Fernández, cerca de un acuerdo con el FMI y lejos de los fondos que operan en Nueva York


La misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) concluye su visita a la Argentina con la intención de elevar al board en Washington una propuesta que está en sintonía con las necesidades financieras del Presidente y las intenciones reformistas de la directora gerente Kristalina Georgieva

Las opiniones de Cristina Fernández de Kirchner exigiendo una quita imposible a la deuda de la Argentina con el Fondo Monetario Internacional (FMI), apenas abollaron los términos del acuerdo institucional que cerró Alberto Fernández con la directora gerente Kristalina Georgieva.

El Presidente reclamó un plan consensuado sin ajuste y la postergación de los pagos hasta 2023, mientras que Georgieva solicitó una hoja de ruta sin default a la vista y un fuerte consenso geopolítico liderado por Estados Unidos y Europa.

Alberto Fernández y la directora gerente están cumpliendo sus compromisos, y apenas falta que los acuerdos cerrados en secreto alcancen la dimensión oficial y pública que sólo conceden las reuniones exitosas en el board del FMI.

En este contexto, el próximo comunicado del Fondo reconocerá la complicación objetiva y material que tiene la Argentina para pagar su deuda externa. Aún se negocia su texto preciso y su sintaxis exacta, pero el significado aparecerá indubitable para los tecnócratas de Washington y los tenedores de bonos soberanos con legislación internacional.

Es decir: sin la postergación de los pagos del FMI y una quita al interés y al capital de los acreedores privados bajo ley Nueva York, Argentina no puede honrar la deuda, la economía jamás crecerá y el default es un peligro inminente.

Los resultados de la misión del FMI significan un triunfo político para Alberto Fernández y Georgieva. El Presidente soportó la carga ideológica de CFK y logró que los funcionarios del Fondo entiendan cómo está la situación económica y social de la Argentina.

De esta forma, Alberto Fernández exorcizó -en parte- su presunta dependencia política con Cristina Fernández y, asimismo, sentó las bases técnicas para solicitar con éxito una postergación de los plazos para pagar la deuda del FMI que vence desde 2021.

Georgieva apoya a Alberto Fernández, pero también hace su propio juego. El FMI se transformó en un verdugo moderno de los países emergentes y su opaca imagen institucional compite con el prestigio de la dictadura de Siria o los niveles de honestidad pública del régimen populista de Nicolás Maduro.

La intención política de la directora gerente es reconstruir la imagen del FMI y se apoyará en el Caso Argentino para coronar un objetivo institucional que se asemeja a la utopía. Georgieva cree que el Fondo puede salir de su exclusivo formato de respaldo financiero y que los créditos -Stand By y de Facilidades Extendidas- no necesariamente deberían implicar ajuste, recesión y crisis de estabilidad democrática.

La directora gerente tiene una línea argumental, un proyecto novedoso, que compartió con Alberto Fernández y que juntos decidieron promover entre los socios más importantes del FMI. El Presidente ya hizo su faena durante la gira europea y Georgieva contó los detalles de su presunta quimera al ministro de Economía, Martín Guzmán. Ocurrió en Roma, cuando ambos funcionarios cenaron en la embajada argentina en Italia.

Si el comunicado del FMI cumple con los objetivos políticos que planificaron Alberto Fernández, Georgieva y Guzmán, habrá un efecto dominó que alcanzará a la agenda doméstica, al board del Fondo y a los tenedores de bonos con legislación extranjera.

Y para ello, el comunicado deberá explicar que recibieron toda la información necesaria para probar la existencia de la crisis económica, que la administración peronista tiene voluntad de honrar las deudas contraídas -públicas y privadas- y que la Argentina ahora no tiene capacidad de pago para afrontar las obligaciones asumidas por Mauricio Macri y Nicolás Dujovne.

Infobae

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