“El peronismo no debe ser un aguantadero”, por Juan Manuel Perez
Hace unos días, con algunos compañeros, retomábamos la
pregunta: ¿Por qué los médicos no acompañan nuestras luchas? ¿Por qué cada vez
que tratamos de visibilizar nuestros reclamos, miran para otro lado? Hablo
desde el lugar de trabajador de la salud, no desde mi rol en particular sino
como parte de la clase trabajadora que solo recibe cachetadas y muchas de ellas
vienen desde adentro, desde pares con los que no logramos amalgamar una
conciencia colectiva que nos permita construir un sistema de salud más justo,
expresa la nota de opinión compartida en 7Paginas.
Y ahí es donde tenemos que ver los por qué. Quizás no
encontrar culpables, pero sí preguntarnos por qué. Los de afuera también
juegan, juegan las autoridades, los que distribuyen el presupuesto, los que
siempre estuvieron en contra de la salud pública o los medios de
(des)información. Pero esa es fácil. Difícil es preguntarnos para “adentro”.
Adentro de los trabajadores de la salud, en nuestro caso. O de los trabajadores
en general, también, por qué no? Y ahí, mirar nuestras filas, puede doler. Pero
acaso no le duele a una mariposa salir del capullo?
Es fácil para nosotros señalar lo malo en las filas de
nuestros adversarios más directos. Lo realmente difícil es señalar (y
denunciar) las actitudes, las acciones y las personas que le hacen más daño a
nuestro sector, a nuestro movimiento, e incluso a nuestro partido, que
cualquier ataque de externos.
Un sindicalista corrupto la hace más daño a los trabajadores
que un político liberal queriendo quitarnos derechos. Es que el sindicalista
corrupto es el que le da a nuestros adversarios el punto desde el cual atacar a
todos y todas quienes defienden nuestros derechos desde lo gremial.
“Le tengo más miedo al frio de los corazones de los
compañeros que se olvidan de donde vinieron, que al de los oligarcas” decía Evita.
Así que tenemos que ser claros, tenemos que denunciar a quienes manchan al
sindicalismo, a los trabajadores, al peronismo. Nosotros no somos Allende.
Y decimos bien claramente: José Ángel Allende, mandamás de
UPCN por más de 20 años, es un corrupto que desprestigia la política, el
justicialismo y el sindicalismo y es condición necesaria para la desintegración
y degradación de nuestras fuerzas y de nuestros proyectos.
“Seamos capaces de reconocer que en nuestras propias filas,
al amparo de grandes declamaciones de fidelidad a nuestro Líder, fueron
numerosos los políticos venales que se enriquecieron y corrompieron. Esas
mafias políticas y sindicales, más preocupadas por los palos verdes que por las
reivindicaciones y anhelos del pueblo, constituyeron una lacra dentro del
peronismo, desprestigiándolo. Es triste, pero es verdad; y debemos decirlo
porque es nuestro deber para ser creídos en el futuro.” Envar el Kadri –
Diálogos en el exilio
No nos vamos a quedar en la frialdad de muchos, que no
repudian que este nefasto personaje que ha ocupado los más honrosos cargos del
justicialismo entrerriano, devuelva un palo verde como una prebenda con la que
paga su libertad, y con ello reconociendo que ha pisoteado los valores de todos
los justicialistas, y con ello de la política y el movimiento sindical.
No podemos permitir que la ambición política se rebaje al
nivel de un valor instrumental al servicio del enriquecimiento. Es necesario el
rechazo, y por más que sea incorrectamente político, es necesaria una autocrítica
para que no nos traten como que en algún punto avalamos tan detestables
hechos.-
No podemos quedar en la simple retórica de los valores de la
honestidad, la solidaridad y el bien común, si no somos capaces de condenar
tales hechos, inclusive en el seno de nuestro partido. Porque no podemos
permitir que un grupo de ladrones opaque el prestigio del movimiento
justicialista, y con ello de algo tan noble como debe ser la función pública.
Con que cara le diremos a nuestros ciudadanos que volvimos para ser mejores.
Porque como sostiene Juan Domingo Perón “…La administración
pública es un lugar sumamente sensible en su equilibrio y en su buen nombre.
Cuando hay un funcionario o empleado ladrón, no dicen que fulano de tal es un
ladrón, sino que todos los empleados públicos son un banda de ladrones…”.
Es necesario separar la paja del trigo, porque hay
instituciones que sostener, porque es injusto que la política entera se vea
salpicada por la repugnante figura de este personaje, no hay razón alguna para
hacerse los desentendidos, es un deber no mirar hacia otro lado; no permitamos
ser parte de una hipocresía de aceptar tamaña aberración.
Es obligatoria una autocrítica, no entremos en la tibieza de
otros partidos que parecen esconder bajo la alfombra, y que nada dicen, de las
recientes condena a los hermanos Etchevere, al jefe de campaña Enrique
Susevich, por solo nombrar los casos de Entre Ríos.
Reconozcamos que estamos atravesados por la corrupción (en
sus diferentes grados), que como sociedad nos encontramos en una decadencia
moral y económica. Que aceptamos y avalamos a aquel que le encontró “la
vuelta”, al que vive de un “curro”, es decir aquel que gana dinero sin agregar
ningún valor. En cierto punto no nos causa indignación “la viveza criolla”,
como aquel que siempre busca la ventaja sobre el vecino y atropellar sus
derechos, desde el que se cuela en la fila, hasta el comerciante que no emite
factura; todo está atravesado por una micro corrupción en la que se encuentra
la base de la gran corrupción.
Saquémonos la careta, y digamos sin pelos en la lengua, que
muchos políticos y periodistas construyen su prestigio presentándose como un
cruzado de la lucha contra la corrupción, existiendo una falsa creencia de
quien denuncia y/o investiga un hecho delictivo, es portador de una honestidad.
Reconozcamos que el periodismo también está sujeto a los intereses económicos
como el resto, por ello difícilmente encuentre una investigación de empresas
que sean potenciales compradoras de espacios de publicidad. Rara vez encuentre
una investigación donde la otra parte necesaria, para el delito de cohecho, que
son los empresarios corruptores sea objeto de las grandes acusaciones.
Los tiempos que transcurren son sumamente difíciles y han
llevado al límite de la desesperación a muchos de nuestros vecinos, la pandemia
produjo una crisis que casos como los mencionados causan una indignación e
impotencia.
Es necesario poner sobre el tapete este tema, debemos
desarmar la cultura de la corrupción. Para ello sin duda necesitamos una mayor
participación de la ciudadanía, una prensa independiente y corajuda, capaz de
pelearse con una gran empresa, una justicia independiente, desregulación y
transparencia, y que los partidos políticos sean un lugar donde se debatan
ideas y políticas de estado, y no un aguantadero de oportunistas y carentes de
ética como Allende.-
Bioing. Juan Manuel Perez, militante sindical justicialista.
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