“La hora de la educación”, por Felipe Sastre
"El mundo enfrenta una 'catástrofe generacional' a
causa del cierre de escuelas en medio de la pandemia de coronavirus"
(Antonio Guterres, Secretario General de la ONU).
Con el dictado del DNU 714/20, es decir, después de la
undécima prórroga de la cuarentena -y pese a que ya contamos con diversas
actividades rehabilitadas-, la vuelta a clases sigue pareciendo un tema tabú.
Por eso, considero importante que todos podamos hacernos la siguiente pregunta:
¿qué tal si empezamos a hablar de educación?
Es que la necesidad de levantar la prohibición, salvo por
honrosas excepciones, sigue bien escondida debajo de la alfombra por parte de
las autoridades respectivas, particularmente en el suelo entrerriano. Lo que es
peor, no son pocos los que celebran que Larreta haya visto frustrado su intento
de avanzar en la reapertura de las instituciones educativas de la ciudad de
Buenos Aires.
El bloqueo permanente ya no parece ser una cuestión
sanitaria sino más bien ideológica, porque con protocolos, las debidas
precauciones, y la mira puesta fundamentalmente en evitar un daño irremediable
en todos aquellos chicos sin clases desde hace meses, lo único que falta es un
poco de buena voluntad para encontrarle la vuelta.
Sin embargo, lo que se ve es un núcleo duro de
"profesionales de la educación" que han demostrado no tener vocación,
deshonrando a sus pares que vienen dejando todo en la cancha y fogoneando
atajos inaceptables como la decisión del Ministro Trotta de que durante el
ciclo lectivo en curso ningún alumno repita de año.
Así, vemos que en vez del sentido común, está triunfando el
facilismo, mediante una bochornosa muestra de nivelación hacia abajo que busca
dinamitar el esfuerzo realizado por tantos docentes y alumnos, con meritoria
dedicación y el apoyo permanente de las familias, cuando aún estamos a mitad de
camino.
Dicho esto, queda claro que para mi debemos trabajar por la
vuelta progresiva de las clases presenciales, por un lado para contener a
tiempo a esos miles de jóvenes que desde marzo no tienen contacto con la
escuela. Porqué evitar que repitan no compensa bajo ninguna circunstancia la
carencia de contenidos.
Por el otro, por constituir un deber indelegable del Estado
el achicar la brecha abismal que existe entre colegios públicos y privados, que
la educación virtual dejó más a la vista que nunca. Porque la desigualdad de
hoy, es la falta de oportunidades del mañana, y hasta ahora no se ha hecho
absolutamente nada para revertir esta situación.
Ya terminando, quiero concluir con un llamado urgente a la
reflexión, porque un país sin educación no tiene futuro y al paso que vamos el
año 2020 va a significar una verdadera catástrofe para millones de alumnos a lo
largo y ancho del país. Aún estamos a tiempo, pero el reloj sigue corriendo.
Llegó la hora de la educación, actuemos antes de que sea tarde.
*Concejal de la ciudad de Concordia
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