Maia: “Poco que decir”, por Francisco Senegaglia
Muchas veces ponemos a esperar al otro a “que le toque”; la mayoría de las veces, el otro es “el pobre”. El desclasado, el que está fuera del sistema, y por lo tanto del Estado. Y si por alguna razón, le toca, tal vez ya no exista, porque justamente el desclasado no puede esperar. Es el único que no puede esperar porque se le juega la vida en eso.
Por otro lado, sabemos que es un problema de distribución de
la riqueza y concomitantemente de las oportunidades. Es decir, podría
solucionarse relativamente rápido si distribuyéramos la riqueza. Pero los
verdaderos dueños de la riqueza, y del poder se toman todo el tiempo del mundo;
y la política los espera muchas veces con impotencia y muchas veces con
desidia, o simplemente porque no es el momento. Los dueños de las riquezas que
podrían esperar siglos nos hacen esperar, y los que no pueden esperar un minuto
los hacen esperar siglos. En el medio esta la política. La política que debe
atender los intereses de todos privilegiando a los que tienen justamente menos
tiempo. Es necesario intervenir con convicción en la distribución de la riqueza
y quitar la máscara a los productores de pobreza para que la sociedad comprenda
las relaciones de injusticia.
Cuando Maia fue raptada la sociedad se paralizó, y todos
buscábamos a Maia. Y todos es una generalidad del lenguaje. Lo cierto es que
infinidad de esas personas pasaron seguramente por al lado de Maia cuando no
había sido secuestrada por un psicópata. Habían pasado cuando Maia y los
millones de Maia habían sido secuestrados por un sistema perverso que los deja
fuera del trabajo, de la salud, del estudio, de la dignidad, sometiéndola a la
humillación y a la denigración. Discutimos de política y de estadísticas, y
cuando hablamos del índice de pobreza (donde está claramente Maia), no nos
angustiamos. Y muchos mandan a los “pobres” a trabajar. Los pobres solo están
invisibilizados para los que no quieren verlos.
Seguramente vamos a resolver el problema de Maia; ¿pero el
de millones de Maia?
Hay una frase de Ignacio Ellacuría, cura asesinado por la
dictadura salvadoreña: “nadie tiene derecho a lo superfluo, cuando a la mayoría
le falta lo necesario”. Esta frase me parece debe ordenar la distribución de la
riqueza en nuestro país.
La máquina de generar pobres en el mundo se llama
neo-liberalismo; debemos enfrentar las consecuencias de su paso por nuestros
Estados y resolver en el tiempo, políticas de reestructuración de la economía.
Pero en lo inmediato debemos intervenir la riqueza de los que se benefician con
las políticas del neo-liberalismo. Eso sería justicia. Y por cierto, eso le
cabe a todos los que pequeña o grande tenemos alguna responsabilidad,
dirigencial o política. Y mientras hacemos ese primer acto de justicia y
reparación, discutamos la justicia, la educación y la economía para que la
solución alcance en el tiempo una justicia mayor. Y aunque parezca un planteo
ingenuo, es absolutamente certero. Lo es por el principio de realidad. Si no
tenemos recursos ya, ni la posibilidad de resultados en el campo de la
producción y el trabajo para que la economía se mueva ya, la distribución de la
riqueza es la única solución.
Por lo pronto si entendemos dos cuestiones que parece hoy
que todos entendemos. Que los desclasados no pueden esperar. Y que Ellacuría
tiene razón.
Nos queda un análisis, el más difícil. Construir la
decisión. Y eso significa enfrentar intereses muy profundos en la historia de
nuestro país; pero no se gobierna solo para hacer una buena administración, una
buena economía y políticas públicas saludables. Se gobierna para la patria,
para el pueblo y para la justicia social, eso siempre significó en el pasado y
en el presente enfrentar los intereses de los poderosos. Y hacerlo puede costar
un gobierno o la vida misma. El pueblo va a estar siempre con quienes escuchan
su dolor y sus necesidades. Y si la decisión se toma, será necesario
“visibilizar” las millones de Maia, para que cuando se vaya por los
secuestradores de los millones de Maia, la sociedad toda, sostenga la decisión.
Tal vez, ante lo difícil de la situación en términos de poder real, lo que
puede dar vuelta las cosas sea el heroísmo y el amor a la patria.
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