“El espíritu de las fiestas de fin de año y el deporte”, por Fernando Spiazzi
Las fiestas de navidad y de fin de año provocan en el ser humano un estímulo único, casi inexplicable, es una mezcla de cultura, de religión, de usos y costumbres, hasta aquel que es ateo o agnóstico y que no se siente identificado con estas fiestas, encuentra una razón para levantar su copa y brindar cuando llegan las doce.
Son muy pocos, escasos diría yo los que permanecen
inmutables a esta celebración impuesta en todo el mundo y que nos atraviesa
transversalmente, casi sin dividirnos.
En estas épocas del año se produce el reencuentro con gente
que convive con nosotros todo el año y con aquellos que han pasado por nuestra
vida y por alguna razón hoy están lejos.
La columna semanal se refiere a las relaciones humanas, de
eso se trata el sentido festivo y la naturaleza de cada celebración, la idea de
juntarse a compartir un pan, una carne, una bebida espirituosa o cualquier otro
alimento o bebida con el objetivo de reunirse y pasarla bien.
Estas celebraciones provocan un montón de supuestos y un
sinnúmero de conflictos internos en la mente de las personas, es difícil
comprender como aquellos que en todo el año no se dirigen la palabra son en
estas épocas y por algunos días solo paz y amor.
Generalmente escribo de deportes y no se sorprenda de como
arranco la columna, porque en definitiva les voy a contar o mas bien narrar que
el deporte va a encontrar la solución a lo largo de la historia para explicar
de porque debemos celebrar y olvidar viejos rencores.
Son estos tiempos en los que uno se pregunta ¿voy a la
reunión familiar, si en ella está mi hermano y yo estoy alejado de el? ¿Acudo a
la despedida de año, si no me llevo bien con los compañeros de trabajo? ¿voy a
la mesa de familia si yo no me hablo con mi hijo? En realidad, parecen
preguntas sin respuestas, cada persona es un mundo, y define por sí solo, sin
embargo, creo que, hasta los más grandes conflictos, merecen una tregua, un
alto, un mojón en el camino, parar un poco el agua, que corre, poner las cosas
en blanco y luego volver a tomar el sendero diferente, si ese continúa siendo
el camino elegido.
El deporte ha sido siempre una muestra de estos
acontecimientos. El deporte es más que un simple entretenimiento, es una fuente
inagotable de muestras de relaciones humanas, de vehículo de cultura, de
acercar a las naciones, de evitar guerras, de unir los corazones.
En estos momentos de pandemia y de un mundo preocupado por
la vacuna, es buen lugar para olvidar las diferencias, con el mas cercano y
observar como el deporte nos enseñó el camino a lo largo de la historia.
La guerra ha sido desde siempre el mayor conflicto al cual
se han visto sometida las naciones y si nos referimos a guerras, las más
importantes de la historia fueron las dos guerras mundiales, la primera de 1914
a 1918 y la segunda guerra mundial de 1939 a 1945.
Debemos recorrer la historia, releerla para aprender de ella
y tomar lo bueno, para poder aplicarlo “Fue en la Primera Guerra Mundial,
durante la navidad de 1914, cuando sucedió algo inesperado donde las tropas
británicas y alemanas decidieron poner una pausa al conflicto, guardaron sus
armas y disfrutaron de una noche en paz; siendo el futbol uno de los
ingredientes principales de la llamada ‘Tregua de Navidad’. La historia indica
que fueron los alemanes quienes propusieron realizar el partido, al ver la
cercanía con sus opositores decidieron ir hacía sus trincheras cantando
villancicos, los ingleses pese a dudar en un principio creyendo que se trataba
de una trampa, aceptaron al verlos desarmados.
Durante la Primera Guerra Mundial, en la navidad de 1914,
las tropas británicas y alemanas dieron un alto al fuego no oficial. Ambos
bandos disfrutaron jugando fútbol, se dieron un saludo de navidad e intercambiaron
regalos como cigarrillos y whisky.
Mas acá en nuestro tiempo Edson Arantes Do Nascimento “PELE”
logro con el deporte parar otro conflicto.
El 4 de febrero de 1969 las batallas y los genocidios se
detuvieron para ver jugar al Santos de Pelé. La gira africana del club paulista
se había iniciado el 17 de enero. El entusiasmo de la gente era enorme. Los
campeones brasileños estaban constantemente “escoltados” por un río de gente
que no quería perderse ni un segundo de su visita. Y así, después de haber
conquistado Brazzaville y Kinshasa -dando un respiro al conflicto en curso en
ambos lados del río Congo-, Lagos también se rindió a los pies de la Perla
negra y de sus compañeros de equipo. Aquel partido del 26 de enero contra la
selección nacional local hubiera tenido que ser el único jugado por el Santos
en territorio nigeriano. Pero, entusiasmado por la presencia de los campeones
vestidos de blanco, el gobierno solicitó y obtuvo otra fecha. Esta vez, se
jugaría en Benín, una ciudad al oeste del país constantemente acosada por la
guerrilla de Biafra por su importancia estratégica y económica. Sin embargo,
aquel 4 de febrero la guerra se detuvo.
Dicen que para muestra basta un botón, pero voy a colocar un
ejemplo más, esta vez en Sudáfrica y con otro deporte el rugby, un juego
predominantemente blanco, que un tal MANDELA utilizo para unir al pueblo de su
país en el Mundial de 1995, desarrollado en Sudáfrica, y fue el gran motivo
para que la Copa del Mundo de Fútbol llegara por primera vez a suelo africano.
Nelson Mandela famoso estadista mundial lo reseña en esta
frase.
"El deporte tiene el poder para cambiar al mundo. Tiene
el poder para inspirar. Tiene el poder para unir a la gente de la manera en que
pocas cosas lo hacen. Les habla a los jóvenes en un lenguaje que ellos
entienden. El deporte puede crear esperanza donde antes solo había
desesperación. Es más poderoso que el gobierno en cuanto a romper las barreras
raciales".
Conclusión.
Ese espíritu del deporte que es capaz de parar una guerra
mundial y provocar por lo menos por un día una tregua, que es capaz de frenar
un conflicto en África solo para ver el Santos de Pele, ese deporte que es tan
importante que puede solucionar el problema de apartheid en Sudáfrica nos
muestra el camino.
El espíritu del deporte es el espíritu de las navidades, de
las fiestas de fin de año, esa es la razón, por la cual usted y yo a pesar de
ser ateos, agnósticos, católicos u otros, levantamos las copas y brindamos por
un futuro mejor, la esencia es esa intentar que, por un tiempo, suspendamos
todo y seamos amor, paz, solidaridad, ilusión, aunque el hoy y el mañana nos
deparen otra cosa.
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