“Actividad Física: Una puerta a la libertad”, por Nicolás Hollmann


Hace un año, días más, días menos… me consultó “Juan”. Cuando llegó al consultorio hablaba pausado, lento, amable, mirando a los ojos como las personas “desconectadas” de generaciones anteriores al wifi.

Sin conocerlo mucho aún, sospechaba que sus pausas eran pequeños espacios donde aprovechaba a respirar. “Juan” traía consigo muchos años de tabaquismo que habían dejado huella en su capacidad pulmonar disminuyendo su funcionamiento. Alguna tomografía delataba signos de EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica).

El tabaquismo es una adicción. Como toda adicción hay una sustancia adictiva (nicotina en este caso) que estimula a la persona fumadora a consumirla para poder sentirse bien. Si no la consume sufre, pero si la consume enferma…es por ello una trampa fatal.

Planeamos con “Juan” nuestras estrategias para enfrentar su adicción y tratar de cumplir un año sin fumar. Un año sin fumar se considera éxito del tratamiento de cesación tabáquica. Claro está que las metas para la persona que desea dejar de fumar son mucho más cortas, pero las guías refieren que cuando cumpliera ese tiempo estaría muy cerca de no volver a fumar definitivamente.

En el tratamiento hay una pata que no es negociable: la actividad física. Sin ella, en general, el tratamiento tambalea. Hay muchos que entienden esta importancia, y aunque les esté contando el final de la película, “Juan” está entre los entendidos. Cuando hablamos sobre esta estrategia él reconoció su dificultad para respirar con los esfuerzos. Lo notaba cada vez que debía “escalar” la rampa de acceso a los consultorios, que le robaba unos minutos de su vida para recuperar la capacidad de hablar por la falta de aire que le generaba.

El fumar no solo aporta nicotina, sino otras miles de sustancias tóxicas, pero el monóxido de carbono (producto de la combustión) es una tortura silenciosa para un paciente con EPOC. Esta sustancia difunde rápidamente a la sangre y se “apodera” de los glóbulos rojos disminuyendo su capacidad de transportar el oxígeno. La buena noticia dentro de todas las malas es que “Juan” estaba en plan de dejar de fumar y el monóxido de carbono a las 72 hs sin fumar es igual al de una persona que nunca fumó. Pero la clave para “Juan” estaba en la actividad física, porque si el no exigía la necesidad de oxígeno ese cambio probablemente pasaría inadvertido y seria irrelevante.

La actividad física aumenta la demanda de los músculos de oxígeno, por ello el corazón debe latir más fuerte y más rápido para cumplir con el envío de esa sangre que tuvo que cargarse de oxígeno en los pulmones que respiran más rápido para resolver ese “problema de demanda de oxígeno”. Si “Juan” se sentaría a esperar sentirse bien por haber dejado de fumar, los cambios no serían notables. Si los cambios no se notaran no habría estímulo, y necesitamos estímulos para producir reacciones que produzcan cambios. “Juan” lo entendió perfectamente e inicio un plan de caminatas que fue modificando progresivamente hasta un punto detonante: debía pasar a la cuesta de calle Humberto Primo.

Progresivamente y con la paciencia de esas generaciones fue llegando a la cima de lo que para su capacidad funcional pulmonar era “esa montaña”. Un día su sonrisa lo delató al entrar al consultorio: “había hecho cumbre!”. Creo que ese día (varios meses después de haber dejado de fumar) fue el que marcó el cambio conseguido con los cambios de hábitos y el que abrió la puerta de la libertad. Dejar de fumar y ganar capacidad cardiovascular y pulmonar lo liberó del peso del “no puedo” para pasar al alivio del logro de las “re-evoluciones”. “Juan” había re-evolucionado su vida.

De más está decir, que desde ese día, “Juan” no ha detenido su actividad física ni con pandemia ni con frío. Evolucionó de las caminatas al ciclismo y en este tiempo transitó 721 kilómetros de pedaladas con solo su alimentación como combustible y el oxígeno que sus músculos piden y sus pulmones pueden aportar. Su saturación de oxigeno es del 99% (ideal) y su frecuencia cardiaca en reposo la de una persona entrenada. Dejar de fumar fue solo una muy buena manera de reinventarse y auto regalarse calidad de vida con la motivación fundamental de sentirse libre psíquica y físicamente a través de sus alcances cada vez mayores de la autonomía de la actividad física.

Sus pulmones no revierten el daño que ha tenido, su EPOC sigue existiendo, pero gracias a la asociación de actividad física y cesación tabáquica, “Juan” paso de dificultades para respirar al subir una rampa de 5 metros a recorrer muchos kilómetros en 2 hs de ciclismo en base a las adaptaciones que se lograron a partir de la actividad física progresiva y constante.

La cuarentena ha sido un momento crítico para muchas personas…y más aún para personas rehabilitadas de una adicción como el tabaquismo, pero en plena crisis para muchos, “Juan” me adelantó lo que yo sospechaba: “Nicolás…hoy hace un año que no fumo».

Gracias “Juan”!, porque éxito que se comparte se multiplica.-

Nicolás Hollmann – MP 9322, Especialista en Medicina Familiar, Especialista en Medicina del Deporte, Triatleta

Gentileza: Gustavo Cardozo.

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