La crisis cubana divide a América Latina y recalienta varias campañas electorales
Las marchas iniciadas el domingo con un amplio arco de reclamos -la precaria situación económica, la atención médica ante la pandemia y por más libertades políticas-, se metieron de lleno en las agendas políticas de los países de la región.
Menos de un mes después de que la Asamblea General de la ONU
rechazara de forma abrumadora y por vigésima novena vez el embargo
estadounidense a Cuba, varias manifestaciones opositoras, las más grandes en
décadas, centraron la agenda mediática de la región en la situación política y
social de la isla y desnudaron las diferentes posturas de los Gobiernos latinoamericanos
y sus fuerzas políticas.
El 23 de junio, la resolución de rechazo sumó 184 votos a
favor, dos en contra (Estados Unidos e Israel) y tres abstenciones (Colombia,
Brasil y Ucrania).
En América latina, los votos de Colombia y Brasil
fracturaron por segunda vez - la primera fue en 2019- la posición unánime de
apoyo a Cuba de los países latinoamericanos.
Y esta división se amplió aún más cuando las marchas
iniciadas el domingo con un amplio arco de reclamos -la precaria situación
económica, la atención médica ante la pandemia y por más libertades políticas-
se metieron de lleno en las agendas políticas de los países de la región.
En Brasil, el presidente ultraderechista Jair Bolsonaro
enarboló de inmediato la bandera anticubana para hacer campaña a favor de su
reelección y declaró su apoyo a las manifestaciones, además de desafiar a su
posible contrincante, el exmandatario Luis Inácio Lula da Silva a que exprese
su postura el respecto.
Lula, que duplica en intención de voto a Bolsonaro en las
elecciones previstas para 2022, recogió el guante y abordó el tema, pero se
centró en pedir el fin del embargo y desdramatizar las protestas, tras recordar
que en Cuba la gente se manifiesta "pero nadie vio a ningún soldado cubano
con la rodilla sobre el cuello de un negro, matándolo", en una clara
referencia a George Floyd, el estadounidense negro asesinado en un caso de
violencia policial el año pasado.
Desde la Cancillería colombiana, en tanto, el Gobierno
exhortó "a todos los actores a mantener una actitud pacífica y a las
autoridades en Cuba a respetar ese derecho y a garantizar la libertad de
expresión del pueblo".
Esas declaraciones fueron duramente criticadas por uno de
los principales opositores al Gobierno del presidente, Iván Duque, el senador y
líder de la Colombia Humana, Gustavo Petro, quien calificó como una
"hipocresía" que éstas se enuncien apenas meses después de que
"190 jóvenes fueron asesinados y mutilados por el Gobierno",
precisamente por salir a las calles a protestar.
Una situación análoga se vivió en Chile, en medio de una
caliente campaña de primarias presidenciales, en la que el Gobierno de
Sebastián Piñera condenó la represión en Cuba y señaló que "no hay
justificación para impulsar medidas que intenten acallar a los
ciudadanos".
La situación cubana incluso acaparó la atención en los
debates televisivos, de cara a los comicios que este domingo decidirán los
candidatos chilenos a las presidenciales de noviembre
Desde la oposición y redes sociales le recordaron la feroz
represión contra los manifestantes del estallido social de 2019, las denuncias
de violaciones a los derechos humanos y las centenares de lesiones oculares
producto de la violencia policial.
La situación cubana incluso acaparó la atención en los
debates televisivos, de cara a los comicios que este domingo decidirán los
candidatos chilenos a las presidenciales de noviembre, y llegó a resquebrajar
una frágil unidad en la coalición de izquierda Apruebo Dignidad, luego que sus
exponentes, el comunista Daniel Jadue y el frenteamplista Gabriel Boric
evidenciaran fuertes diferencias al respecto.
Estas diferencias fueron utilizadas por la coalición
oficialista "Chile Vamos", que en redes y medios sacó también
provecho de la fuerte atmósfera anticomunista de la clase media para llevar
agua a su molino.
En línea similar, el Gobierno uruguayo de Luis Lacalle Pou
manifestó su preocupación por "la falta de garantías para el ejercicio del
derecho de libre expresión y de protesta pacífica" en Cuba, mientras
diputados del Frente Amplio, la principal fuerza opositora, denunciaron una
doble vara y escaso interés "para condenar la práctica de asedio
permanente que ha sufrido la revolución cubana".
"Una revolución pobre, sí. Pero solidaria",
aseveró el senador frenteamplista, Óscar Andrade.
En el arco progresista de la región, Argentina y México
asumieron una posición casi coordinada, como hace un mes en relación a
Nicaragua, por el arresto de figuras políticas opositoras.
El presidente argentino, Alberto Fernández, sostuvo que si
bien "no conoce exactamente la dimensión" de las protestas que se dan
en la isla, resulta necesario "terminar con los bloqueos" económicos
que en la región están "haciendo daño", tanto a ese país como a
Venezuela.
Alberto Fernández sostuvo que si bien "no conoce
exactamente la dimensión" de las protestas que se dan en la isla, resulta
necesario "terminar con los bloqueos"
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, por su
parte, dijo que el bloqueo estadounidense "se debería suspender (..) como
lo está solicitando la mayoría de los países del mundo" y aseguró que su
Gobierno podría "ayudar con medicamentos, con vacunas y con lo que se
requiera".
Otro país en donde resonó con fuerza el debate fue en Perú.
Mientras se vive una excepcional situación institucional y
el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) no puede aún declarar un ganador del
balotaje celebrado el 6 de junio, el arco político mostró una profunda grieta
en relación a la situación cubana.
La candidata conservadora Keiko Fujimori expresó en Twitter
su solidaridad con el pueblo de Cuba que "vive más de 60 años bajo el yugo
del comunismo" y reivindicó el derecho de la población de salir "a la
calle", mientras el virtual presidente electo, el docente y sindicalista
de izquierda Pedro Castillo, legitimó el derecho de los cubanos a manifestarse,
pero subrayó que las protestas se producen por el bloqueo económico impuesto
por Washington, que tachó de "antihumano e inmoral".
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