Verano: sequía y calor pueden afectar las forestaciones
El pronóstico para los meses de diciembre, enero y febrero es de precipitaciones por debajo de los valores normales y temperaturas por encima de lo normal. Ante este panorama la actividad forestal podría verse fuertemente afectada por los incendios y el ataque de insectos.
El análisis de las precipitaciones ocurridas durante el año
2020 permite observar dos períodos bien marcados. El primero de ellos puede
considerarse normal a moderadamente húmedo y coincidió con el primer semestre
del año que va de enero a junio, elegundo puede considerarse un período seco
que comenzó en julio y aún continúa.
En el primer semestre las lluvias fueron regulares a lo
largo de los meses a excepción de marzo que fue deficitario con solo 59% de la
precipitación normal, sin embrago esta situación se vio compensada a nivel de
reservas de agua en el suelo por las lluvias de enero, febrero y más atrás en
el tiempo por el exceso de precipitaciones en cada uno de los meses del
semestre julio-diciembre de 2019 (1). Hacia adelante, ya en abril y mayo las
lluvias se normalizaron y finalmente en junio llovió más del doble de lo normal
haciendo prever suficientes reservas de agua para el invierno (Tabla 1).
Tabla 1. Variables relacionadas a la precipitación durante
el año 2020. Fuente: Estación Agrometeorológica EEA Concordia INTA
A partir de julio las lluvias menguaron fuertemente, y en el mes de septiembre, con precipitaciones cercanas a las normales, no llegó a compensar los meses previos y la región entró en sequía según el índice estandarizado de precipitación (SPI3) (Tabla 1, Fig. 1). Las lluvias volvieron a disminuir fuertemente en octubre y se alcanzó el valor más bajo de SPI3 hasta el momento, en noviembre hubo un repunte de las lluvias alcanzando el 77% de la normal que volvieron la situación a sequía moderada.
Figura 1. Índice estandarizado de precipitación de tres
meses (SPI3) desde enero a noviembre de 2020. Fuente: Estación
Agrometeorológica EEA Concordia INTA
Situación a futuro: “La Niña” y la sanidad de los eucaliptos
Los fenómenos de “La Niña” y “El Niño” tienen que ver con la
temperatura superficial del océano Pacífico en la zona ecuatorial y tienen una
amplia repercusión en el clima global. Temperaturas bajas en esta región
corresponden a “La Niña” y altas a “El Niño”. En general para nuestra región
condiciones “La Niña” se traducen en primaveras secas y en condiciones “El
Niño” sucede lo contrario.
Temperaturas frías en el Pacífico ecuatorial se vienen dando
desde el mes de julio y tal como se esperaba las lluvias estuvieron por debajo
de lo normal traduciéndose en una sequía que comenzó en septiembre y ya lleva
tres meses. El pronóstico para los próximos tres meses
(diciembre-enero-febrero) va a continuar con precipitaciones por debajo de los
valores normales, esto es menos de 300 mm para el trimestre, y estará
acompañado de temperaturas por encima de lo normal (media trimestral >26°C)
(2, 4).
Ante este panorama la actividad forestal podría verse
fuertemente afectada. La probable escases de reservas de agua en el suelo y la
alta demanda hídrica estival pueden provocar el colapso de los árboles
disminuyendo el contenido de agua en los tejidos lo que atrae a insectos como
Phoracantha sp. que en situaciones de normalidad no atacan los árboles en pie.
El síntoma inicial es el secado de parte de la copa del árbol y a medida que el
insecto avanza en galerías subcorticales la planta se seca completamente y hay
rajado de corteza. La situación se irá revirtiendo a medida que se normalizan
las lluvias mientras tanto habrá que prestar atención a los síntomas y
eventualmente tomar medidas de saneamiento (apeo y descortezado de los árboles
afectados por Phoracantha) para el caso de los insectos. Por otra parte, la sequía en verano también
aumentará el riesgo de incendios, para lo cual se deben tomar las precauciones
y prevenciones necesarias.
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