Vuelven a poner el foco sobre la fortuna de Urribarri: el inventario de sus propiedades
Tras la condena de Sergio Urribarri a 8 años de prisión por peculado y negociaciones incompatibles con el ejercicio de la función pública, los medios de todo el país siguen sacando a la luz información sobre el exgobernador y exembajador.
Al igual que en octubre del año pasado, cuando se
desarrollaba el juicio que lo condenó, se volvió a poner el foco en su
patrimonio, destacando inmuebles en Entre Ríos y Buenos Aires.
Informe revela que el patrimonio de Urribarri habría crecido
627 % en un año
“De empleado bancario a multimillonario. De una vivienda
construida por el Estado a una amplia lista de inmuebles de lujo en distintos
lugares del país. Sergio Urribarri sería un ejemplo exitoso de movilidad social
si la Justicia no hubiese sentenciado que edificó su fortuna en base a la
corrupción”, dice en las primeras líneas.
A continuación, la nota titulada “Sergio Urribarri: el
inventario de sus bienes millonarios”, publicada por Noticias, para Perfil.
Después del apogeo que lo llevó hasta la gobernación de
Entre Ríos, y que lo hizo soñar con ser candidato a presidente, Urribarri pasa
sus peores días: fue condenado a ocho años de prisión por una megacausa de
corrupción e inhabilitado de forma perpetua para ejercer cargos públicos.
El patrimonio del ex gobernador creció de forma exponencial
al calor del poder. Así se hizo de una inmensa cantidad de inmuebles que
todavía conserva. Pero su desgracia podría ser mayor: es que quedan expedientes
abiertos que acumularían años de sentencia y que, tras su renuncia como
embajador, deberá afrontar desde el llano. El entrerriano está en el ojo de la
tormenta.
La caída. Urribarri nunca se imaginó condenado. Solía
declarar que estaba “ansioso” por defenderse y que eran “ataques que quedarán
demostrados a lo largo del proceso”. No sucedió. La catarata de pruebas que los
fiscales recogieron lo llevaron a una condena histórica: el jueves 7, el
Tribunal de Juicios y Apelaciones de Paraná leyó los fundamentos de la
sentencia que el embajador de Israel siguió de forma virtual.
“El fallo de primera instancia de hoy es una clara muestra
de arbitrariedad, injusticia y atropello al Estado de Derecho. Voy a apelar con
la convicción de que me asiste la razón”, escribió momentos después en su
cuenta de Twitter. Y completó: “No obstante, he puesto a disposición del
presidente mi renuncia como embajador”. Alberto Fernández no tardó en
aceptarla.
La megacausa aglutinó cinco expedientes con irregularidades
cometidas durante su gobernación, entre 2007 y 2015 en las que se destacan la
“causa de la vaca”, donde se investigó un mecanismo de pago de retornos a
través de imprentas, y el “sueño entrerriano”, un desvío de fondos públicos
para su carrera política: llegó a montar un parador en Mar del Plata, en la
búsqueda de ser candidato a presidente en 2015.
Sin pronunciar la palabra Lawfare, clave en el vocabulario
del kirchnerismo para defenderse ante la Justicia, Urribarri basó su defensa en
ese concepto: le apuntó a los fiscales, al periodista Daniel Enz por ser
“manifiesto anti-k que está obsesionado conmigo” y hasta a Rogelio Frigerio,
“el de la Gestapo macrista que ahora se está investigando”. No fue suficiente.
El derrumbe del ex gobernador de Entre Ríos podría
continuar. Es que hay más expedientes que tramitan por fuera del principal y
podrían acumular más años de prisión: Urribarri tiene abiertos procesos por
enriquecimiento ilícito y negociaciones incompatibles con la función pública.
Además, está involucrado en otros juicios, como uno por contratos legislativos
truchos.
La Justicia podría avanzar sobre su familia y también sobre
sus supuestos testaferros. El principal, el empresario paraguayo Diego Armando
Cardona Herreros, beneficiado con el millonario reparto de la obra pública en
Entre Ríos. Por ahora, más allá de la sentencia en su contra, la fortuna de
Urribarri sigue estando blindada.
Casa familiar de Urribarri
El capital. El ex gobernador podrá decir, como pocos, que la
del kirchnerismo fue su “década ganada”. Acumuló bienes de lujo y usó como
propios los recursos del Estado. Entre otras cosas, construyó su lugar en el
mundo en Salto Grande: una mansión que se convirtió en la joya de la corona y
que visitaron tanto políticos como celebridades.
La "casa de fin de semana” que empezó a construir en su
segundo mandato como gobernador es un casco de estancia de 10 habitaciones,
cada una con baño en suite, un gran comedor y un amplio quincho. Afuera, una
gran pileta que bordea la construcción y sirve de mirador a la represa. Playa
privada, muelle y una cancha de fútbol con medidas profesionales y riego
automatizado, que fue utilizada en más de una oportunidad por jugadores
profesionales llevados hasta allí por su hijo Bruno.
A la casona de la península de Salto Grande, siempre bien
custodiada según los oriundos del lugar, era más frecuente que el entonces
gobernador llegara por aire que por vía terrestre.
Urribarri y su esposa, Ana Lía Aguilera, conservan la casa
familiar que incorporaron al patrimonio en sus primeros años en la política, en
Garat 200, Concordia. Aunque, claro está, con el buen pasar se le agregaron
metros cuadrados de lujo y confort. En esa localidad, la familia tiene otros
inmuebles importantes, como el de 25 de mayo y Avellaneda, donde reside la ex
esposa de uno de sus cinco hijos.
También tienen inmuebles en Capital, como el de Lafinur
3300, a metros de Avenida Libertador, que es utilizado por todo el clan
familiar. Eso, claro está, sin contar con otros bienes a nombre de sociedades y
testaferros que la Justicia sigue investigando.
Departamento en Capital Federal
Génesis. En su infancia, en un campo de Entre Ríos,
Urribarri no podía imaginar que de grande acumularía tal fortuna. Fue cajero de
banco hasta que la política se cruzó en su vida. De allí llegaría a soñar hasta
con la presidencia del país, antes de que todo empezara a derrumbarse.
Hijo de una directora de escuela rural y un empleado
ferroviario, estudió para contador público aunque no se recibió.
Fue intendente de la pequeña localidad de General Campos,
legislador provincial y ministro de Gobierno, antes de que Jorge Busti, a quien
él presentaba como su “hermano y amigo”, lo apoyara para sucederlo en la
gobernación. Quienes siguieron de cerca aquella campaña, en 2007, cuentan que
no tardó un día en darle la espalda: culminada la elección que lo dio por
ganador, traicionó a su padrino político.
Fue jefe de campaña de Adolfo Rodríguez Saá en 2003, pero
también el primero en abandonar el barco para convertirse en kirchnerista,
cuando ese movimiento estaba naciendo. También había sido menemista y funcional
a quien le fuera útil. Sólo quería poder. Y hacer negocios.
Se metió en el mundo de la construcción, en el fútbol y en
el agro (cuestión que ocultó cuidadosamente durante el kirchnerismo, cuando el
campo era el enemigo), entre muchos otros rubros.
Casa en Concordia
En 2015, a pesar de sus intenciones de ser candidato a
Presidente, debió ceder ante Daniel Scioli. A cambio, el ex gobernador
bonaerense le había prometido que sería su ministro de Interior y Transporte.
Fuentes entrerrianas revelan que Urribarri estaba tan convencido de la
victoria, que le había prometido a los suyos que se mudarían a Capital Federal:
alguno de ellos, incluso, llegó a alquilar un inmueble que nunca utilizó.
Su regreso a las primeras líneas se dio con la irrupción del
Frente de Todos. Alberto Fernández lo designó como embajador en Israel en mayo
de 2020, aunque la pandemia lo hizo demorar en arribar a destino. Tardó poco en
protagonizar el primer escándalo: meses después de su llegada se viralizó un
video en el que se lo ve bailando en una fiesta. “Mañana, todos con covid”,
comenta divertido en las imágenes que generaron repudio.
Quienes investigan a Urribarri creen que apenas empezaron a
tirar del hilo. Aseguran que queda mucho por conocer de un patrimonio que no
tiene límites. Y que la condena que sufrió es apenas la primera: el hombre que
un día soñó con concretar el “sueño entrerriano”, hoy vive una pesadilla.
Fuente: Noticias - Perfil
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