Entre los ríos


La noticia de que Enrique Cresto será candidato sorprendió los ámbitos del oficialismo y la oposición. La decisión estaría tomada desde la Casa Rosada, a través del encargado de armar la estrategia electoral, el jefe de gabinete Santiago Cafiero.

Según fuentes de la Rosada en esta elección nacería el Albertismo y reconocen que son cruciales, donde no se admite decir que NO. En provincia de Buenos Aires será la funcionaria Victoria Tolosa Paz. Enrique a los 32 años fue candidato a Vicegobernador por la lista 100; desde esa experiencia trunca, el menor de los Cresto viene construyendo desde el oficialismo. Su audaz decisión de tomar licencia del sillón de Zorraquín para pasar a ser funcionario nacional, con el transcurrir del tiempo fue demostrando que no era una locura. Si bien apuntaba a otro cargo, logró ponerle su impronta a la administración del Enohsa, y no queda ciudad y junta de gobierno en la provincia que no tenga alguna obra.

Todo indica que la elección será complicada para el oficialismo. Pero en igual situación se estaba en el año 2013, donde el oficialismo perdió en provincia de Buenos Aires con la aparición del Frente Renovador de Massa. En Entre Ríos la campaña fue tan exitosa como denostada después. “El sueño entrerriano” obtuvo el segundo triunfo más holgado después de Chaco (Capitanich), y los memoriosos recuerdan que Urribarri sonaba en los medios nacionales como Jefe de Gabinete. Allí el ex gobernador puso su foto en la boleta (senador suplente) y abrazó a quienes no habían apostado por él como sucesor de Busti y a quienes lo criticaron como gobernador kirchnerista. Esa elección tuvo a Urribarri y Lauritto como electores principales, e integró a desconocidos hasta el momento como Carolina Gaillard, Jorge Barreto, y una docente rural de Concepción del Uruguay. También hizo reelegir al kirchnerista Pedro Guastavino, que luego terminó formando bloque con Pichetto.

Cresto es quizás el mejor hombre que tiene el peronismo hoy para unir a todos los ranchos del peronismo, con la capacidad y el recorrido suficiente para abrazar a todos. No hay dirigente o militante promedio en la provincia que no tenga algún contacto con él, los que lo quieren y los que no tanto reconocen su capacidad de trabajo, que viene demostrando con gestión en este año y medio.

Un ejemplo que sucedió en Rosario también deberá analizar Cresto. El radical Pablo Javkin perdió las intermedias como candidato a concejal en 2017, no pudo hacer nada para parar la polarización nacional, pero puso el cuerpo por el frente progresista en Rosario y salió tercero. Venía de ser secretario de Gobierno de Mónica Fein. Dos años más tarde ganó la interna como candidato a intendente a la socialista Verónica Irizar, bendecida por Fein y Lifschitz, lo que muestra que una eventual derrota no es el fin en política para nadie, y en muchos casos puede ser una plataforma para otros objetivos.

También suena el nombre de la primera dama Mariel Ávila; la esposa del gobernador cumple un rol reconocido en la militancia justicialista, marca los ejes de acción en materia de desarrollo social, discapacidad, cultura y obras prioritarias. En este caso, a diferencia de la de Cresto, dependerá de una decisión personalísima. Bordet tiene muchas coincidencias con el gobernador cordobés Juan Schiaretti, quizás el más influyente del peronismo. Allí no hay dudas de que su esposa, Alejandra Vigo será candidata a senadora nacional.

Después, los demás partidos y movimientos no tienen desarrollo ni volumen a nivel provincial. Se dice que La Cámpora no quiere poner candidatos, sabe que la parada es difícil y la orga no renueva banca. El kirchnerismo entrerriano hoy es conducido por Bordet, atrás quedaron los votos en contra de las leyes sobre reforma laboral y previsional de Julio Solanas y Juan Manuel Huss. Al decir de Bordet "la estudiantina" se terminó y hoy las mismas personas como legisladores  provinciales votaron sin chistar la ley de "emergencia" que impulsó el gobernador. Es decir que la conformación de la lista será conformada entre el gobernador y la Rosada.

En la semana falleció Miguel Lifschitz, un político que arrancó de abajo, un hombre de pocas palabras, pero un animal de gestión, una máquina imparable al que el propio Binner alguna vez dijo “este será mejor que yo”.  Dos veces intendente de Rosario y gobernador de Santa Fe, con su partida también se angosta el futuro de una fuerza de centroizquierda no peronista. Lifschitz era un dique de contención para la reproducción de ese escenario de operaciones argentino que se tensiona cada vez más.

Al igual que el gobernador entrerriano, Lifschitz no era un star de la política y confiaba en muy pocos sus decisiones, que al final de todo el proceso terminaban siendo sumamente personales. Nunca nadie sabía muy bien qué iba a hacer en los momentos trascendentes y solo se enteraban cuando el asunto había sido saldado. Así actúan los verdaderos jefes políticos, para bien y para mal. Y quizás no son muchos, por eso mismo.

Entreriosplus

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