La inflación de enero alcanzó el 4%
La inflación de las y los trabajadores fue de 4% en enero. Si bien representa una ligera desaceleración respecto al 4,3% registrado en diciembre, el valor es el segundo más alto de los últimos 12 meses. A nivel interanual, la inflación alcanzó el 38%, acelerándose en 2,3 p.p respecto a la medición anterior, precisa el informe del Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET), dependiente de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET).
El capítulo que más subió el pasado mes fue Comunicaciones
(11,5%), debido al ajuste del 15% en telefonía celular. En segundo lugar,
Transporte trepó 5,8%, en un mes en que los pasajes aéreos de cabotaje subieron
32% (por la temporada turística) y en donde además se registraron alzas en
naftas. En tercer lugar, “Otros bienes y servicios” se alzó 5,7%, debido en
gran medida a subas del 8,2% en cigarrillos. Alimentos y bebidas volvió a
incrementarse en torno al 4% (3,9% exactamente).
Nuevamente, los frescos volvieron a ser el principal
problema, con las frutas subiendo 11% y las carnes 7% promedio. Dentro de las
frutas, sobresalieron las alzas de la pera (13%), banana (7%), naranja (10%),
limón (16%), frutilla (20%) y ciruela (20%). En las carnes, destacaron el pollo
entero (11%) y la falda (17%).
Equipamiento y mantenimiento del hogar se encareció 3,8% en
enero, arrastrado por alzas en muebles, electrodomésticos y algunos productos
de limpieza como lavandina. Indumentaria y calzado también superó el 3% (3,2%),
debido a alzas superiores al 8% en ropa interior. Enseñanza trepó 2,9%, debido
al encarecimiento de la universidad privada (13%) y de los útiles escolares
(3,5%). Salud subió 2,5%: en un mes en donde no hubo aumentos de prepagas, los
incrementos se explicaron por los medicamentos y las consultas clínicas
particulares.
Por su parte, Esparcimiento subió 1,9%; las mayores subas
fueron aquellas ligadas al turismo (los hoteles treparon 18%). Por último,
Vivienda subió 0,7%: el congelamiento de tarifas de los últimos tiempos ha
quitado presión a la suba de este capítulo, que está siendo motorizado
mayormente por alquileres y materiales de construcción.
El IET considera que son varias las razones detrás de la
aceleración inflacionaria de los últimos meses. Por un lado, las reaperturas de
actividades que estuvieron cerradas durante el peor momento de la pandemia (por
ejemplo, aquellas ligadas al turismo) han ido de la mano con marcados reajustes
de precios.
En segundo orden, el tipo de cambio ha acelerado el ritmo de
depreciación en los últimos meses. Si bien esto ha permitido mantener un tipo
de cambio competitivo (que está beneficiando a la industria), a la vez está
generando mayores presiones inflacionarias.
En tercer orden, los precios internacionales de los
commodities, si bien son una buena noticia, en vista de que permiten que el
BCRA engrose sus reservas y por tanto aleje expectativas de devaluación, están
introduciendo una presión adicional sobre los precios, en particular de los
alimentos.
Debe tenerse en cuenta que el maíz, cuyo precio
internacional pasó de 149 dólares la tonelada en agosto a 199 en diciembre (el
mayor valor desde 2014) es un insumo fundamental para el engorde de pollo,
cerdo y vaca. Por ello, será difícil que la inflación desacelere significativamente
si el ritmo de devaluación se mantiene como el de los últimos meses o si no se
implementan mecanismos de desacople de los precios internacionales (que pueden
ir desde fideicomisos al interior de las cadenas agroalimentarias como ocurre
con el aceite hasta las retenciones y cupos de exportación, o reducción de
impuestos internos).
A su vez, el Acuerdo Económico y Social que busca
implementar el gobierno puede ser una oportunidad para anclar expectativas
inflacionarias, que en los últimos meses se han disparado producto de la
aceleración de precios registrada a partir de septiembre.
El ingreso de los hogares se resintió en 2020, acumulando el
tercer año consecutivo de bajas. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido en
2018 y 2019 -en donde la baja se dio mucho más por la caída del salario medio
real más que por la pérdida de puestos de trabajo- en 2020 el deterioro del
ingreso de los hogares se produjo por la pérdida de puestos de trabajo (sobre
todo informales) que implicó la pandemia.
Vale tener en cuenta que el empleo formal privado registró
una contracción relativamente moderada (-3%), gracias a políticas como el ATP.
En contraste, el empleo informal se desplomó en un 18,8% entre los terceros
trimestres de 2019 y 2020. Si bien el peor momento fue el segundo trimestre,
los últimos datos disponibles muestran que en el tercer trimestre todavía
faltaban por recuperarse 1,9 millones de puestos de trabajo para retornar a los
niveles prepandemia. Debe agregarse que el empleo informal en general es menos
calificado que el formal, y por tanto, el potencial de trabajo remoto es
notoriamente menor; esto también ha sido un rasgo que explica por qué la
pandemia tuvo un impacto tan asimétrico en la pirámide social.
De cara a los meses que vienen, será clave tanto la
recuperación del salario medio real (particularmente afectado por lo ocurrido
en 2018-2019) como los puestos de trabajo perdidos en la pandemia. La creación
de empleos y la suba del salario permitirán robustecer la alicaída masa
salarial, y con ello dinamizar el consumo, principal motor de la economía
argentina. Para que esta rueda funcione adecuadamente, es fundamental que
Argentina incremente sus exportaciones, ya que la mejora económica siempre
supone mayores importaciones. En este sentido, la suba en los precios
internacionales de los commodities, si bien mete presión a los precios locales,
es una buena noticia.
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