La serenidad de Colonia Hocker, Un pueblo que cautiva por su estilo y belleza
En el Departamento Colón, a escasos 9 km de la Autovía Nacional 14, en la provincia de Entre Ríos (Rca. Argentina), orgullosamente un cartel nos anuncia a este poblado que brinda lo que tantas veces vamos buscando, calma, silencio que se interrumpe solo cuando es necesario; belleza y color, que se observan de forma permanente durante el acceso y en toda la colonia, a través de un paisaje sublime, admirable.
Calas que engalanan el paisaje hockerense y reflejan la
inminente llegada de la primavera.
Y su gente, atenta, cordial, como si su misión por momentos fuera transmitir toda esa serenidad que sus rostros reflejan. Cuenta esta localidad con un número estimativo de 500 habitantes.
La calle de acceso y una esquina tradicional, donde podemos
apreciar construcciones de viviendas características de una época.
Un pueblo que nació con los fenómenos migratorios del país
Esta comunidad tuvo su origen en el año 1885. Fue conformada
por un grupo de inmigrantes franco-suizos que, como tantos, arribaban con su
valija colmada de sueños, de anhelos, y una fusión de esfuerzo y entusiasmo que
les permitiría posteriormente forjar allí su destino, su vida.
Según nuestras investigaciones, Enrique Hocker, un hacendado
alemán, a quien debe la colonia su nombre, había vendido de su enorme estancia
parcelas a los recién llegados en épocas de la colonización franco-suiza, y
surgió así el pueblo, pujante, floreciente, que se dedicó a las tareas
agropecuarias y a determinados oficios, como la herrería y la carpintería; que
conformó familias, que construyó viviendas, y que dejó en sus herederos el
legado de luchar siempre por un espacio mejor, para ellos y para la sociedad de
la que formaran parte.
Reconocimiento a Don Enrique Hocker, el fundador de la colonia.
Podemos apreciar hoy antiguas casonas, con techos elevados,
cuyas paredes revelan el paso del tiempo, algunas habitadas, con pequeñas
reformas, atisbos de una incipiente modernidad; otras solitarias, desoladas,
como si quisieran permanecer, a pesar del abandono y la degradación en las que
el tiempo, en su devenir, las sumergió, indefectiblemente.
Cada esquina de la colonia nos presenta una edificación
propia de su patrimonio arquitectónico.
Ilustres instituciones
Las instituciones ocupan, como en todo poblado, un lugar preponderante. Cuenta este centro rural con una Comuna de Segunda Categoría; el edificio, un local sobrio y pintoresco, con la enseña patria en el acceso y mucho verde en torno a él. Con amabilidad y gentileza, nos atendieron siempre. En primer lugar, Ana, en la recepción, halagada con nuestra visita y dispuesta a hablarnos de la localidad. Y enseguida nos conectamos con la secretaria de la Comuna, Sra. Silvina González, quien con un enorme compromiso trabaja por la comunidad y orgullosamente nos cuenta lo que se viene realizando por el crecimiento y superación de la colonia.
La Comuna, la enseña patria, herramientas de labranza, y la naturaleza de fondo, que se une a una de tantas imágenes de la colonia.
Hace referencia la Sra. González a distintas alternativas de
capacitación para las personas del lugar. En el marco de la Educación de
Jóvenes y Adultos, se dictan talleres de Cocina, Computación (participan aquí
los niños que están culminando el nivel primario), y Soldadura. Y la Comuna
brinda un taller de Telar, uno de Danzas para niños, y en Deportes, uno de
Fútbol. Además, esta institución colabora con diferentes talleres que se llevan
a cabo en las escuelas.
El radio de la colonia consta de cinco instituciones
educativas. La Escuela N° 17 “Estanislao del Campo”, en el centro de la
colonia; la Escuela N° 68 “Don Tomás de Rocamora”, en la ruta de acceso. La
Escuela N° 18 “Artigas”, y la Escuela de Educación Agrotécnica Nº 50 “José
Hernández”, ambas en Colonia El Carmen, a 8 km de Colonia Hocker. Y la Escuela
N° 2 “Suipacha”, en la vecina Colonia Mabragaña, que corresponde al ejido hockerense.
Escuela N° 18 “Artigas”, nivel primario, en Colonia El
Carmen, ejido de Colonia Hocker.
En esta oportunidad, nos detenemos en la Escuela N° 17 “Estanislao del Campo”. Dos cuerpos, uno con una fachada muy particular, con forma arqueada en la parte superior y en el acceso a las galerías que escoltan el ingreso principal; el otro, clásico estilo de construcción de “dos aguas”, con mucho color, obras pictóricas, bancos y juegos infantiles. La presencia de símbolos patrios, como carta de presentación de ese espacio supremo, que brinda a los niños de la zona una formación integral, que se constituye en el primer acercamiento al mundo académico. Cielo diáfano y magnífico verde completan la postal de esta significativa entidad.
Los alumnos –nos refiere Silvina- conservan valores,
principios y tradiciones del lugar; son conscientes de que en ellos está el
futuro de la región, cuidan y protegen cada espacio de la zona.
Escuela N° 17 “Estanislao del Campo”, el mundo académico,
sumergido en un paisaje sublime.
La Capilla “Santa Rosa de Lima”, fundada en 1909, con un
diseño peculiar, una pequeña construcción de “dos aguas”, que culmina con la
puerta de ingreso, en cuya parte superior se encuentra una obra pictórica de la
reconocida imagen de Santa Rosa de Lima, rodeada de flores y portando en sus
manos la cruz, y los años 1909 y 2009, en homenaje al centenario de la creación
del templo.
Imágenes sacras que en el interior de la capilla invitan a la oración, al recogimiento, y a los oficios religiosos.
Se completa el diseño con la segunda parte de la
edificación, de mayor amplitud, que presenta en la cúpula la cruz, signo de la
muerte y resurrección de Cristo para la feligresía católica. Hacia uno de sus
laterales, el campanario, torre elevada que dispone de la tradicional campana,
que con su sonido convoca a los vecinos a las celebraciones religiosas.
Estampa de una típica capilla rural, una construcción en la
que sobresalen la cruz y el campanario.
Club Social y Deportivo
Club Social y Deportivo “Huracán”, donde se fusionan el deporte,
la cultura y la recreación.
Al avanzar por la calle de ingreso, descubrimos la sede del
Club Social y Deportivo “Huracán”, un edificio cuyas paredes llevan los colores
de la institución. Su equipo participa en la liga de fútbol de la región,
denominada “Liga de las Colonias”. La cancha se encuentra en un predio ubicado
en el área de las instituciones del poblado.
La cancha, espacio de práctica de fútbol, ubicado frente a la escuela primaria.
Una apertura al turismo rural
Con todo el acervo cultural que la colonia posee, la
historia enriquecedora puesta de manifiesto por medio de sus habitantes,
edificios e instituciones, más el continuo contacto con la naturaleza y la
serenidad que transmite, se ha convertido en un espacio de atracción turística,
y recibe hoy a personas de diferentes lugares del país.
Tronco áspero y cilíndrico, hojas largas, el imponente amarillo de los dátiles, se elevan las palmeras, árboles propios de la región, que complementan un paisaje admirable.
Entre las alternativas que la comunidad ofrece, se
encuentran los antiguos almacenes de campo que, al reducirse el número de
clientes, sus dueños analizaron la posibilidad de volcarse al turismo rural. De
ellos nos ocuparemos en artículos posteriores.
Entre los emprendimientos destinados al turismo, descubrimos
la Posada “La Chozna”, un inmueble de estimativamente 100 años, que ha sido una
de las primeras viviendas del lugar, y ofrece hoy la posibilidad de hospedarse
a viajeros que deseen permanecer por unos días en la zona; se enmarca sobre una
vegetación exuberante y una decoración que fusiona elementos antiguos y
contemporáneos.
Antigua casona, hoy remodelada, y convertida en Posada “La Chozna”,
conserva su estructura original.
Un espacio de recreación
Frente a la capilla, un lugar de recreación en el que se
destacan un árbol milenario, que desafía al tiempo y le gana siempre la
partida; un mástil, sostén de nuestras banderas; una placa en homenaje al
fundador del poblado y herramientas para la labranza. Se han incorporado juegos
para niños y elementos para efectuar actividad física.
Un viejo árbol, símbolo de serenidad y fortaleza, luce su figura en el verde intenso de un espacio recreativo de la localidad.
Y mucho más paisaje
Arroyos, torrentes y tajamares completan el paisaje acuático
que se presenta constantemente, y que conforma la base de la cría de animales.
Ganado bovino, equino y ovino se observan mayoritariamente.
La cría de ganado vacuno se constituye en una de las
opciones del lugar.
Más allá de la actividad ganadera, los animales ocupan un
lugar protagónico en el paisaje de Colonia Hocker.
Un arroyo de aguas cristalinas
Nos llevó el camino, sin virajes ni desvíos, al Arroyo
Mármol, un cauce de aguas cristalinas, que corresponde a la cuenca hidrográfica
del Río Uruguay, que nace en Colonia Hocker y desemboca en el mencionado río,
cerca de la vecina Colonia Mabragaña. Debe su nombre a la Sra. María Teresa del
Carmen Mármol, quien fuera dueña de la hacienda por donde este curso de agua
transita.
La naturaleza allí nos sumerge en un mundo de armonía y luminosidad. La paz en su máxima plenitud se nos manifiesta y nos conduce por un Paraíso en el que quisiéramos eternamente quedarnos.
Arroyo Mármol, la vegetación adyacente y los pequeños bancos
de arena le asignan un encanto peculiar al paisaje durante todo su curso.
El canto de los pájaros
Si bien Entre Ríos es una provincia con fuerte presencia de
aves, no deja de sorprendernos la cantidad y variedad allí presentes:
cardenales, pirinchos, tordos, palomas, teros, loros. Quedamos impactados con
su trinar, su alocada y constante carrera por el sustento, sus tonalidades y su
viveza.
Loros que posan junto a una palma para hacer
una pausa antes de seguir, inquietamente,
la búsqueda de su alimento.
Y dejamos Colonia Hocker, pero ni bien pudimos, regresamos,
por la calidez de su gente, por la calidad y el compromiso con que proyectan la
vida, atesoran sus tradiciones, reflejan su buena energía; por ese paisaje
supremo que nos conmueve, por esa historia que entusiastamente conservan y
comparten. Todo este conjunto de razones justifican conocer y retornar, cuantas
veces podamos.
Texto y fotografías: Prof. Nélida Claudina Delfin
Revistaalmas.com
Tags: Colonia Hocker inmigrantes franco-suizos
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