigentes endogámicos que se miran el ombligo: rémoras del pasado que, como
fantasmas, siguen agitando el presente.
Posiblemente sean los que siguen sosteniendo que el
acuerdismo, el diálogo, la búsqueda de consensos, son señales de debilidad. Que
darse la mano y mirarse a los ojos, no forma parte de la política. Que escuchar
al otro y tomar lo mejor, a pesar de las diferencias, es una pérdida de tiempo.
Que yo me salvo solo y someto con el látigo, y si queda un mango, entonces con
la chequera. Que, si el otro se equivoca y tropieza, en lugar de una mano le
planto un mordisco. El adolescente comportamiento del condicionamiento y el
apriete constante por un lado. La cobardía de esperar agazapado y al acecho el
error del rival, para sacar una tajada por el otro. El eterno y peligroso
círculo vicioso.
Contrariamente a lo que algunos piensan, no hay lugar más
cómodo en la política que los extremos. No hay mayor zona de confort para el
dirigente. Te aplauden, te dicen cosas lindas, esas que escuchas y te endulzan
y que de yapa se traducen en un mínimo de votos que te garantizan el carguito.
Solo hay una cosa, los entrerrianos estamos en el medio, cargados de problemas,
ávidos de respuestas y soluciones. Agotados del tirapiedrismo y el desgaste. De
la prepotencia y el arrebato. Ahí es donde están las chances del desarrollo,
del crecimiento, de escucharnos, allí se encuentran las grandes
transformaciones: en el centro.
Ese es el desafío y sabemos que es difícil. Pero nada que en
la vida valga verdaderamente la pena, es fácil. Ahí está la oportunidad de que
el arco dirigencial pueda ponerse de acuerdo y establecer un piso innegociable
de políticas públicas de estado para nuestra Provincia. Porque para que Entre
Ríos transite la senda del desarrollo, los dirigentes deben transitar la del
crecimiento humano. Más humildad y sensatez, menos soberbia y más escucha, más
generosidad y menos "yoísmo". Bajar los egos.
Esto es lo que nos pide Rogelio Frigerio, y creo en él
porque siempre habló desde el ejemplo. No podemos perder más tiempo ni
despilfarrar más oportunidades. Hay un camino, pero tenemos que andarlo entre
todos y al final del mismo, hay un futuro más que auspicioso. No el de una
Provincia perfecta, eso no existe, pero si el de una Entre Ríos posible.
Manuel Troncoso - Diputado Provincial, Entre Ríos
No hay comentarios.