Uruguayos inmigran a Entre Ríos y arrasan con las góndolas


Ciudades costeras viven un inédito fenómeno desde que un peso argentino vale 10 centavos uruguayos. Qué se llevan y el costo colateral en Uruguay.

Las ciudades entrerrianas con cruces a la República Oriental del Uruguay, como Concordia, Colón y, especialmente, Gualeguaychú, viven los últimos meses un inédito fenómeno con el abordaje masivo de uruguayos que llegan para aprovechar los baratísimos costos del mercado argentino en relación a los precios que tiene actualmente el costo de vida del otro lado del río. El suceso incluye desde enormes provistas de súper y actividades turísticas hasta consultas médicas e incluso inmigración: familias que prefieren directamente vienen a vivir a Entre Ríos y cruzar a diario para cumplir sus obligaciones en el país hermano.

El factor determinante es la histórica devaluación del peso nacional, que ha logrado invertir exactamente la relación que mantenía hace poco más de 20 años con la divisa vecina. Cuando estalló el artilugio de la Convertibilidad a fines de 2001, principios de 2002, con un peso argentino podía comprarse 10 pesos uruguayos. Hoy, los visitantes de la tierra charrúa cambian su moneda a 10 veces el valor de la nuestra.

El arribo de uruguayos durante el fin de semana largo por el 1° de Mayo fue sorprendente. Según precisó a radio LT15 de Concordia desde Montevideo el periodista Mariano Acosta, esos días cerca de 70.000 personas cruzaron la frontera hacia la Argentina por la vía fluvial del Buquebus hacia la ciudad de Buenos Aires o por los puentes Salto Grande (Salto-Concordia), General Artigas (Paysandú-Colón) y Libertador San Martín (Fray Bentos-Gualeguaychú). “La mayoría cruza para comprar las cosas del día y de primera necesidad. La diferencia cambiaria es abrumadora. En Montevideo se consiguen cosas traídas de la frontera a mitad de precio de lo habitual en los comercios de la ciudad”, reveló Acosta.

Cruces por Entre Ríos, llenos

En diciembre pasado había un promedio de 6.600 personas que cruzaban a diario por el límite binacional Concordia-Salto, contando ingresos y egresos de la Argentina. Según explica a UNO Diego Labeque Drewanz, coordinador de este Centro de Frontera, actualmente pasan por Salto Grande cerca de 8.200 personas cada día. La cifra es un promedio, ya que el cruce se incrementa los fines de semana. El funcionario del Ministerio del Interior calculó que el 90% de las personas son concordienses y salteñas que van y vuelven en el día y el 10% restante son turistas o transportistas de carga. El peaje es gratuito para el tránsito particular, sea turista o vecinal.

La oleada uruguaya se nota aún más en Gualeguaychú, donde se observan colas de dos o tres kilómetros prácticamente todos los días en la Aduana del Puente Libertador General San Martín. La ciudad del sur entrerriano resulta más cercana y conveniente para orientales que llegan desde localidades más lejanas, como Colonia, Montevideo o Canelones y otras regiones del Uruguay.

“El surtido”: qué compran

Adrián Lampazzi, presidente del Centro de Comercio de Concordia, explica a UNO que el consumo uruguayo es “muy diferente” del argentino. “Cuando hay diferencia a favor nuestra, vamos a comprar ropa, electrodomésticos, cuestiones suntuosas. Ellos vienen a comprar comida. No sé si es algo económico o una idiosincracia distinta. Buscan estirar el presupuesto. El lujo que pueden llegar a darse es salir a comer afuera”, ilustra. Además, asegura que la compra uruguaya no está generando ganancias significativas en el pequeño y mediano comercio.

“Son vecinos de Salto que vienen a las grandes cadenas foráneas y nacionales y a los mayoristas. No es relevante la compra en otras categorías, Generalmente se derrama en otros rubros, pero no es un consumo alto”, dice Lampazzi.

En cambio, el gasto uruguayo sí se nota en la gastronomía, sobre todo los fines de semana. Según el referente comercial de Concordia, el consumo oriental reemplaza y cubre al argentino, que está muy decaído, pero no hizo aumentar de ventas en general. “La salida uruguaya es venir a comprar al supermercado, comer algo, dar una vueltita para ver si hay alguna oferta, cargar combustible y volver. ‘Surtido’ le llaman”, define Lampazzi.

Maira Abril Moussou

El gasto se vuelca en supermercados, farmacias, gastronomía y hotelería, aunque no beneficia tanto al pequeño comercio

Los uruguayos pueden ingresar a su país hasta cinco kilos de comestibles secos por persona cada 15 días. Entonces, una familia de cuatro miembros puede llevarse hasta 20 kilos. Desde el centro fronterizo con Salto, Labeque Drewanz asegura que “todo el tiempo” se hacen controles de mercadería.

“Un gran número de personas quiere ingresar bebidas alcohólicas a Uruguay. Está prohibido llevarse cualquier tipo de bebida, carnes, lácteos, frutas y verduras”, enumera el funcionario. Al parecer, los uruguayos tienen debilidad por una especialidad argentina. “Este último tiempo tenemos la particularidad de una gran incautación de fernet”, advierte Labeque Drewans, y afirma que la Aduana uruguaya retiene las botellas para su posterior destrucción. Los empleados aduaneros del Uruguay revisan vehículo por vehículo que sale de Argentina, aunque los chequeos son esporádicos en la dirección inversa.

En Gualeguaychú se nota un consumo algo más variado. “Vienen permanentemente combis y colectivos de tours de compras para adquirir alimentos, perfumería y ropa. Aprovechan los Precios Cuidados de los supermercados grandes”, describe Daniel Almeida, empresario termal y referente local de la Cámara Entrerriana de Turismo.

El modo de pago varía. La mayoría de los uruguayos cambia sus pesos del otro lado de la frontera y trae dólares. En el país vecino se necesitan unos 3.900 pesos para comprar 100 dólares, que acá se trocan por casi 50.000 pesos argentinos. Les está permitido cruzar hasta 200 dólares por persona por día, o sea que una familia con cuatro integrantes puede traer 800 dólares. Casi todo el comercio fronterizo acepta el billete norteamericano y en las vidrieras se observan carteles con la cotización del día.

“Nos están salvando; si dependiéramos del público argentino, cerraríamos”, dicen hoteleros entrerrianos.

Vivir acá, trabajar allá

La magnitud de las compras uruguayas en suelo entrerriano es tal, especialmente en Gualeguaychú, que esta semana llegó a verse cierto desabastecimiento en supermercados y farmacias. Pero el fenómeno incluye un inusual capítulo inmobiliario: familias completas o matrimonios mayores abandonan sus pueblos y ciudades del otro lado del río Uruguay para radicarse en Entre Ríos. Damián Fischer, uno de los cinco delegados del Colegio de Corredores Inmobiliarios en Gualeguaychú, afirma a UNO: “El 40% de las patentes de vehículos que se ven por la ciudad es uruguayo. Hay una cantidad que nunca se vio”. Fischer interrumpe unos segundos la charla para contestarle a un uruguayo que le consultaba dónde quedaba un hotel céntrico.

Estima que el metro cuadrado en Argentina vale cerca del 50% del costo en Uruguay. Agrega que recibe todos los días consultas por alquileres desde ciudades orientales. y que “están alquilando los poquísimos departamentos y casas que estaban disponibles. Aparecen carteles en puertas y ventanas de viviendas que ofrecen alquileres por día. Cobran en promedio 40 dólares la noche”, grafica.

El mayor flujo de visitantes del país hermano viene por unos días y se instala en alojamientos turísticos. Entre $20.000 y $25.000 (moneda argentina) consiguen una noche para cuatro personas en un departamento amueblado, una cabaña o bungalow, en algunos casos con derecho a termas, En hoteles, las habitaciones dobles cuestan entre $12.000 y $15.000 por noche y las triples o cuádruples andan en los $17.000 o $18.000.

En una medida algo menor, Colón vive la afluencia. Zulma Boujon, propietaria de inmobiliaria de esa ciudad, respecto de sus clientes uruguayos, comenta a UNO que son familias que vinieron a vivir a Colón y cruzan todos los días a trabajar y estudiar en Paysandú. También hay jubilados que ponen en alquiler su propiedad en Uruguay, a su vez alquilan en Entre Ríos, y aprovechan la diferencia que les queda a favor.

“El 80 o 90% de la gente que compra en el centro de Colón todos días es uruguaya. Hacen también mucho turismo. Vienen cuatro o cinco días, disfrutan las termas, hacen compras y hasta consultas médicas. Les sirve”, sostiene Boujon.

En Colón una casa para cuatro personas se alquila por unos $70.000 al mes, mientras que el alquiler temporario se paga unos $20.000 por día. En tanto, hoteles de la ciudad costera notan desde hace meses una ocupación particular. Los domingos al anochecer llegan matrimonios y familias uruguayas que cuando quieren regresar a su país se topan con una larguísima fila para cruzar el puente a Paysandú. Entonces, prefieren pasar la noche en Colón y volverse el lunes de mañana.

El lado B: impacto en Salto

Lo barata que está Argentina perjudica a los comercios del otro lado del río Uruguay, que viven una caída en ventas terminal y hasta registran picos de desempleo. La situación preocupa al propio presidente Luis Lacalle Pou, que días atrás admitió: “Estamos con un problema en la frontera porque naturalmente los vecinos consumen donde les es más barato. Eso nos genera un desequilibrio y los comercios de nuestra frontera son castigados. Hemos aplicado medidas, pero no es suficiente”, dijo a radio El Observador.

El intendente de Salto, Andrés Lima, fue más enfático. En redes sociales exigió: “Seguimos esperando por el Gobierno Nacional y sólo ha habido silencio. En lo que va del año cerraron 170 comercios en los departamentos del Litoral uruguayo”. El alcalde citó un informe del Colegio de Corredores Inmobiliarios de Entre Rios, según el cual en 18 meses unas 2000 familias uruguayas alquilaron viviendas en la provincia.

“Necesitamos urgentes respuestas de Nación para acordar políticas de frontera. Si no, más comercios van a cerrar, más trabajadores van a perder sus puestos de trabajo y más uruguayos lamentablemente se irán a ir a vivir a Entre Ríos”, advirtió Lima.

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