Ayrton Londero


Aquella fatídica noche de abril de 2012, quedará por siempre en su memoria. El destino se interpuso en el camino y a partir de ese momento todo fue diferente. Javier Londero era “fierrero” de ley, el 23 de septiembre de 1997, cuando nació su hijo varón, no dudó un segundo en elegir el nombre: Ayrton, como su gran ídolo, el piloto brasileño Senna.

Un largo camino al cielo

Desde que tiene uso de razón Ayrton Londero se la ha pasado en talleres y carreras. Siempre pegado a su padre, observando con admiración cada vez que se subía a un auto de carrera para competir y llorando hasta quedarse sin lágrimas, para que lo lleve a los autódromos. Por eso aquella noche cuando recibió la noticia que su padre había tenido un accidente de auto, volviendo justamente de un viaje en el cual había ido a buscar un motor de competición, todo se derrumbó. Su papá, no solo era su espejo, su referente, sino quien lo acompañaba en sus comienzos en el karting. Sin él nada sería igual y por un tiempo, Ayrton se alejó del automovilismo.

Un largo camino al cielo

En ese momento el piloto entrerriano que conduce el Ford 177 del Martínez Competición estudiaba en la Escuela Técnica de Crespo y jugaba al fútbol en el club Unión de esa ciudad, pero decidió volver a Ramírez a terminar los estudios y encontrar, en su hogar, la fortaleza para seguir adelante.

 

El coraje y valentía de su mamá, Marisel Grillone, para afrontar la situación y buscar lo mejor para sus hijos, la empujaron a incentivar a Ayrton a volver a hacer lo que es su pasión: el automovilismo. Junto a un grupo de gente de Ramírez ingresaron a competir en el Karting Entrerriano, logrando el título en el año 2013 en la categoría 125cm3. Al año siguiente pasó a las categorías zonales corriendo en el TC 850, donde quedó muy cerca de obtener el campeonato en el año 2015.

 

Un largo camino al cielo

“Yo arranqué de grande a correr, pero desde ese día me mentalicé para poder llegar a esto. Yo soñaba con esto. Estar en el lugar que estoy hoy, no es para muchos, es sumamente difícil, sobre todo viendo desde dónde yo arranqué. El presupuesto que se necesita es gigante, pero siempre me mentalicé para poder hacer realidad este sueño y tuve la suerte de encontrar la gente que confió en mí y te apoya. Eso me hace sentir un privilegiado, no tengo espalda económica para poder estar corriendo en el TC, pero el esfuerzo que hacen todos hacen posible estar hoy acá”, comenta Londero, con absoluta sinceridad.

 

El automovilismo es parte del ADN de la familia Londero: el abuelo de Ayrton, Cacho Londero, era integrante de la peña de Tony Deffler, piloto que corría en la década del 80 en la Fórmula 6 entrerriana y usaba en su monoposto el número 77. Luego, Javier Londero, lo tomó como propio y Ayrton continúa con la tradición.

 

Toda la ciudad de Ramírez se encolumnó detrás de él, cuando en la temporada 2016 decidió dar el salto al TC Pista Mouras. El propio Ayrton, junto a su mamá, se encargaban de buscar los sponsors y organizar las rifas que vendían por todo Ramírez para poder estar presente en cada fecha. Los ramirenses también le compraban los productos que los sponsors le entregaban al piloto a cambio de publicidad. Había que demostrar el talento en la pista y también fuera de ella, para poder reunir el presupuesto.

 

“Siempre tengo presente todo el esfuerzo realizado cada vez que me subo al auto, me gusta ser demostrativo con los hinchas y trato de transmitir lo que estoy viviendo. Hago lo que me gusta y me apasiona y pude cumplir el sueño de correr en el equipo de mi ídolo. Tengo de compañero de equipo a tres pilotazos como Mariano Werner, De Benedictis y Okulovich. Yo de chiquito los miraba y para mi eran intocables, jamás pensé en poder estar con ellos y que me dirijan la palabra”.

 

Un largo camino al cielo

El año pasado, en la definición del campeonato de TC Pista, los planetas se alinearon o alguien de arriba los alineó, para que Londero se coronara campeón en una definición para el infarto. “El campeonato del año pasado fue muy especial, emotivo y muy buscado y como que me cayó del cielo o alguien de arriba me dio una mano muy grande para que lo consiga. Hoy entro a la página de la ACTC y miro los nombres de los pilotos de TC y no puedo creer que yo esté corriendo entre ellos. Encima ahora correr en Paraná, donde siempre venía con mi papá a ver la categoría, y encima con el equipo del “Gurí”, es soñado. Yo me volvía loco por ir a los boxes a ver los pilotos, creo que desde los dos o tres años vengo a este circuito. Siempre esperaba el día domingo, cuando antes de largar los pilotos pasaban y aceleraban los autos, para saludar a la gente y yo me subía al alambrado para verlo a Martínez. He vivido cosas muy fuertes. Cuando salí a pista, a disputar la primera serie del año del TC en La Plata, salí de los boxes llorando. Lo tenía al “Gurí” hablándome, la miraba a mi mamá y sentía que mi papá estaba sentado al lado mío cuando me iba para la pista”

 

El Ford 177 saldrá a pista: Ayrton tomará con fuerza el volante para zambullirse en la olla al final de la recta principal, y apretará el pedal del acelerador a fondo. Cuando el motor ruja, desde arriba recibirá un guiño cómplice. La sonrisa se le dibujará en la cara y alguna lágrima traicionera recorrerá su mejilla.

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