Oficial juzgado por explotación sexual de su esposa
La víctima ratificó que Ángel Gerardo García la sometió con todo tipo de violencias a la explotación sexual en distintas ciudades de Entre Ríos y Corrientes.
García y su abogado Valle siguen el juicio por explotación
sexual, por video conferencia desde la Unidad Penal 1.
Un llamado a la línea 145 del Programa Nacional de Rescate y
Acompañamiento a las Personas damnificadas por el Delito de Trata fue el
principio del fin del infierno que vivió durante una década una mujer de Santa
Elena; y también para su esposo Ángel Gerardo García, quien la sometió a la
explotación sexual y a todo tipo de violencias.
Fue el 10 de abril de 2019 y pocos días después la víctima
fue rescatada y el oficial de la Policía provincial, detenido y encarcelado.
Hoy comenzó a ser juzgado en el Tribunal Oral Federal de Paraná por el delito
de Trata: la víctima declaró con una psicóloga y en un testimonio estremecedor
ratificó todo lo sufrido a lo largo de su relación con García. También dieron
sus testimonios la hermana y la madre de la mujer, quienes comprometieron al
acusado.
En aquella denuncia telefónica, la mujer contó que su
hermana le envió mensajes de texto donde le hacía saber sus padecimientos y la
explotación a la que era sometida por su marido. Y pedía ayuda.
El juez Roberto López Arango integra en forma unipersonal el
Tribunal, en tanto que el fiscal general José Ignacio Candioti tiene a su cargo
la acusación, y el abogado Manuel Valle defiende a García.
La imputación de la Fiscalía federal contra García es que
entre el año 2009, sin poder precisar la fecha exacta, y el 10 de abril de
2019, ofreció en reiteradas ocasiones a su pareja con fines de explotación
sexual, aprovechándose para ello de la situación de vulnerabilidad en la que se
encontraba, por necesidades económicas, carencia de empleo u oficio, la
circunstancia de estar a cargo del cuidado de sus hijos y con una escasa
instrucción. Asimismo, se valió de haber sido pareja, posteriormente esposo de
la víctima y de su calidad de funcionario policial. Es más, ayer la víctima
declaró que García la prostituía con otros policías que eran compañeros suyos.
En la investigación desarrollada en el Juzgado Federal de
Paraná, se estableció que la mujer fue trasladada en diferentes y reiteradas
ocasiones para que mantuviera relaciones sexuales con diferentes hombres,
intimidándola mediante el ejercicio de la violencia y las amenazas reiteradas
hacia ella y sus hijos para obligarla a prostituirse, tales como que en caso de
no hacerlo sus hijos no tendrían para comer o mostraría videos en los que ella
aparecía manteniendo relaciones sexuales con hombres.
En su testimonio, la víctima dijo que poco después de
comenzar la relación con García, en 2009, tuvieron inconvenientes económicos y
el hombre le dijo que la llevaría con un amigo que le iba a pagar para que
mantuviera relaciones sexuales con ella. El victimario la llevó a una choza
donde había tres pescadores, donde fue sometida por algunos de ellos. Ella le
dijo a García que no quería hacer eso nunca más. Se mudaron a La Paz porque
allí lo trasladaron al oficial de Policía.
En 2011 volvió a forzarla para explotarla con hombres. En
una ocasión la llevó a la localidad de Esquina (Corrientes) donde iba a estar
con un hombre que pagaría 1.000 pesos además del alquiler de la cabaña. García
nunca la dejaba sola y ella jamás tuvo acceso al dinero. Cada vez que planteaba
que no quería seguir siendo explotada sexualmente “era una guerra”, según
describió la mujer, y sufría amenazas.
En 2015 el hombre la trasladó bajo amenazas de muerte a Goya
(Corrientes). La llevó a un pool y le dio para beber un trago dulce con
alcohol, que le hizo perder el conocimiento. Una semana más tarde la mujer se
enteró de lo que había ocurrido porque García le exhibió un video que había
filmado, en el que la mujer mantenía sexuales con un hombre mientras ella
lloraba.
“Las situaciones de explotación sexual sucedieron en
numerosas ocasiones”, sostiene la imputación fiscal, y detalla que una de ellas
ocurrió en el Parque Urquiza de Paraná, donde el cliente prostituyente le pegó
con un cinturón porque ella no hacía lo que pretendía, lo que motivó que García
lo amenace con su arma. También sucedió en una vivienda de la capital
provincial donde clandestinamente se jugaba a las cartas y estaba a cargo de un
tal Juan. También se detallan viajes por Concordia, Villaguay t Rosario del
Tala.
“García no le permitía salir sola, las compras las hacían
sus hijos, nunca fue a buscarlos a la escuela ni participó de ninguna reunión
de padres. García se enteraba cuando iba al Centro de Salud cerca de la casa,
no tenía acceso a dinero ni a DNI”, se fundamentó en la acusación.
Asimismo, una prueba fundamental que será expuesta en
testimonios en el juicio es el informe de la Dirección General de Asistencia a
la Víctima de la provincia, que tuvo a su cargo la contención y las entrevistas
a la mujer. Concluyeron que su relato fue coherente, con detalles de todas las
violencias padecidas (física, sexual, psicológica, económica y de explotación
sexual). Afirmaron que la mayor preocupación de la víctima era la manutención
de sus hijos y subrayaron que el grado de sometimiento al que se encontraba
expuesta la víctima implicaba una situación de alto riesgo.
También se remarcó que cada vez que la explotaba, la hacía
llamar por un nombre de fantasía pamela, “lo que constituye un accionar
característico del prostituyente destinado a sustituir la identidad de la
víctima”, consignaron las profesionales que intervinieron en el caso.
También fue muy importante la declaración de la hermana de
la víctima y denunciante en esta causa, quien en su momento había dicho que
solo podía verla dos veces al año, con García al lado. Si él salía a fumar,
ellas tenían que salir. Si él iba al baño, en la planta alta, ella tenía que
acompañarlo. No salía sola nunca, la única vez que lo hizo fue al dispensario y
a los 10 minutos él llegó rompiéndole la puerta del consultorio.
Esta circunstancia fue acreditada por el testimonio de la
médica, quien dijo que a la víctima se la veía con la autoestima muy baja, que
el marido no la dejaba, era muy controlador. “Teníamos que dejar de hablar.
Decía que quería ver lo que le hacía. En 20 años nunca vi una situación así”,
afirmó la ginecóloga, quien está citad a declarar en el juicio.
Por último, ayer fue muy relevante la declaración de la
madre de la víctima, quien entre otras cosas relató que en una oportunidad,
cuando le recriminó a García lo que le había hecho a su hija, el hombre se
arrodilló, le reconoció todo lo que hizo y le pidió perdón.
Para la acusación en este caso se comprobó la violencia
simbólica (las características del vínculo muestran el poder que García
impartía hacia los integrantes de la familia, en especial hacia ella, dejándola
en un lugar subordinado); psicológica: (la victima no podía disponer en de nada
que no fuera decidido por su marido ni salir si no era en su compañía);
económica y patrimonial (García manejaba todo, obligándola a una dependencia
absoluta); y sexual (era obligada no se podía negar a mantener relaciones
sexuales con él. UNO
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