Ahora sí, el chamamé está a punto de ser Patrimonio de la Humanidad


La Unesco votará entre el 14 y el 20 próximos si incluye esta música litoraleña. Ya se preparan festejos.

Ahora sí, laten los corazones en Corrientes, siempre Corrientes porá (bella). Antes de fin de año ese anhelo que pegó en el palo en 2018 va a entrar; la Unesco -confían- va a declarar, por fin, que el chamamé es Patrimonio de la Humanidad. Y en vez de un grito de gol se oirá un sapucay.

La postulación del chamamé no es nueva: en 2018 hubo una presentación formal para que  integrara la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Todo marchaba bien pero la XIII Asamblea de la Unesco objetó la propuesta. ¿Por qué? El Comité Evaluador, una instancia previa a la Asamblea, consideró que faltaban algunas cuestiones técnicas. No existía, a nivel nacional, un catálogo de bienes culturales intangibles en los que el chamamé estuviera inscripto. Y antes de ser universal hacía falta ser local.

Ese catálogo se hizo, las cuestiones formales se resolvieron y en estos días el gobierno argentino supo que el Comité había recomendado que se diera curso a la presentación del chamamé. Y, susurran desde Corrientes, cuando se llega hasta ahí la aprobación está prácticamente hecha, aunque se vota entre el 14 y al 19 de diciembre y ahí estará la decisión definitiva.

La presencia del chamamé en la Unesco viene de la mano de Gabriel Romero, presidente del Instituto de Cultura de Corrientes, que había impulsado el proyecto y lo retomó. La provincia lo elevó a la Nación, que lo volvió a llevar al organismo.

La inscripción en esta especie de Mundial de las manifestaciones culturales es, en el fondo, una carta de presentación para mostrar a la elegida y pedir fondos de ayuda internacionales.

La entidad había aprobado, en 2009, la postulación del tango como Patrimonio Inmaterial. Después, en 2013, se presentó ese hábito porteño de tomar café - “el conjunto de rituales, prácticas y relaciones sociales que conforman la cultura del café-bar de barrio porteño”- pero no anduvo. “Queríamos armar una trilogía: tango, filete y sainete”, explicó en 2014 el entonces ministro de Cultura porteño Hernán Lombardi. En 2015, el filete también entró a la lista de la Unesco.

El chamamé es música y es danza. ¿Origen? Muchos hablan de lo guaraní, por supuesto pero también la mezcla cultural -españoles, africanos, judíos- característica de nuestro país. Y aunque Corrientes es su corazón, se lo canta y se lo baila en gran parte de Argentina, en el el sur de Brasil y en Paraguay. La "nación chamamecera", dicen con orgullo desde Corrientes. Constituida donde estuvieron las misiones jesuíticas.

En su dictamen, el comité de la Unesco señala además que "históricamente, la letra y la poesía estaban en guaraní, el idioma nativo de la región, pero hoy en día, las tradiciones orales se transmiten en el dialecto yopará, una combinación de español y guaraní" .

No es menor esto. El documento subraya que el chamamé "fomenta el uso y preservación de la lengua guaraní, y sirve como un medio para transmitir dolor, alegría u otras emociones a través de Sapukay".

El comité también señala que "chamamé destaca valores como el amor a la tierra, la fauna y la flora locales, la devoción religiosa y una 'forma de ser', expresión guaraní que apunta a la armonía entre los reinos humano, natural y espiritual".

Algo parecido dice Gabriel Romero:

-El chamamé nos habla del amor a la tierra, al paisaje, a la mujer, al hombre. De religiosidad popular. Da un mensaje de amor de fraternidad.

-¿Eso sería lo universal?

-Sí, desde la región podemos dar una mensaje de unidad e integración. Cultura compartida.

Hay clima de largada en Corrientes. El Museo Provincial de Bellas Artes está exponiendo Baile de casamiento en la estancia La Rosada, de Octavio Gómez, y Corrientes, cuna del chamamé, de Marcelo Duarte.

Y se prepara, para cuando la votación sea positiva, un festejo ajustado a los tiempos que corren: en un video bailarines de todo el país, mostrando paisajes, irán bailando ese emblema del chamamé que es Kilómetro 11.

La designación incluye responsabilidades: promover nuevos espacios, garantizar la transmisión de conocimientos, apoyar investigación y nuevas producciones. Es que el chamamé tiene un costado renovador, exquisito, pasado por colegios de música, que convive con los temas tradicionales que se bailan -muchas veces con ropa de gauchos, muchas veces con la chaqueta de la estancia en la que el bailarín es peón- bajo los árboles, indiferentes al calor de la provincia.

Unesco lo define así: "Sus componentes clave incluyen un estilo de baile de 'abrazo cercano' en el que los participantes se abrazan pecho contra pecho y siguen la música sin una coreografía establecida. Otros elementos incluyen la musiqueada, un acto de celebración que incluye fiesta, oración y sapukay, una fonación o llanto típico acompañado de gestos y movimientos para transmitir emociones como alegría, tristeza, dolor y valentía".

Por acá lo sabemos música de río y de yerbal, música de mensúes y de barcazas que cruzan la noche, música de gente que festeja el amor "después de haber trabajado el sol", de quien viene "otra vez hasta aquí, de nuevo a implorar tu amor", del dorado "lomo de sol, panza abierta, muerte en los ojos dormidos”. El chamamé que cuenta la vida del litoral como verdadera música social y el que le canta al corazón y hasta a la nostalgia de irse del pago.


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