“Lo de Francou”, almacén de ramos generales
Es uno de los almacenes de campo más antiguos de Entre Ríos, que ha resistido todos los avatares y sigue abierto, convertido hoy en una referencia turística del departamento Colón, además de seguir abasteciendo a la familia rural. Un legado familiar que no cambió de mano y que vale la pena conocer.
Van quedando pocos lugares como lo de Francou que cuenten
historias de la vieja provincia eminentemente rural. De esa Entre Ríos que se
fue formando, recibiendo y ensamblando con la inmigración de gringas y gringos
que llegaron a estas comarcas buscando tener un futuro, y con los baúles
cargados de sueños para concretarlos en una parcela de tierra.
Pero hay algunas sorpresas en el camino que valen la pena
conocer. En Colonia El Carmen, a poca más de 12 kilómetros de la turística y
productiva ciudad de Villa Elisa, en el departamento entrerriano de Colón y en
una esquina, como no podía ser de otra manera, está una de las excepciones: El
Almacén de Ramos Generales fundado por don Antonio Francou, que abrió sus
puertas en el lejano 1907, y sigue de pie.
Hay que recorrer rutas y caminos de ripio para llegar a este lugar en el mapa entrerriano, un lugar tan bucólico como apacible, que nos muestra en esta época del año los tonos ocres y marrones propios del invierno que está llegando, que han desplazado el intenso verde en una tierra de vertisoles, la más apta para el arroz, el cultivo por excelencia aquí, pero que se hace con la energía que sugieren los precios del mercado y la conveniencia, ni más ni menos.
Pero la historia que nos convoca no está en los arrozales y
sí en las firmes paredes de un viejo almacén que el pasado 1 de junio llegó a
los 114 años de actividad ininterrumpida. “Siempre permaneció abierto y ha
pertenecido a la misma familia”, nos cuenta Olga Perroud de Francou, que junto
a su marido Roberto están al frente del comercio hace más de medio siglo. Ellos
son la tercera generación al frente de establecimiento, a la que ya se suma la
cuarta, para seguir con el mandato familiar.
¿Cómo empezó todo? “Tenemos que imaginar cómo era el paisaje
a principios del siglo pasado esta zona, con inmigrantes suizos, franceses e
italianos del Piemonte, cultivando la tierra, con sus viviendas donde se
criaban gallinas, vacas, tenían frutales, huertas, había que producir de todo y
conservarlo”, nos cuenta Olga.
“Lo de Francou” como lo conocen en la zona, fue el lugar
para el abastecimiento de las familias y el punto de encuentro social. “Era
cotidiano que llegaran los carros, las jardineras con gallinas, cajones de
huevos o miel para cambiarlos por alimentos –harina, azúcar, aceite - que se
llevaban como provista. Muchos de esos productos luego se enviaban a Buenos
Aires”, cuenta.
El amplio mostrador de madera, las estanterías, la vieja heladera…una foto que parece inalterada y que cuenta historias de una provincia y de un país. “Hasta ahora sigue siendo el lugar de encuentro en la colonia, aunque ha cambiado mucho el paisaje del campo” relata y se detiene en un detalle. “El almacén tenía dos puertas. Por una ingresaban los hombres hacia el bar, y por otra las mujeres que iban más para la tienda y realizaban las compras en general. ¡Cómo ha cambiado todo!” se ríe Olga.
Hace algunos años este cronista visitó el viejo almacén.
Junto a Olga y Roberto vimos los documentos comerciales y el acta de apertura
del establecimiento. Era la víspera del cumpleaños 102 de un boliche que
permanecía abierto por la obstinación de sus dueños. En aquella entrevista y
posterior charla fluyeron ideas y sugerencias sobre el valor único de un lugar
singular, ubicado en una microrregión donde el turismo se ha consolidado como
la principal actividad económica y generadora de empleo.
“El almacén Francou siguió funcionando como almacén, con la
clientela que iba quedando, pero nos dimos cuenta que conservaba todo el
mobiliario original, las estanterías, el sótano, elementos que le daban un
valor diferente, un atractivo que podía interesar a otro público” cuenta sobre
la transformación de un lugar, pero conservando inalterable el alma centenaria,
los recuerdos que brotan en un antiguo farol a kerosene, en la copa de caña
servida, en la picada de salame y pan casero, en las anécdotas de abuelas y
abuelos que ya no están.
Poco a poco la esquina de Colonia El Carmen se fue convirtiendo en una referencia insoslayable para miles de turistas que –antes de la pandemia- elegían Villa Elisa, Colón o San José como lugar de descanso para vacacionar en cualquier momento del año, la microrregión turística más importante de Entre Ríos.
Así, “lo de Francou” como dicen los gringos, comenzó a
ofrecer algunos servicios y productos que tiene que ver con su historia:
“Vendemos muchas cosas artesanales que producen nuestros vecinos, es parte del
entorno y forma parte de la cultura propia, y nosotros lo integramos en el
almacén”.
Antes eran gallinas, huevos, verduras o mieles que traían
las familias de inmigrantes al almacén. Hoy son dulces, mermeladas, licores de
miel, salames, bondiolas, quesos y otras delicatesen con alta aprobación de los
visitantes. “Conservamos el espíritu del almacén de siempre, pero ahora
ofrecemos algunas comidas simples pero elaboradas, y que gustan mucho”.
Reducto donde la historia está en cada lugar, el almacén
logró sortear los ciclos y sacudones de un país tan bendecido como intrincado.
¿Hay clientes con libreta? Sonríe Olga ante la consulta. “Quedan algunos, muy
pocos…” dice.
Gobernar es poblar
Atraer inmigrantes a las tareas agrícolas es una empresa que
comienza de la mano de Justo José de Urquiza en el país. La Colonia Agrícola
Militar de Las Conchas (luego Villa Urquiza), en las proximidades del río
Paraná, con un grupo de vascos españoles es la primera experiencia. En 1857 se
inicia en San José, departamento de Colón, un ensayo de colonización con
inmigrantes venidos del cantón suizo de Valais, donde prevalecen hombres y
mujeres de origen francés y alemán, razón por la que en los documentos se
mencionan a “suizos franceses” y “suizos alemanes”.
Treinta años más tarde comienza “la segunda gesta
colonizadora” que tiene uno de sus hitos con la fundación de un nuevo pueblo en
1890: Villa Elisa, rodeado de una extensa y pujante colonia, entre ellas El
Carmen, lugar donde llegaron, entre otros, los Francou.
Cómo llegar
Se puede arribar por dos lugares distintos: desde el
complejo termal de Villa Elisa, por la Ruta Provincial Nº 23 circulando 10
kilómetros de buen pavimento y luego un kilómetro y medio de un camino vecinal,
todo muy bien señalizado. La otra vía es desde Colonia Hoker, recorriendo los 8
kilómetros de ripio.
El almacén sobrevivió al despoblamiento del campo y se
adaptó a los tiempos, recibiendo turistas y contando la historia que encierran
esas altas paredes, pero que trascienden a esos campos que alguna vez
recibieron y cobijaron a aquellos que dejaron atrás su propia tierra, su lugar
de origen para construir aquí su propio presente y soñar el futuro.
Si lo va a visitar no olvide sacar las fotos para el
recuerdo, pero después apague el celular por un rato. Escuche, converse y
disfrute de una copa y la deliciosa y bien servida picada. Está usted “en lo de
Francou”.
Por Emilio Ruberto, Periodista. Integrante de Campo en
Acción.
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