Entre Ríos enfrenta la peor sequía de los últimos 60 años
Los registros de lluvias son seis veces menores que los habituales en un mes, por lo que el 85% del suelo provincial se encuentra bajo los efectos de la falta de agua.
Cerca de un 85% del suelo de la provincia de Entre Ríos se
encuentra sumergido en una sequía récord, la peor de los últimos 60 años según
los registros provinciales, y provocó efectos ecológicos y económicos
"devastadores", aseguró este viernes la Bolsa de Cereales
entrerriana.
Las escasas precipitaciones y las elevadas temperaturas
generaron un fuerte retroceso de la humedad del perfil edáfico.
Los registros pluviales de diciembre pasado en Entre Ríos se
posicionaron entre los diez más bajos de los últimos 60 años en gran parte del
territorio provincial.
En la mayor parte de Entre Ríos las lluvias caídas
acumularon menos de 20 milímetros, seis veces menos de lo que normalmente debe
llover durante un mes.
El promedio de lluvias en diciembre de los últimos 17 años
es de 130 milímetros en Entre Ríos, pero en este diciembre último solo se
recibieron 16 milímetros, el 12% de lo esperado.
También el último mes de 2021 tuvo elevadas temperaturas y
baja humedad relativa, con una temperatura máxima que superó los 35 grados
desde el 19 de diciembre en adelante, provocando una estrés térmico para los
cultivos y animales.
Los productores agrícolas debieron implantar el maíz de
forma tardía y correr la floración de la soja hacia la segunda parte de enero y
febrero; y se vieron afectados fuertemente los rendimientos y las condiciones
fenológicas de los granos en general.
Si bien los próximos días se esperan precipitaciones, hasta
que acontezcan continúan las "jornadas muy hostiles" para la
agricultura y ganadería de Entre Ríos, advirtió la Bolsa de Cereales
provincial.
Por otro lado, los lotes pastoreados no logran recuperarse
para ingresar nuevamente los animales, lo que impacta de manera incisiva en la
ganadería entrerrriana.
En tanto, la primavera pasada no tuvo tasas de crecimiento
normal o adecuada del forraje debido a la escasa humedad en el suelo, con
campos arrasados sin oferta forrajera y muy escasas reservas.
También los lotes implantados con alfalfas presentan baja
tasa de crecimiento, y el campo natural está con nulas o muy bajas tasas de
crecimiento.
Por eso, hay empresas ganaderas que agotaron sus reservas de
alfalfas y forrajería y visualizan una gradual caída de la condición corporal
de los animales.
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