La UCR entrerriana también cargó duro contra Macri
Diferentes dirigente del radicalismo entrerriano apuntaron contra Mauricio Macri,por sus dichos sobre la gestión de Hipólito Yrigoyen. “Es un agravio gratuito al partido que, resignando gran parte de su historia, lo llevó a ser presidente”, sostuvo Rogel, mientras que Galimberti afirmó que “argumentos como los de Macri sintonizan mejor con Javier Milei que con los principios de la UCR”.
Las críticas al expresidente responden a sus declaraciones
contra uno de los baluartes de la UCR, Hipólito Yrigoyen, a quien tildó de
“populista”.
Aquí, algunos delos cuestionamientos de la dirigencia
entrerriana:
Fabián Rogel (ex diputado nacional): “Descalificar lo que se
desconoce”, se titula el texto y dice: “Leandro Alem fundó el primer partido
moderno de América e Yrigoyen consiguió el voto universal y secreto, para que
el sufragio del peón valiera igual que el del patrón.
Las declaraciones de Mauricio Macri son producto del
desconocimiento, del desagradecimiento y de un agravio gratuito al partido que,
resignando gran parte de su historia, lo llevó a ser presidente.
“En estos tiempos donde el pueblo pareciera ser que ve que
los dirigentes no los está representando, estas declaraciones ayudan al
descrédito de la política y confunden lo que para algunos es populismo con
popular”.
“Se acaban de cumplir 100 años de la creación de YPF, base
estructural del desarrollo nacional. Con Yrigoyen y con el radicalismo se logró
la reforma universitaria, con Yrigoyen la obligatoriedad del guardapolvo blanco
unificó y valoró el conocimiento por sobre las diferencias sociales. La
Argentina, en el concierto de las naciones, sentó el precedente de que los
pueblos son sagrados para los pueblos, y las naciones para las naciones.
¿Pueden estas acciones ser calificadas de populistas confundiendo el bienestar
general, el desarrollo nacional? Tamaña ofensa gratuita hacia Yrigoyen y hacia
el radicalismo merecen del ex presidente un pedido de disculpa”,
“El pueblo atraviesa horas de dolor por la situación
económica y social. Macri pareciera ser que quiere ocupar el lugar que ocupa la
actual vicepresidenta de la Nación, socavando Juntos por el Cambio, como lo
hace la vicepresidenta al socavar al presidente que ella eligió”, sostuvo.
“Finalmente observo que estamos frente a una loca carrera
para oponernos a todo lo que signifique el bienestar general, la grandeza de la
Nación y el mejoramiento de los sectores populares, acusando alegremente de
populismo, desde el desconocimiento y desde la reacción”, agregó.
Pedo Galimberti (Diputado nacional): “Por más ‘populistas’
como Yrigoyen” se tituló el texto que Galimberti publicó en sus redes sociales.
“Mauricio Macri en la Conferencia Internacional de la Libertad, en San Pablo,
calificó a Hipólito Yrigoyen como ‘populista’ por ser el creador de la primera
empresa petrolera estatal”,
“El ex presidente se equivoca y pierde de vista la dimensión
histórica. El populismo, mal entendido, es tan malo para el país como concebir
al Estado como una organización social con lógicas privadas. El ‘Estado Bobo’
es tan malo como el Populismo.
“Argumentos como los de Macri sintonizan mejor con Javier
Milei que con los principios de la UCR”.
Leandro Arribalzaga (ex presidente de la UCR Entre Ríos):
“Macri, hablar con liviandad es desconocer la historia Es menoscabar valores
republicanos, soberanos, democráticos, de libertad, igualdad, ética, conducta,
banderas sostenidas por la UCR desde 1891. Se necesitan estadistas de la talla de
Yrigoyen”.
Migue Rettore (ex concejal de Paraná): “Son muy lamentables
todas las declaraciones de
Mauricio Macri. Como no podrá ser nunca más Presidente, hoy
quiere romper Juntos por el Cambio. Su
incontinencia verbal, deficiente formación y su carencia de tacto y sentido
común explica por qué fracasó su gobierno 2015/2019”.
Ramiro Pereira (Presidente Comité Capital de la UCR): por su
parte, Pereira publicó un extenso texto en el que cuestiona a Macri y defiende
al histórico dirigente radical:
“Yrigoyen, Macri y el populismo”.
En el marco de una conferencia en Brasil, el ex presidente
de la Nación Ing. Macri caracterizó a los gobiernos de Yrigoyen como populistas
y los emparentó con las presidencias de Perón.
En verdad, este tipo de manifestaciones resultan
convenientes pues arrojan luz sobre las ideas, afinidades y diferencias entre
las fuerzas políticas que integran una de los dos coaliciones que en la
actualidad estructuran el sistema político argentino y permiten además discutir
los alcances de un término político calificativo por demás usado en estos
tiempos: el populismo.
Hay que tener cuidado con el término, porque fácilmente
sirve para calificar cualquier conducta política que tienda al bienestar
popular. En el extremo, la democracia es populista, pues en la democracia
cuenta el número (el pueblo) y en la medida que este presiona por un mejor
pasar puede ser así calificada. Es así que en los ’70 ciertos sectores del
pensamiento que hoy identificamos como neoliberales tenían por ingobernable a la
democracia y llegaron a apoyar dictaduras militares, a los fines de disciplinar
las demandas sociales vehiculizadas en la democracia.
El “populismo” no puede ser entonces sinónimo de “popular”,
sino que en todo caso define a la dirección política que promueve medidas que
en el mediano y largo plazo son insustentables. Al mismo tiempo, el populismo
se caracteriza por un desprecio a la institucionalidad democrática, es decir, a
las formas institucionales, y tiene muchas veces tendencia a los gobiernos plebiscitarios
y con derivas autoritarias.
Yendo la historia, hay quienes han asociado a Yrigoyen y a
Perón. En verdad, ambos pertenecen a épocas y espectros ideológicos diferentes.
Yrigoyen es parte de la Argentina liberal, donde por liberal se entiende el gobierno
de la ley y las libertades públicas. Es así que Yrigoyen planteó como programa
político el cumplimiento de la Constitución Nacional, tanto así que en una
clásica obra de historia se califica a la Argentina de la ley del sufragio
universal como los tiempos de la República verdadera [1] y
tenía como valor entendido la libertad de prensa o la división de
poderes, en particular en lo tocante al Poder Judicial. Nos cuesta imaginar a
Yrigoyen designando jueces por decreto. De hecho, hay una anécdota que lo
ilustra. Dividido el Radicalismo, van a Buenos Aires dirigentes yrigoyenistas
de Entre Ríos a pedir la intervención del gobierno radical impersonalista del
Dr. Eduardo Laurencena. Yrigoyen se niega, y justifica con la existencia en
Entre Ríos de una justicia independiente. Ha de señalarse además que la vuelta
al llano de Yrigoyen en 1922, tras cumplir con su período constitucional,
contrasta con la búsqueda afanosa de la reelección de Perón lograda con la
Constitución de 1949.
Perón por su parte, era un hombre de su tiempo y de su
profesión: un militar maduro en sus ideas en la década del ’30, en el marco del
retroceso de la democracia liberal en el mundo y con la preocupación de dar una
respuesta sólida ante el comunismo. En tal sentido es que entiendo el famoso
discurso de Perón en la Bolsa de Comercio en agosto de 1944, cuando era
vicepresidente y secretario de Trabajo y Previsión del gobierno surgido el 4 de
junio de 1943.
Yrigoyen impulsó sí la intervención del estado en la
economía y adoptó normas de protección a los trabajadores, además de promover
otras que fueron impedidas por carecer de mayoría parlamentaria, y en general
arbitró en favor de los trabajadores en una época de convulsión social, con el
temor suscitado en las clases propietarias por la revolución rusa de 1917. Por otra parte, dio un gran impulso a la
educación pública, al igual que Alvear.
Es cierto que Yrigoyen no fue un liberal en lo económico, y
en tal sentido la polémica con el dirigente cordobés Pedro C. Molina en 1909,
quien cuestionaba políticas proteccionistas del gobierno y que concluyeron con
su alejamiento de la UCR.
Ahora bien, la intervención del estado en la economía y la
protección social no son políticas populistas. Cabe por lo pronto recordar que
en Europa occidental los sistemas de seguridad social fueron impulsados de modo
paradigmático por gobiernos conservadores, tal el caso de Bismarck en Alemania
en el último cuarto del siglo XIX y por Churchill cuando aún no había concluido
la II Guerra Mundial.
En noviembre de 1991, Raúl Alfonsín escribía que la única
pauta de razonamiento válido no puede ser el razonamiento de los satisfechos.
Esto no es utopismo, sino sentido común, y a lo sumo, alguna percepción sobre
lo que es la justicia. [2]
La “paradoja populista”, esto es la reiteración de políticas
económicas inconsistente en un mismo país pese la experiencia del fracaso, fue
explicada por la tensión entre dos objetivos de política: el equilibrio
macroeconómico y la armonía social, lo que ocurre “cuando existe un conflicto
distributivo estructural, una tensión entre las demandas sociales y la
capacidad productiva de la economía. Las estrategias de política económica que
privilegian el objetivo de armonía social por sobre el equilibrio macroeconómico
son las que la literatura llama “populistas”. [3]
En tal sentido, el gobierno de Menem -admirado por el ex
presidente Macri- sí fue populista, como lo atestigua el tipo de cambio vigente
y el endeudamiento como mecanismo de reemplazo del financiamiento vía
inflación, además de los bajos niveles de institucionalidad que caracterizaron
aquella administración.
El punto de corte debe ser la sustentabilidad de las
políticas “de armonía social” y en tal sentido, resulta necesario que un
gobierno de vocación transformadora procure la consecución de objetivos de
mediano y largo plazo, atendiendo por cierto las urgencias de quienes no pueden
esperar esos plazos.
Para ello se requiere de una gran coalición para gobernar y
la búsqueda de consensos entra la dirigencia -no sólo política- más allá
incluso de los carriles electorales. Las coaliciones se hacen entre fuerzas
políticas y dirigentes con historia, identidades y pensamientos diferentes,
aunque debe haber acuerdos en tornos a los objetivos fundamentales y pensarse
debidamente en las líneas instrumentales de los mismos.
Eso demanda política, buena política, pues si el márketing
político es necesario para ganar, gobernar exige en cambio otros atributos.
La política requiere realismo e ideas. Yrigoyen -fallecido
hace casi 89 años- fue en su tiempo un ejemplo de político realista, que supo
siempre que sus objetivos no eran fáciles y trabajó con esfuerzo para lograr la
reparación social en el marco de la democracia constitucional.
1) Cfr. HALPERÍN
DONGHI, Tulio; “Vida y muerte de la República verdadera 1910-1930”, Ariel,
junio 2000.
2) Cfr. ALFONSIN, Raúl Ricardo; “Contra la corriente”,
artículo editorial de Propuesta y Control N° 19, Noviembre/Diciembre de 1991.
3) GERCHUNOFF,
Pablo, RAPETTI, Martín y DE LEON, Gonzalo; “La paradoja populista”; Desarrollo
Económico, Vol. 60 - N°231, Págs. 299/328, 2020”.
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