Cantor de tango que vivía en la calle y hoy grabo para Sony Music gracias a un video que se hizo viral (Video)
En 2019 sufrió un infarto y se quedó sin trabajo. No pudo pagar más el alquiler y terminó durmiendo en una camioneta estacionada en Mataderos. Hasta que alguien quedó impactado por su voz y lo grabó. El video recogió mas de 6 millones de me gusta y esto generó que lo buscaran de una discográfica internacional.
Alejandro Reyna tiene una voz de tango que no es impostada.
La forjó a fuerza de vivencias difíciles.
Un divorcio, una carrera como cantor que no alcanzaba para
comer y un trabajo informal que perdió porque sufrió un infarto y lo
reemplazaron por otro. No pudo seguir pagando el alquiler y terminó viviendo en
la calle, dentro de una camioneta prestada. Hasta que lo grabaron cantando y
sus videos se viralizaron en las redes. Menos de un año después, tiene un
contrato con una discográfica. Días atrás cantó en Abasto Barrio Cultural, un
ciclo de shows en vivo organizado por el Ministerio de Cultura de la Ciudad.
"Todos los tangueros tenemos una vida llena de matices-
Si no, no podríamos cantar tango. Para entenderlo mejor, hay que vivir esos
matices y a todo eso uno lo va convirtiendo en arte", le dice Reyna a Clarín
desde el departamento que alquila en Floresta en esta nueva vuelta de su vida.
Lo comparte con China, su perra pitbull.
VIDEO
Desde su separación "hace muchos años" de una mujer profesional que se fue a vivir al exterior junto a los hijos de ambos, Reyna está solo. "Es muy difícil porque uno generalmente se casa para toda la vida -señala-. Aparte, mis viejos se casaron grandes y murieron jóvenes. Tengo poca familia. De mis dos hermanas, una vive en el interior".
"A mí me pasó una cosa -continúa-. Es muy difícil vivir
del tango, somos obreros del tango. La mayoría tiene un trabajo paralelo y yo
también lo tenía. Cantaba en restaurantes, pero también trabajaba como guardia
de seguridad privada en un frigorífico de Mataderos. Era un trabajo no
registrado. Y en agosto de 2019 sufrí un infarto y cuando me intenté
reincorporar me encontré con que mi lugar había sido ocupado por otra
persona".
Reyna no pudo seguir pagando el alquiler y, en octubre de
2019, tuvo que desocupar el departamento. Mandó sus cosas a un guardamuebles y
quedó sin techo. Él lo cuenta en plural, pero habla de él solo:
"Terminamos en situación de calle, terminamos viviendo en una
camioneta".
Su casa pasó a ser una Ford 350 estacionada en Pilar y Rodó,
Mataderos, que le prestaron unos conocidos de un frigorífico. "Encima el
del guardamuebles se mudó sin avisar y me quedé sin nada", dice.
Fueron casi siete meses de una vida para la que nadie está
preparado. "El deterioro físico y mental es terrible, porque uno no tiene
acceso a ningún medio de comunicación, no se alimenta como corresponde
-explica-. Estuve un mes sin bañarme. Era impensada la situación, si uno tiene
cierto orden. Y yo lo tenía, no tengo vicios, no tomo alcohol. Mi único vicio
es fumar".
En ese tiempo, Reyna adelgazó 15 kilos. "Había días en
que no comía, hasta que alguien me dijo que fuera al comedor de los Carasucias.
Daban de comer de lunes a viernes y los fines de semana comía lo que podía, a
veces pan solo", cuenta. Y dice que a partir de la pandemia y de la
cuarentena, todo empeoró. "Los baños de las estaciones de servicio estaban
clausurados. Yo estaba aislado en la camioneta y sin comunicación, porque me
habían robado el celular".
Alejandro Reyna también tuvo que lidiar con la gente que,
aunque lo conocía, dejó de mirarlo cuando pasaba. "No me daban
bolilla", lamenta. Pero hubo una contracara: "Se me acercó mucha
gente que yo no conocía y que después terminaron siendo mis amigos", dice.
La lista incluye a un policía de la Ciudad que lo había
escuchado cantar y una vez le propuso: "¿No querés que subamos un video a
las redes? Alguno te va a ayudar".
"Subimos el video a las redes y a los dos días,
vinieron Ricardito Marín, Carlitos Paiva... Y Ramón, el dueño de unos
restaurantes donde yo solía cantar y que me propuso ir a vivir a la oficina que
tenía en su pizzería, La Paz", cuenta Reyna. Y dice que en esos días
también lo ayudó la Red Solidaria. "Me dieron desde zapatillas hasta jabón
para bañarme".
Como agradecimiento, Alejandro hacía tareas de mantenimiento.
"Como al principio de la cuarentena sólo se trabajaba con delivery, un día
había cuatro o cinco personas esperando su pedido cuando Ramón me preguntó por
qué no les cantaba algo. Yo estaba pintando, pero dejé lo que estaba haciendo y
canté el tango 'De puro curda'. Un hombre me filmó y subió un video a las
redes. A la semana me sonó el teléfono y era un periodista que quería hacerme
una nota y yo no sabía por qué. Me dijo que mi video había explotado en las
redes".
Ese no fue el único llamado que recibió.
"También se comunicó Damián Amato, el director de Sony Music, que me dijo
que la gente de Sony de Miami le había pedido que me buscara y que me hiciera
un contrato. Lo firmamos y eso es lo que me sacó a flote.
Reyna, que de joven se inspiró en Julio Sosa pero con los
años desarrolló su propio estilo, tiene un repertorio clásico de fines de la
década del 40 y del 50. La última curda, Naranjo en flor, Cafetín de Buenos
Aires. Y a pesar de que el gran público lo descubre recién ahora, tiene toda
una carrera detrás. "Empecé a los 16 años, cantando en la orquesta de
Vicente Russo. Mi compañero era Jorge Falcón, que en aquel momento usaba su
nombre verdadero, Luis Iglesias. Más adelante me incorporé al sexteto de
Virgilio Espósito", repasa.
Ahora, a los 60 años, Reyna alcanzó notoriedad sin buscarla.
"Lo tomo con el equilibrio de un hombre de mi edad. No lo esperaba. Lo
único que esperaba era que termine la pandemia para poder salir los fines de
semana a cantar. Esto era impensado".
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