Ahora le toca a India
El país, con 1400 millones de habitantes, parecía haber conseguido llegar a la fase de vacunación sin un gran brote. Incluso, al ser el mayor productor global de vacunas, exportaba millones de dosis. Hace apenas un mes, la tasa de positividad en Nueva Delhi era del 3 por ciento. Hoy esa tasa es del 36 por ciento y el país reporta diariamente 350.000 nuevos casos.
El jefe de nuestra oficina en India escribió una
escalofriante crónica de lo que es vivir en un país en el que “la enfermedad y
la muerte están en todas partes”: escasez de oxígeno, familias peregrinando de
un hospital desbordado a otro y cremaciones día y noche.
¿Qué pasó para que la enfermedad se extienda ahora a tal
escala y velocidad?
Aunque aún no hay suficientes pruebas científicas, algunos
expertos creen que entre las causas puede estar alguna variante, como la “doble
mutante” que se propaga ahí, es muy contagiosa y, en parte, resistente a las
vacunas.
Sin embargo, los científicos dicen que, en realidad, la
explicación no está solo bajo el microscopio y también culpan a una lenta
campaña de vacunación, a la complacencia del primer ministro Narendra Modi y al
relajamiento de las normas de distanciamiento social.
Mientras que la complacencia individual y comunitaria son un
asunto difícil de controlar, la vacunación rápida sigue siendo una esperanza en
gran parte del mundo.
El gobierno de India ya pausó las exportaciones de la vacuna
Astra Zeneca y ha pedido, junto con Sudáfrica, que se liberen las patentes para
poder enfrentar la crisis. La propuesta, a la que se oponen Estados Unidos, la
Unión Europea y otros países, dispensaría los derechos de propiedad intelectual
para las vacunas y los tratamientos para la COVID-19.
Antes de la pandemia, el programa de inmunización indio era
el mayor del mundo, capaz de vacunar a 55 millones de personas cada año. Ahora
solo 26 millones de personas (el 2 por ciento de la población) han sido
completamente vacunadas.
Si India encuentra una salida rápida para vacunar a su
población, no solo habrá detenido el mayor brote del planeta hasta el momento,
también podría ser un rayo de esperanza. Es que, inmunizar a 7000 millones de
personas en el planeta requiere un verdadero esfuerzo global.
Ahora que Estados Unidos se prepara para un verano de
reuniones familiares y encuentros sin mascarilla, opina Michelle Goldberg,
columnista del Times, el gobierno del presidente Biden debería liberar las
vacunas que tanta falta hacen en los países de menos ingresos: “Si Estados
Unidos cambia su postura, otros países lo harán. Gran parte del mundo está
esperando”.
‘Me fui del hospital con mi hija en una bolsa negra’
La fila para rellenar tanques de oxígeno en Villa El
Salvador, a las afueras de LimaMarco Garro para The New York Times
América Latina solo alberga al 8 por ciento de los
habitantes del planeta, sin embargo, el 35 por ciento de los fallecimientos por
COVID-19 se han registrado en la región.
Los expertos temen que las cicatrices políticas, sociales,
económicas y de salud pública de la pandemia conviertan a Latinoamérica en un
paciente crónico de covid.
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