La violencia de género no es un circo, por la Dra. Maria de los Angeles Petit
Es un dolor intenso, inexplicable, donde la frontera entre el dolor físico y el psicológico se confunden y cambia la vida de una mujer para siempre. Es un proceso largo de sentimientos de culpa, aceptación, resignación y rebeldía.
No importa su origen social, económico, educación, trabajo,
cientos de mujeres sufren a diario el destrato, discriminación, humillación,
agresiones verbales, golpes y
violaciones. Cientos son asesinadas en el mundo entero.
Por eso, cuando se tratan
estos temas, hay que ser respetuosos de
la intimidad de la víctima, de sus
gritos pero también de sus silencios, de su derecho a denunciar o no, de
exponer su vida y su dolor o no.
Proyectar que estos delitos dejen de ser de acción privada,
pone en evidencia la ignorancia que los legisladores nacionales tienen sobre
los efectos de la violencia en las mujeres.
La denuncia de
Fabiola a Alberto Fernández, está convirtiendo un hecho sumamente difícil de
afrontar, en un circo en el que se mezclan la política y los intereses egoístas
y personales, en el que periodistas, dirigentes políticos, mujeres y hombres sacan a relucir lo peor de
cada uno.
Acusan, opinan,
confunden y mezclan las acciones privadas de los hombres con el lugar que
ocupan en determinada estructura política o social de la comunidad.
Para quienes no conocen el procedimiento o bien, lo
tergiversan para dar mayor impacto a la noticia, las medidas tomadas por el
Juez de la causa, que no es competente en materia de violencia de género, aun
cuando el agresor sea un ex Presidente
de la Nación de acuerdo a las leyes vigentes, son las que se toman como
preventivas en absolutamente todas, todas las denuncias que a diario se reciben
en los Juzgados y Fiscalías de todo el país. Y seguramente hay otras como
tratamientos psicológicos, apoyo a la víctima que no fueron publicadas.
Estas medidas no son apelables, es decir, no hay defensa, a
menos que se trate de una denuncia penal en la que la prueba es necesaria para
el encuadramiento del delito.
Un agresor es un agresor, no importa quien sea, y una
víctima es una víctima no importa quien sea.
Todas merecen respeto
y todas merecen justicia.
Y todas las mujeres
merecemos que se apliquen las políticas públicas de prevención y asistencia a
las víctimas, que funcionen las áreas mujer, que siga aplicándose el Programa
Acompañar, que se reabran las Casas de la Mujer, los refugios, que los
servicios de salud mental del Estado nos atiendan con profesionales
especializados, que quienes ocupen las Fiscalías Judiciales sean abogados formados
en la temática, que los jueces apliquen
la perspectiva de género en sus fallos, se cumplan las leyes y que se
modifiquen otras.
En las últimas 24 horas he escuchado opiniones aberrantes de
dirigentes políticos, de los mismos dirigentes que cerraron el Ministerio y la
Subsecretaria de la Mujer, que están matando el programa Acompañar, que cierran
los Centros Mujer, que niegan el ODS 6, que tratan a los homosexuales como enfermos,
desgarrándose las vestiduras por su
honestidad y valor moral.
Es triste, lamentable, patético, ver a quienes están eliminando las políticas de género en
este país, y condenando a miles de mujeres a vivir en la violencia sin saber
dónde acudir, embarcarse en un circo mediático, mezclando la realidad de la
violencia de genero con la política.
Desde que trabajo en el tema, hace más de 15 años, el rating
y en consecuencia el presupuesto y la modificación del sistema sube cuando una
víctima es conocida.
Después, ya no interesa, las que sufren violencia psicológica, laboral, sexual,
siguen golpeando inútilmente puertas que nunca se abren.
Y no basta con la
buena voluntad de algunas profesionales que forman mesas de trabajo para volver
a diagnosticar una y otra vez lo que todos conocemos.
Es necesaria la decisión política del Estado, integralmente, en todos sus niveles
si queremos cambiar algo.
La imagen de Fabiola Yáñez
y su seguro sufrimiento, es hoy el centro de la escena. Detrás de ellas,
aquí, al lado nuestro, hay otras, desconocidas, silenciosas, necesitadas de una
mano que se extienda.
Alberto Fernández, es el agresor, pero alrededor nuestro hay
muchos otros que también dicen apoyar a
las mujeres, y dictan constantemente medidas en contra de ellas, abusando de su
poder.
A no confundirse, las políticas de género no son propiedad
de ningún Presidente, Intendente, Gobernador ni de las de pañuelo verde ni de
las feministas extremas
Son propiedad de las mujeres que luchamos todos los días, en
todos los ámbitos, desde hace cientos de años, para cambiar esta cultura
machista y patriarcal que nos ahoga y a la que nos enfrentamos siempre, a
veces, sin querer reconocerlo.
La violencia de género es una acción que no tiene excusa, no puede disculparse, no
puede perdonarse, debe incluirse como impedimento para ejercer cargos públicos.
Lo hable personalmente con un Subsecretario de Justicia que se me rió en la
cara por el caso de dos Intendentes del periodo anterior, uno reelecto y el
otro diputado actualmente.
Si tanto les preocupa este tema, este flagelo social, hagan
lo que tienen que hacer, modifiquen lo que hay que modificar, pero por favor,
no lo exhiban como el triunfo de un partido político, sino como una respuesta a
un grave problema de la sociedad.
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