Escandalo: Las denuncias de abuso sexual contra una orden religiosa donde hay monjas
ROMA — El abuso sexual
de monjas y religiosas por curas y obispos católicos —así como los abortos que
en ocasiones resultaron del abuso— han sido eclipsados durante años por otros
escándalos de la Iglesia católica romana.
Esa situación
pareciera haber cambiado esta semana, cuando el papa Francisco reconoció
públicamente el problema por primera vez.
“Me hizo muy feliz”,
comentó Lucetta Scaraffia, la autora de un artículo que denuncia el abuso que
sufren monjas y mujeres laicas devotas a la religión a manos de curas, el cual
fue publicado este mes en una revista, Mujeres Iglesia Mundo, que se distribuye
junto con el periódico del Vaticano.
Desde su apartamento
de Roma —el cual en esencia se ha convertido en un estudio de televisión lleno
de reporteros internacionales, según sus palabras—, Scaraffia señaló: “Por fin,
ahora muchas mujeres tendrán el valor de hablar sobre el tema y denunciar a sus
abusadores”.
Los secretos de Costa
Rica detrás de un decorado de lujopapa
Los comentarios que
realizó el Papa el 5 de febrero, en respuesta a una pregunta que le hicieron en
el avión papal sobre el artículo de Scaraffia, llegaron décadas después de
alegatos persistentes de este tipo de abusos y una aparente pasividad del
Vaticano, la cual ahora ha chocado con la conciencia intensificada de la época
del movimiento #MeToo. También llegan poco antes de un congreso extraordinario
de obispos sobre abuso sexual el cual está programado a celebrarse el próximo
mes en el Vaticano.
Sin embargo, lo que
llamó la atención del mundo fue la descripción dramática —e imprecisa, de
acuerdo con una declaración emitida el 6 de febrero desde el Vaticano— que hizo
el Papa de un ejemplo de esos abusos al etiquetarlo de “esclavitud sexual”.
“Al referirse a la
disolución de una congregación, el santo padre habló de ‘esclavitud sexual’ se
refería a la ‘manipulación’”, aclaró el miércoles el vocero del Papa,
Alessandro Gisotti, en un comunicado dirigido a reporteros.
Defensores de las
monjas que sufrieron abuso sintieron alivio de que el Papa hubiera puesto el
tema en la mira de la Iglesia. Sin embargo, también destacaron que es una
situación que lleva mucho tiempo y que los otros comentarios que dio el Papa el
martes no inspiraban confianza en que se llegaría a una solución expedita.
En su típico tono
improvisado, Francisco reconoció que “ha habido curas y obispos” que han
abusado sexualmente de monjas y que “sigue ocurriendo porque no desaparece una
vez que te percatas de su existencia”. Dijo que la Iglesia debía hacer más.
No obstante, aunque
intentó demostrar que su predecesor, Benedicto XVI, tomó medidas estrictas en
torno al tema del abuso sexual en contra de monjas, recordó un caso aparte, en
el cual estaban involucradas mujeres de una orden religiosa que había sido
manchada con corrupción sexual y económica.
Francisco relató que
Benedicto, quien en aquel entonces era conocido como el cardenal Joseph
Ratzinger, el vigilante doctrinal de la Iglesia, dirigió todas sus evidencias
en contra de la orden cómplice en una reunión con el papa Juan Pablo II.
Francisco dijo que Benedicto regresó derrotado y le comentó a su secretario:
“Ganó el otro lado”. Francisco añadió en una acotación al margen: “No debería
escandalizarnos, es parte de un proceso”.
Defensores de las
monjas abusadas se sintieron aliviados debido a que el papa Francisco puso el
tema en la mira de la Iglesia. Credit Manish Swarup/Associated Press
Su punto parece ser
que la búsqueda de justicia en la Iglesia toma tiempo y expresó que cuando
Benedicto se convirtió en papa, de inmediato le pidió a su secretario que le
llevara los archivos “y comenzó” a trabajar.
Sin embargo, su
ejemplo confundió a los defensores de las monjas que habían sido abusadas por
los curas, quienes destacaron que el Papa es la única persona dentro de la
Iglesia que tiene la autoridad absoluta para tomar cartas en el asunto.
“Me pregunto a qué se
refiere con que llevan mucho tiempo haciendo frente al problema, porque no
sabemos cuáles son las medidas a las que se refiere”, comentó Zuzanna
Flisowska, la gerente general de Voices of Faith, una agrupación que busca una
mayor participación de mujeres en puestos laicos de liderazgo dentro de la
Iglesia.
“Estamos un poco
decepcionadas de que deban ser los medios los que pongan presión en la Iglesia
y en el papa para que ofrezcan comentarios”, agregó.
Los expertos aseguran
que sobran factores que contribuyen al abuso, su encubrimiento y la escasez de
medidas dentro del Vaticano.
Karlijn Demasure, la
exdirectora ejecutiva del Centro de Protección de Menores de la Pontificia
Universidad Gregoriana de la Iglesia, donde es profesora y experta en abuso
sexual de menores y adultos vulnerables, señaló que no hay ningún dato
relacionado con la magnitud del problema. Sin embargo, agregó que las
evidencias anecdóticas sugieren que “no es algo excepcional”.
Según los expertos,
muchos miembros de la Iglesia tienen una mentalidad medieval y consideran que
los curas que cometen abusos en contra de las monjas son las víctimas de
mujeres seductoras que los tientan. De acuerdo con los expertos, debido a que
las víctimas de estos casos son adultas, también hay una tendencia reflexiva a
culparlas. La imagen pública reduccionista de la monja como un ente que existe
para servir al cura y rezar en silencio también minimiza a las que se atreven a
alzar la voz.
A menudo, el abuso
ocurre en una relación de guía espiritual, comentó Demasure, en la cual el cura
establece un vínculo emocional con la víctima a lo largo del tiempo, como suele
suceder en los casos de abuso sexual de menores.
La aparente
preponderancia de este tipo de abuso en África e India ha provocado que
miembros de la Iglesia atribuya el abuso a las diferencias culturales.
En muchos casos, se
han solicitado favores sexuales a monjas que son dependientes económicos de los
curas y las tradiciones de servilismo entre las mujeres las vuelve vulnerables
al abuso.
Scaraffia mencionó que
estaba de acuerdo con la crítica que hizo el Papa del abuso, de que proviene de
una raíz en la cultura clerical que hace que los curas crean que tienen una
autoridad superior y, por lo tanto, tienen el derecho de hacer lo que les
plazca con sus feligreses. En los países en vías de desarrollo, donde al
parecer hay mayor prevalencia de los abusos a las monjas, los curas tienden a
ponerse en pedestales incluso más altos.
Demasure señaló que
también está el asunto delicado de las madres superioras que han encubierto el
abuso que han sufrido sus monjas para proteger la reputación de la Iglesia, del
mismo modo que los obispos han hecho con los curas pedófilos.
“Me temo que es una
situación similar”, comentó Demasure.
Así como el fracaso al
sonar las campanas de alarma. Desde la década de los noventa, miembros de las
órdenes religiosas preparaban informes privados sobre el tema para los altos
funcionarios del Vaticano.
En 1994, la hermana
Maura O’Donohue envió al Vaticano los resultados de una encuesta plurianual de
veintitrés naciones sobre ese tipo de abuso, el cual era especialmente rampante
en África, donde las monjas eran consideradas parejas sexuales seguras para los
curas que temían infectarse de VIH.
Un informe de 1998 que
se centraba en África observó que “el acoso sexual e incluso la violación de
las hermanas a manos de los curas y obispos es una situación presuntamente
común”.
“Cuando una hermana es
embarazaba, el cura insiste en que se realice un aborto”, agregó el informe.
“La congregación suele expulsar a la hermana mientras que el cura a menudo solo
es transferido a otra parroquia o se le envía a realizar estudios”.
En esa época, los
obispos africanos que recibieron esta información condenaron el informe de
abuso y lo tildaron de “desleal”.
Entre las denuncias
privadas de monjas en los años noventa —que fueron publicadas en un artículo de
portada en The National Catholic Reporter en 2001—, una afirmaba que
veintinueve monjas habían quedado embarazadas en una sola orden.
Demasure señaló que hay
testimonios de primera mano sobre esos abortos, los cuales violarían uno de los
principios centrales de las enseñanzas de la Iglesia, pero mencionó que no hay
información sobre su magnitud.
Sin embargo, es claro
que no se ha eliminado el problema.
En 2013, el reverendo
Anthony Musaala, un cura de Kampala, Uganda, fue suspendido y obligado a
disculparse por llamar la atención sobre las relaciones sexuales que sostenían
sus colegas curas con mujeres, incluidas monjas
(The New York Times en
Español)
No hay comentarios.