“De precios cuidados a precios sinceros”, por Luis Edgardo Jakimchuk
Cuando pagamos por un artículo cualquiera, el precio oculta un entramado no fácil de desentrañar. Detrás de esos precios existen conflictos de intereses y relaciones desiguales de poder que no alcanzamos a entender, pero determinan no solo el comportamiento de la economía, sino también en los ingresos de los ciudadanos.
Lamentablemente vivimos tiempos donde los precios forman
parte de nuestras vidas y lo vamos incorporando naturalmente a nuestra vida
cotidiana, pero no nos preguntamos porque sube a cada rato los precios de los
alimentos y de artículos esenciales.
Cuando el Secretario de Comercio Interior, Feletti dice “los
empresarios tienen que ganar, pero por cantidad o por volumen y no por aumentos
constantes de los precios de las unidades”, refleja claramente el secreto de
los precios. Los precios son políticos porque responde a las premisas del
pensamiento económico que nos domina.
No hay duda que este problema radica en el nivel de
concentración de las empresas que producen alimentos, bebidas y artículos de
necesidades básicas en posiciones dominantes. En los principales rubros
alimenticios existe un máximo de hasta tres oferentes por cada rubro y, en la
mayoría de los casos, las empresas se repiten. A modo de ejemplo, Aceitera
General Deheza, Molinos Cañuelas y Molinos Río de la Plata, PepsiCo y Coca
Cola. Ingenio El Tabacal, Ledesma y Valpafe; Unilever, Arcor, Mastellone,
Swift, entre otras.
Es algo propio del funcionamiento de la economía de mercado
neoliberal que defiende a los que la juntan en pala, amenazando con
desabastecimiento, como lo hizo el concordiense Mario Natalio Grinman,
presidente de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios.
La Federación Argentina de Empleados de Comercios y
Servicios (FAECyS) sostuvo que 10 cadenas de supermercados que incluye a
Carrefour, Cencosud, Coto, La Anónima, Nexus Partners y Casino, representan el
85 por ciento de canal supermercados; y el canal supermercados representa un 37
por ciento del total mercado, del total aprovisionamiento de los hogares",
señaló a El Destape, Juan Vasco Martínez, director ejecutivo de la Asociación
de Supermercadistas Unidos.
Hay dos cuestiones que tiene este fenómeno, una es lo que el
Estado permite estas acciones anticompetitivas intencionales de las empresas
con posición dominante otra es, las consecuencias que ocasiona al cobrar
precios que no están acordes respecto a los COSTOS de producción, que es lo que
se desprende lo que el gobierno les dice a estos empresarios, tengan márgenes
de ganancias vendiendo más unidades que vendiendo menos subiendo los
precios.
Estas empresas no solo se aprovechan de su posicionamiento
en el mercado para cobrar más caro, también invaden con productos con segundas
y terceras marcas para restringir a productos de otras empresas con menos
marketing. Es la lógica empresarial que muestra como único fin restringir la
competencia, contando con el acompañamiento de sectores de la oposición
política y mediática.
La defensa del consumidor es una cuestión de Estado. El
consumidor promedio termina pagando de su bolsillo las consecuencias de la
ausencia de los controles del Estado a los formadores de los precios. Es clave
a la hora de asegurar no solo la rentabilidad empresarial también el bolsillo
de los ciudadanos, controlando la formación de los costos de estos oligopolios.
La oposición, que cuando fueron gobierno decían que venían a
traer orden y normalidad, pero “pasaron cosas”, critican la iniciativa del
secretario de Comercio. La política aplicada por el macrismo tiene como
sustento conceptual a la teoría económica ortodoxa. Quieren que la economía
funcione con “la mano invisible” libremente. Esto es lo mismo, que decir, que
el Estado no tiene que interferir en la formación de precios.
El desafío del gobierno en este momento es devolverle al
Estado la capacidad de defender efectivamente a los consumidores y promover la
competencia en el marco de un modelo de política económica que priorice el
crecimiento y la comida en la mesa de los argentinos.
“Los precios indefectiblemente llevan a la política adentro.
Por definición, son portadores de la desigualdad que reina en la sociedad. Si
el Estado no interviene en el proceso de formación de precios, podemos estar
seguro de que los precios de mercado no se van a determinar en función de los
intereses de la mayoría de la sociedad. Y eso en sí mismo es una decisión
política”, lo sostiene Augusto Costa, en su libro “todo precio es
político”.
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