Bolsonaro espera una multitud en las calles para decidir una "ruptura" con la Corte
El presidente brasileño busca enfrentar al Supremo Tribunal Federal con "1 ó 2 millones de personas en las calles" para que el poder moderador de la República "sea el pueblo y no un par de jueces". Se presume que las protestas tendrán su mayor magnitud en Brasilia y San Pablo.
Brasil se encaminaba hacia un posible precipicio
institucional previsto para este martes, calificado como "ruptura" y
"ultimátum" por el presidente Jair Bolsonaro, quien convocó para el
Día de la Independencia a manifestaciones en todo el país contra el Supremo
Tribunal Federal, al que acusa de violar la Constitución tras abrir procesos
contra él y sus aliados por buscar intervenir militarmente la alta corte.
Ante las denuncias de golpismo de la oposición o de una
invasión al Supremo Tribunal Federal en Brasilia al estilo del movimiento
ultraderechista Qanon, los seguidores de Donald Trump al Congreso de Estados
Unidos, Bolsonaro busca enfrentar a la corte con "1 ó 2 millones de
personas en las calles" para que el poder moderador de la República
"sea el pueblo y no un par de jueces".
Es la primera gran demostración con amenazas de quiebre a
algún sistema institucional desde que Brasil recuperó la democracia en 1985,
tras 21 años de dictadura militar (1964-1985), régimen de facto reivindicado
por el jefe del Estado y los militares que lo asesoran en el gabinete.
El gobierno de Estados Unidos pidió a sus ciudadanos
alejarse de las manifestaciones por temor a hechos de violencia. El Gobierno de
Brasilia aumentó la seguridad en torno a la embajada de China, país que es
considerado un enemigo comunista de parte del bolsonarismo, alineado a las
ideas del Steve Bannon, el exasesor de Trump y de gurú de la extrema derecha
mundial.
Las protestas tendrán el mayor operativo de seguridad
conocido en San Pablo y Brasilia, sobre todo porque los gobernadores han
lanzado un alerta sobre posibles motines de las policías provinciales a favor
de Bolsonaro: habrá controles de armas en los acceso a los lugares de las
manifestaciones.
Empresarios bolsonaristas que lo respaldan desde 2018,
ruralistas sojeros, de la minería en la selva amazónica, pastores evangelistas
y entidades policiales son las que organizaron las caravanas desde 10 estados
del país para llegar a las manifestaciones.
Las principales están convocadas a la mañana en Brasilia y a
la tarde en la Avenida Paulista de San Pablo, el escenario donde en 2015 nació
el bolsonarismo, al calor de la derecha liberal y conservadora que llenaron las
calles para pedir el impeachment de Dilma Rousseff, con el apoyo logístico de la
principal patronal del país, la Federación de Industrias del estado de San
Pablo.
Más de 200 caravanas de 10 estados contratadas por
empresarios ruralistas viajan hacia Brasilia y San Pablo al precio de 250
reales el asiento, según divulgado en los avisos de las redes bolsonaristas en
Telegram.
Bolsonaro publicó un video en las redes en el que dijo que
esto funcionará como un "ultimátum del pueblo" contra los jueces
supremos Alexandre de Moraes y Luis Barroso, este último titular de la justicia
electoral también.
Moraes investiga desde 2019 a bolsonaristas por usar dinero
público y financiación privada para sitios que impulsan un golpe miliar, como
la intervención del Ejército en el Supremo Tribunal Federal.
El clima de alta tensión incluye el avance de la inflación,
del precio de la canasta básica de alimentos y el cerco a Carlo y Flávio
Bolsonaro, concejal de Río y senador, respectivamente, por haber desviado
durante más de diez años dinero público de sus empleados parlamentarios,
generando supuesto lavado de dinero por más de 2 millones de dólares, según la
fiscalía.
En el discurso que Bolsonaro puso este lunes en las redes
sociales, afirma que "la libertad está por encima de la propia vida".
La semana pasada, defendió que la población compre fusiles
porque "un pueblo armado no puede ser esclavizado", en una señal a
sus seguidores, sobre todo a los clubes de tiro y al lobby bélico.
Policías de San Pablo y otros estados están convocando a
participar de las manifestaciones, y allí radica el principal peligro de
enfrentamientos.El principal lema e los bolsonaristas será "Eu
Autorizo" ("Yo autorizo"), que es un pedido para que Bolsonaro
envié al Ejército a la máxima corte, algo que se arrastra desde el inicio de la
pandemia y que es motivo de pedidos de juicio político contra el jefe del
Estado.
El interrogante es saber si las Fuerzas Armadas participarán
del evento, que es privado, ya que se han suspendido las celebraciones
militares oficiales del 7 de Setiembre a causa de la pandemia.
El gobierno cívico-militar de Brasil (hay más militares en
cargos estatales, unos 6.000, que con el último dictador, Joao Baptista
Figueiredo) estará bajo un momento único de tensión.Parte del establishment ha
bajado su apoyo al gobierno, entre ellos los principales bancos privados y el
agronegocio exportador.
La Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), la
conferencia episcopal, condenó el llamado a manifestación y el uso de armamento
en la población civil.
Desde el mercado financiero que apoyó a Bolsonaro en el
balotaje de 2018 suenan las alarmas. "Un autogolpe ya no es más un delirio
paranoico", dijo Gustavo Franco, extitular del Banco Central administrador
de la gestora de fondos de inversión Rio Bravo.
La oposición de izquierda aparece dividida sobre hacer
manifestaciones, porque serán menores que las oficialistas.Sin embargo, habrá
sí respaldo al tradicional Grito de los Excluidos de todo 7 de septiembre del
Movimiento Sin Tierra, para reclamar la distribución de la riqueza.
A 199 años del grito de la independencia en Brasil, todos
los fantasmas del golpe giran en torno a Brasil, que fue sede este fin de
semana de la internacional conservadora organizada por el diputado Eduardo
Bolsonaro, en la cual participó y convocó a combatir "el totalitarismo"
nada menos que el hijo de Trump.La foto de la invasión al Capitolio le quita el
sueño a gran parte de Brasil.
No hay comentarios.