Ecoturismo en Colón: una vuelta por el universo de la miel y las abejas


Sobre la Ruta 135, a cinco minutos del centro de la ciudad de Colón y a unos pocos kilómetros de la intersección con la Ruta Nacional 14; el emprendimiento “Apícola Romi” recibe a curiosos visitantes que se sumergen en un universo ecoturístico que tiene a la miel y a las abejas como protagonistas estrella.

Un inicio fortuito

Se trata de un emprendimiento que lleva tres décadas dedicadas a la producción de la miel, y que nació casi de manera fortuita, a partir del gesto generoso de un anónimo personaje que, tras ser auxiliado por una pareja en un percance mecánico con su automóvil, quiso responder a esa gracia y envió desde la ciudad de Buenos Aires, quince colmenas.

Así fue como un piloto náutico y una profesora de Matemáticas colonenses, perplejos ante la inesperada retribución, se reinventaron como productores apícolas, a fuerza de estudio sostenido y observación minuciosa. Actualmente, de manera orgánica y resistiendo al uso de agroquímicos en campos cercanos, la Apícola Romi genera un producto de excelencia que incluso ha sido reconocido en certámenes provinciales, nacionales e internacionales.

Paralelamente, de un año a esta parte, el emprendimiento familiar ha abierto las puertas de su campo para poner a disposición de los visitantes el paso-a-paso, la trastienda, los secretos de su producción. En esta tarea hay un didáctico compromiso ecoturístico de transmitir la importancia del cuidado de las abejas y su encomiable tarea dentro del equilibrio natural.

Una producción amigable con las abejas

Polen, miel, jalea real, y propóleos son los productos que se generan directamente en esta apícola orgánica y que pueden adquirirse en locales comerciales de la ciudad de Colón. Otros emprendedores de la región utilizan su producción para reemplazar al azúcar en la elaboración de alfajores; también están quienes lo incorporan para hacer cerveza artesanal y licores; barritas energéticas combinan mix de cereales con esta miel; y se pueden hallar también caramelos artesanales que toman como insumo principal este excelente producto.

Exitosamente, los turistas colman los diversos horarios diarios dispuestos en la Apícola Romi para las visitas guiadas, convocados por la curiosidad que despierta el trabajo que hay detrás del producto. Bajan de la Ruta 135, toman un pequeño tramo de tierra y arriban por esta modesta y moderna construcción en la que, a la manera de un pequeño museo, detrás de paneles de vidrio, la producción apícola se encuentra a la vista para conmover los sentidos, en particular, el gusto.

Los visitantes quedan impactados con la organización de la colmena, con cada detalle del proceso. Se vuelve imposible no ensayar analogías con la especie humana y reflexionar sobre la importancia de defender la biodiversidad. De flor en flor, las abejas recorren tres vueltas al mundo buscando el néctar que terminará completando un kilo de miel. El dato, es de los que más sorpresa genera entre adultos y niños.

Con una colmena de observación y la exposición de las herramientas que se utilizan en la tarea apícola, las charlas conjugan didácticos repasos técnicos con sabiduría ancestral vinculada no sólo a la producción sino también a los usos de este oro ambarino. Esa conjunción invita también a los presentes a ampliar sus conocimientos o generarlos desde cero, en un ida y vuelta celebrado por quienes pasan por las visitas guiadas.

Se conoce el néctar en las visitas y se descubre el universo detrás de un kilo de miel. Las charlas son gratuitas y se completan con una exposición de productos regionales de diversos emprendedores, que son muy requeridos por los turistas que, de boca en boca, van esparciendo la experiencia para que nuevos visitantes se permitan disfrutar. Durante el año, grupos de estudiantes y de personas de la tercera edad también llegan para conocer el sitio.

A favor de la vida

La jungla de cemento genera una distancia casi irreconciliable con el proceso que habita detrás de cada producto que se adquiere en la góndola. Colón se erige cada año como un destino predilecto de miles de turistas, que arriban seducidos por la riqueza para los sentidos que ofrecen las playas abiertas, las calles citadinas con aroma de pueblo, el campo abierto en las adyacencias de las rutas.

La propuesta de la Apícola Romi se enmarca en este contexto. La sorpresa se vuelve admiración y, como revés de la trama, se transforma en compromiso por entender y defender el equilibrio natural que precisa de las abejas para mantenerse vivo.

En esta ruta, también se encuentra un viñedo, una bodega, un productor orgánico de hortalizas; lo que de alguna manera posiciona a la zona como un paseo de sabores que los turistas suelen recorrer con gusto, un camino por lo mejor de la gastronomía natural.

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