“Hacia una nueva composición parlamentaria”, por Gabriela Lena
Las elecciones del 14 de noviembre podrían dotar a ambas cámaras legislativas de una nueva composición. En efecto: de repetirse los resultados obtenidos en los PASO, los argentinos habrán decidido que la oposición tenga la mayoría de las bancas de Diputados, mientras que en Senadores el oficialismo justicialista perdería el quórum propio que domina desde 1983. Ese nuevo escenario planteará desafíos a las que se deberá enfrentar todo el arco político. El veredicto de las urnas en septiembre significó un mensaje para el Gobierno que, hasta ahora, no ha sabido leer e interpretar con precisión. Por el contrario, las erráticas reacciones del Presidente y su vicepresidenta han acentuado la confusión que sufren los argentinos en relación al rumbo hacia el que se dirige la gestión.
La contundente derrota en distritos impensados para el
kirchnerismo no ha provocado las rectificaciones que los ciudadanos reclaman,
sino que en muchos casos la radicalización y la ceguera ideológica se ha
profundizado. Así, la irreal medida de
los precios máximos pretende detener la constante y creciente inflación
mensual, pero se continúa con la emisión desenfrenada, el gasto irracional y
todas las acciones antiproducción que caracterizan al kirchnerismo. O el “plan
platita”, por el cual regalan bicicletas y electrodomésticos, subsidios y
bonos, yendo a contramano del reclamo generalizado de que se necesita trabajo
genuino y no dádivas.
Pero una nueva composición de las mayorías legislativas
podría ser mucho más que un mensaje de la ciudadanía al Gobierno. Sería la oportunidad
de instalar una nueva agenda de temas en el debate parlamentario. Es que, hasta
ahora, el oficialismo justicialista ha ignorado sistemáticamente los proyectos
que hemos presentado desde la oposición. Por el contrario, se ha centrado en su
propio temario que tiene como eje los intereses políticos del Ejecutivo y, en
el Senado, lo que interesa y preocupa a la vicepresidenta Cristina Fernández.
El trabajo parlamentario es, esencialmente, el desafío de la negociación, del
intercambio de pareceres e ideas, de la sumatoria de aportes, de puntos de
vista y saberes. Pero eso se logra cuando las mayorías no imponen, sino que
consensuan, cuando persuaden y argumentan. Lamentablemente, ésa no es la
costumbre de este gobierno que ha preferido ignorar cualquier tipo de
diferencia. Vale como ejemplo lo ocurrido durante el largo período de
cuarentena, cuando nos fuimos escuchados ni tenidos en cuenta, sino que
quedamos reducidos a ofrecer aportes testimoniales. Por eso, una nueva mayoría
parlamentaria que seguramente se logrará a partir del 14 de noviembre implica
una gran responsabilidad para la oposición. Será la oportunidad de que se
analicen y se trabajen proyectos que actualmente duermen en el Congreso y que
apunten a mejorar el sistema educativo, a generar mejores condiciones de
trabajo y producción, que garanticen los derechos de la ciudadanía y su
libertad. Entonces, sin dudas, las elecciones del 14 tienen una gran
importancia para el futuro y posibilitará afianzar cambios en nuestro país que
ya han comenzado.
Diputada nacional por Juntos por el Cambio
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