Cristina cuenta los votos de Schiaretti, de Randazzo y de ¿Milei? para frenar las PASO
Kicillof y Mayans anticipan la jugada electoral del kirchnerismo para complicar a la oposición. Ya tienen el apoyo del cordobés, sumarían al ex ministro y esperan una sorpresa del libertario
Las PASO nacieron de la peor derrota de Néstor Kirchner. En
octubre de 2009, después de haber perdido las elecciones legislativas ante el
empresario Francisco de Narváez, se encerró en el Calafate con Cristina para
encontrarle una explicación a lo que consideraba prácticamente la peor
humillación de su carrera. Lo había puesto todo. Hasta había inventado las
candidaturas testimoniales para involucrarlos a Sergio Massa y a Daniel Scioli,
que fueron detrás de él en la boleta bonaerense.
“Con todo lo que le dimos a la gente, van y votan al
Colorado”, aullaba Kirchner en su lamento patagónico. No podía entenderlo. La
noche de la derrota había gritado en la suite del Hotel Intercontinental y la
leyenda kirchnerista dice que lo agarró a trompadas a Massa. El hoy ministro de
Economía les ha jurado a sus amigos que quien la pasó peor fue Néstor, y que hubo
un ojo en compota como registro. Como en las peleas de titanes en el ring entre
Martín Karadagián y la Momia, jamás se podrá saber quien ganó.
Lo cierto es que, pasada la furia, Kirchner se puso a pensar
en un instrumento que favoreciera a los partidos grandes como el peronismo y la
UCR. Que restringiera la financiación privada de las campañas electorales (para
evitar otros fenómenos como el de De Narváez) y que le pusiera un piso a la
cantidad de afiliados y de votos que obtuvieran los partidos más chicos para
sacarlos de la competencia y repartirlos entre los sellos históricos.
En su peor momento, llevó el proyecto de las PASO al
Congreso y lo hizo convertir en ley el 2 de diciembre de ese mismo año. No le
fue nada mal. El Partido Humanista perdió la personería en 12 provincias; el
Partido Obrero en 9 y el viejo Partido Comunista en otras 9. Algunos de esos
sellos forman parte hoy de las rémoras que van pegadas a la ballena del
kirchnerismo. Y, aunque Néstor no pudo verlo (murió el 27 de octubre de 2010),
con el sistema de las PASO Cristina ganó en 2011 junto al malogrado Amado Boudou
con el 54% de los votos, un récord difícil de igualar.
Pero la necesidad parece tener cara de hereje en estos
tiempos y Cristina ha dado la orden de suspender las PASO sea como sea. Hasta
ahora eran amagues discursivos y ensayos en algunas provincias periféricas. El
peronismo suspendió las PASO en Salta, en San Juan y va por el mismo camino
largo que baja y se pierde en Catamarca. En Chubut también avanzan con el
experimento y con la ayuda del generoso intendente radical de Rawson, Damián
Biss. Y hay otras provincias que se disponen a completar el escenario, siempre
mirando las encuestas y con la misma bandera institucional: si podemos perder,
las suspendemos.
Hasta ahora, Alberto Fernández había mandado a decir que él
está en contra de suspender las PASO (“es un proyecto de Néstor, muchachos”,
les ruega a los fanáticos de voltearlas), e incluso el martes salió a bancar
esa postura el diputado porteño Leandro Santoro, quien ya ha elegido
diferenciarse en un par de paradas bravas. Y hay intendentes del Gran Buenos
Aires que callan, pero que prefieren mantener vigente el instrumento para
frenar las estocadas de Máximo Kirchner y de La Cámpora en sus distritos. Pero
cuando Cristina avanza, el peronismo languidece.
A muchos les empezó a caer la ficha el martes, cuando habló
Axel Kicillof en La Plata durante la firma de un convenio con Unicef. Porque si
hay un tema imprescindible para resolver las carencias de la niñez, ese es sin
dudas el de la suspensión de las PASO. “Es un debate que se está dando y hay
que escucharlo en detalle”, explicó el Gobernador, y agregó otro dato clave:
“Como no es un resorte de la Provincia, espero que lo hagan nuestros diputados
nacionales”, reveló. Todo el peronismo, y la oposición también, entendió que la
cosa venía pesada desde más arriba.
Y al que no le bastó con los dichos de Kicillof, le terminó
de quedar claro con las declaraciones públicas de quien se ha convertido en una
especie de oráculo de la Vicepresidenta, el senador José Mayans. “Ya hemos
visto que pasa con las PASO”, rimó el formoseño, como si se tratara de un
chamamé o de las zambas que se entonan en su provincia. “El problema es el
gasto que representa tener dos elecciones en el país y a corto plazo. Hay
muchos sectores políticos que no están de acuerdo con continuar con las PASO y
plantean que se vaya directamente al sistema anterior”, completó el legislador
al que Cristina abrazó después que este lanzara su candidatura presidencial y
una semana antes que el intento de atentado acelerara las cosas.
La ecuación kirchnerista que suma 129
Las dudas volaron por el aire en el peronismo. Si Kicillof y
Mayans están detrás de la suspensión de las PASO, es porque Cristina ha
empezado a motorizar el proyecto. En la Cámara de Diputados, comenzó en
simultáneo la negociación banca por banca para comprobar si el Frente de Todos
(incluyendo a los díscolos por conveniencia que lidera Máximo Kirchner) cuenta
con los votos suficientes para darle el golpe de nocaut a la iniciativa que
Néstor extrajo de su momento más oscuro.
El número mágico es el mismo de siempre: 129. Son los
diputados que se necesitan para que el oficialismo tenga el quórum propio y
para poder darle media sanción después. En el Senado, con la presencia de
Cristina y los 37 senadores de la primera minoría peronista la faena debería
ser más sencilla.
En ese poroteo de los votos que es la adrenalina del
Congreso, el kirchnerismo suma la bancada propia sin ausencias: 117 votos. Y
agradece el respaldo muy oportuno que les acercó el gobernador cordobés, Juan
Schiaretti, quien hizo pública su decisión de apoyar la suspensión de las PASO
a través de su esposa (la senadora Alejandra Vigo), y del diputado Carlos
Gutiérrez, que calificó a las primarias obligatorias como “un gastadero de
plata que obliga a la gente a votar en un partido que no les pertenece”. Los
tres votos de Córdoba Federal, para Cristina.
Es que, después de la derrota de la candidata de Schiaretti
en Marcos Juárez a manos de Juntos por el Cambio, el gobernador necesita
recomponer la tropa para la batalla decisiva de 2023. Las PASO no existen en la
provincia, las elecciones son desdobladas y necesita sumar al kirchnerismo para
que su candidato, Martín Llaryora, pueda resistir el vendaval opositor.
Los negociadores kirchneristas también cuentan otros votos
para llegar a 129. Suman 4 diputados del bloque Provincias Unidas (Río Negro y
Misiones); algunos de la izquierda que siempre son funcionales y también están
hablando con los legisladores del peronismo paralelo: Alejandro “Topo”
Rodríguez y Graciela Camaño les anticiparon que no acompañarán la suspensión en
esta oportunidad.
La gran incógnita es Florencio Randazzo, que venía
dialogando con Schiaretti para conformar un espacio de oposición peronista
alternativo a Cristina. Pero la debacle electoral de Marcos Juárez y el ataque
contra la Vicepresidenta parecen haber cambiado los planes de quien fue
ministro del Interior con el kirchnerismo y luego se alejó.
- Si les votás la suspensión, vas a ser recordado como
Florencio PASO-, le dijo uno de sus amigos peronistas.
- No creo, la gente se olvida rápido…-, fue la respuesta.
Una lección de pragmatismo argentino. Nada suena más duro
que la real politik envuelta en el papel áspero del peronismo.
Pero como los números de las votaciones en Diputados son
biodegradables, como ciertos detergentes, Cristina ha ordenado explorar la
búsqueda de apoyos en el bloque de Libertad Avanza, que integran Javier Milei y
Victoria Villarruel. El fenómeno libertario, que creció de la mano del
intempestivo economista y cosechó una buena cantidad de sufragios en la
elección legislativa del año pasado, no quiere saber nada con la discusión
sobre las PASO. “Me parece una discusión obscena y ofensiva con lo que le está
pasando a la sociedad con sus problemas reales; no pierdo energía en esas
abstracciones”, responde Milei.
“Yo juego con las reglas que haya que jugar”, señala el
diputado como casi imperceptible mensaje de futuro. ¿Traducción? Le da lo mismo
ir a elecciones el año próximo con PASO o sin PASO. Los que lo conocen bien
aseguran que, para la filosofía económica de Milei, el costo elevado de la
elección primaria es un símbolo que podría definir su voto a favor de la
suspensión. Una verdadera paradoja. El argumento liberal para definir su
postura podría ser la llave que termine allanando la estrategia de Cristina y
el kirchnerismo.
En las últimas legislativas, las PASO se llevaron $ 17.171
millones del Presupuesto Nacional. Y en el proyecto que presentó Massa para
2023, la previsión es de $ 56.377 millones porque la inflación del año pasado
fue del 50,9%; la de este año estará cerca del 100% y la del próximo prevé un
porcentaje optimista del 60%. El costo de las primarias es, en tiempos de
derrumbe económico, un punto a favor del objetivo político del Gobierno de
suspenderlas.
Con las PASO sí aparece el discurso de la austeridad fiscal
que, por dar apenas un ejemplo, se ignora con los 438 millones de dólares de
déficit que tuvo Aerolíneas en 2021.
En una sintonía diferente a la de Milei, el otro economista liberal,
José Luis Espert, ha dejado en claro que no votaría a favor de la suspensión de
las PASO resuelta así de apuro, como las impulsa el kirchnerismo. Cree que es
un proyecto que debe legislarse para el siguiente período electoral (en este
caso, para 2025), para no quedar atrapados por la urgencia coyuntural del
oficialismo de turno. La idea no está tan clara con la cuarta diputada liberal,
Carolina Píparo, a quien el Frente de Todos computa entre los respaldos
posibles. ¿Serían de tres de cuatro?
Lo que queda claro del debate por las PASO es que va
quedando atrapado en el laberinto de las necesidades electorales de Cristina y
del puñado de gobernadores peronistas. Evalúan cada encuesta, cada focus group
que señala el descreimiento de la sociedad, y se convencen aún más de la
necesidad de asestarle un golpe definitivo a la oposición que pueda equilibrar
las chances.
Las elecciones primarias reforzaron las candidaturas de la
coalición opositora en 2015, y en 2021, cuando hicieron competir a sus
referentes y mejoraron cada una de las ofertas para terminar quedándose con
esos triunfos. Esta vez asoman Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich,
María Eugenia Vidal, Mauricio Macri, Facundo Manes y Gerardo Morales. Con
tantos aspirantes a presidentes y a gobernadores en las provincias, la
suspensión de las PASO les generaría un problema mayúsculo.
Hacer internas a la vieja usanza, con los padrones
partidarios inflados para los grandes partidos y raquíticos para el resto, es
navegar en un mar embravecido que podría hacerlos naufragar.
Posiblemente, Néstor Kirchner jamás pensó que el instrumento
electoral que había diseñado después de una derrota inesperada, podría pasar a
degüello sin pena ni gloria por las necesidades de sus herederos políticos.
Apenas trece años pasaron de aquella sanción de las PASO en el Congreso, y
ahora los mismos que se beneficiaron en su momento con la novedad afirman sin
sonrojarse que la herramienta ahora está caduca.
Veinte años no es nada, decía Gardel, y los argentinos lo
cantaron por décadas casi sin prestarle atención. El tiempo es veloz. Sobre
todo en un país que marcha sin detenerse, obtuso y viajando siempre dentro del
mismo infierno.
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