Milei anticipó que en el corto plazo la situación empeorará y advirtió: “Nos dejaron plantada una herencia de 15 mil por ciento”
El Presidente hizo un duro repaso de la herencia recibida y prometió hacer todos los esfuerzos para evitar “la catástrofe”
En su primer discurso como Presidente de la Nación, Javier
Milei hizo foco en la herencia que recibió y las complejas dificultades
económicas que enfrentará su gestión. También le dedicó palabras a la seguridad
y al deterioro educativo del país. Además, prometió que no habrá “vendettas”
contra políticos de otros partidos y prometió que los piqueteros que corten
calles no cobrarán planes sociales.
El jefe de Estado planteó que el gobierno de Alberto
Fernández le dejó “plantada” una “inflación anual de 15 mil por ciento”. Por
ese motivo -aseguró-dijo que no hay una solución alternativa al ajuste.
Ese ajuste, prometió, “caerá casi totalmente sobre el Estado
y no sobre el sector privado”.
“La conclusión es que no hay alternativa al ajuste y no hay
alternativa al shock, naturalmente eso repercutirá de modo negativo sobre el
nivel de actividad, el empleo, los salarios reales, la cantidad de pobres e
indigentes”, sintetizó.
Milei habló en las afueras del Congreso, frente a la Plaza,
rodeado de presidentes y líderes de todo el mundo que llegaron a la Argentina
para participar de los actos protocolares de asunción. Fueron 34 minutos y en
un clima casi de verano, con sol radiante y 26 grados de temperatura.
En el escenario estuvieron en primera fila y a la derecha
del presidente electo Zelensky, el armenio Vahagn Jachaturián, el chileno
Gabriel Boric y el rey Felipe VI de España. Y a su izquierda el paraguayo
Santiago Peña, el uruguayo Luis Lacalle, el ecuatoriano Daniel Noboa, Viktor
Orban (Hungría) y el ex presidente de Brasil Jair Bolsonaro.
“Habrá estanflación, es cierto, pero no es algo muy distinto
a lo que ha pasado en los últimos 12 años”, desarrolló.
“Recordemos que en los últimos 12 años, el PBI per cápita ha
caído 15% en un contexto donde acumulamos 5000% de inflación; hace más de una
década que vivimos en estanflación, por lo tanto este es el último mal trago
para iniciar la reconstrucción de Argentina”, completó.
“En el corto plazo la situación empeorará, pero luego
veremos los frutos de nuestro esfuerzo habiendo creado las bases de un
crecimiento sólido y sostenible en el tiempo. Sabemos que no todo está perdido.
Los desafíos son enormes pero también nuestra capacidad para superarlos. No va
a ser fácil. 100 años de fracaso no se deshacen en un día, pero un día empieza.
Y hoy es ese día”, resumió.
Seguridad
El segundo capítulo de su discurso estuvo orientado a “la
vida en comunidad” y la seguridad, uno de los principales reclamos de la
ciudadanía.
“Argentina se ha convertido en un baño de sangre, los
delincuentes caminan libres mientras los argentinos de bien se encierran tras
las rejas, el narcotráfico se apoderó lentamente de nuestras calles a punto tal
que una de las ciudades más importantes ha sido secuestrada por los narcos y la
violencia”, describió.
Y prometió: “Se acabó con el siga-siga de los delincuentes”.
“En materia social estamos recibiendo un país donde la mitad
del país es pobre, con el tejido social roto. Más de 20 millones de argentinos
no pueden vivir una vida digna porque son presos de un sistema que genera más
pobreza. Los planes contra la pobreza generan más pobreza. La única forma de
salir de la pobreza es con más libertad”, continuó.
Educación
En materia educativa, Milei destacó: “Para que tengan en
cuenta el deterioro que vivimos, sólo el 16% de los chicos se reciben en tiempo
y forma en la escuela, sólo 16 de cada 100, el 84% no termina la escuela en
tiempo y forma”.
“A su vez el 70% de los que sí terminan la escuela no pueden
resolver un problema de matemático básico o comprender un texto”, prosiguió en
alusión a los resultados conocidos recientemente de las pruebas PISA.
“Si se levantara Sarmiento y vieran lo que hicieron con la
discusión”, reflexionó.
El mensaje de Javier Milei a la clase política
“La clase política deja al país al borde de la crisis más
profunda de nuestra historia, cada uno de ellos tendrá que hacerse cargo de su
propia responsabilidad, no es tarea mía señalarlos”, dijo. “No buscamos ni
deseamos las duras decisiones que habrá que tomar en las próximas semanas, pero
lamentablemente no nos han dejado opción”, reiteró.
“Vamos a tomar todas las decisiones necesarias para arreglar
el problema que causaron 100 años de despilfarro de la clase política aún
cuando el principio sea duro”, machacó.
“En cuanto a la clase política argentina, quiero decirles
que no venimos a perseguir a nadie, no venimos a saldar viejas vendettas o
discutir espacios de poder, nuestro proyecto no es un proyecto de poder, es un
proyecto de país. No pedimos acompañamiento ciego, pero no vamos a tolerar que
la hipocresía interfieran con el cambio que los argentinos elegimos. A todos
aquellos dirigentes políticos, sindicales y empresariales que quieran sumarse a
la nueva Argentina los recibimos con los brazos abiertos”, explicó.
“No importa de dónde vengan, no importa lo que hayan hecho
antes, lo único que importa es hacia dónde quieren ir. Aquellos que quieren
utilizar la violencia o la extorsión para obstaculizar el cambio, les decimos
que se van a encontrar con un Presidente de convicciones inamovibles que
utilizará todos los resortes del Estado para avanzar en los cambios que nuestro
país necesita, no vamos a claudicar, no vamos a retroceder, no nos vamos a
rendir”, cerró.
El que corta calles no cobra planes sociales
Sobre el final del discurso, que se extendió durante 34
minutos, el Presidente les envió un mensaje claro a los piqueteros.
“Este nuevo contrato social nos propone un país distinto, un
país en el que el Estado no dirija nuestras vidas, sino que vele por nuestros
derechos, un país en el que el que las hace las paga, un país en el que quien
corta la calle violando los derechos de sus conciudadanos no recibe la
asistencia de la sociedad; puesto en otros términos, el que corta no cobra”,
exclamó ante los aplausos de los ciudadanos presentes.
“Un país que dentro de la ley permite todo, pero fuera de la
ley no permite nada”
“Un país que contiene a quienes lo necesitan, pero no se
deja extorsionar por aquellos que utilizan a quienes menos tienen para
enriquecerse a ellos mismos”.
El mensaje final
“Que quede claro, hoy comienza una nueva era en la Argentina.
El desafío que tenemos por delante es titánico, pero la verdadera fortaleza de
un pueblo se mide en cómo enfrenta los desafíos cuando se presentan y cada vez
que creemos que nuestra capacidad para superar esos desafíos ha sido alcanzada,
miramos al cielo y recordamos que esa capacidad bien podría ser ilimitada”,
dijo.
“El desafío es enorme, pero lo enfrentaremos con convicción,
trabajaremos sin descanso y llegaremos a destino”.
“No es casualidad que esta inauguración presidencial ocurra
durante la fiesta de Janucá, la fiesta de la luz, la esencia de la libertad”,
indicó.
“Ustedes saben que prefiero decirles una verdad incómoda
antes que una mentira confortable”, completó.
“Recuerdo que cuando ingresamos a esta casa junto a Victoria
Villarruel, hoy Vicepresidenta, en una entrevista nos dijeron “ustedes son 2 en
257, no van a poder hacer nada”. Y también recuerdo que ese día la respuesta
fue una cita al libro de Macabeos 319 que dice que la victoria en la batalla no
depende de la cantidad de soldados sino de las fuerzas que vienen del cielo.
Por lo tanto, Dios bendiga a los argentinos, y que las fuerzas del cielo nos
acompañen en este desafío, muchas gracias, será difícil pero lo vamos a
lograr”, agregó.
Y exclamó por última vez: “¡Viva la libertad carajo!”.
Señores Ministros de la Corte. Señores Gobernadores, señores
Diputados y Senadores nacionales. Presidentes y dignatarios extranjeros.
Argentinos. Hoy comienza una nueva era en Argentina. Hoy damos por terminada
una larga y triste historia de decadencia y declive, y comenzamos el camino de
la reconstrucción de nuestro país.
Los argentinos de manera contundente han expresado una
voluntad de cambio que ya no tiene retorno. No hay vuelta atrás. Hoy enterramos
décadas de fracaso, peleas intestinas y disputas sin sentido. Peleas que lo
único que han logrado es destruir nuestro querido país y dejarnos en la ruina.
Hoy comienza una nueva era en Argentina. Una era de paz y
prosperidad. Una era de crecimiento y desarrollo. Una era de libertad y
progreso. Hace 200 años, un grupo de ciudadanos argentinos reunidos en San
Miguel de Tucumán, le dijeron al mundo que las Provincias Unidas del Río de la
Plata no eran más una colonia española y que a partir de ese histórico momento
seríamos una nación libre y soberana.
Durante décadas nos enfrentamos en disputas internas acerca
de cuál debía ser la forma institucional que nuestro país necesitaba. En 1853,
luego de 40 años de haber declarado la independencia, bajo el auspicio de un
pequeño grupo de jóvenes idealistas que hoy conocemos como la generación del
37, decidimos como pueblo abrazar las ideas de la libertad. Así se sancionó una
Constitución liberal con el objetivo de asegurar los beneficios de la libertad
para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que
quieran habitar el suelo argentino.
Lo que vino después de la sanción de esa Constitución de
fuerte raigambre liberal fue la expansión económica más impresionante de
nuestra historia. De ser un país de bárbaros enfrascados en una guerra sin
cuartel, pasamos a ser la primera potencia mundial. Para principios del siglo
XX éramos el faro de luz de Occidente. Nuestras costas recibían con brazos
abiertos a millones de inmigrantes que se escapaban de una Europa devastada en
búsqueda de un horizonte de progreso.
Lamentablemente, nuestra dirigencia decidió abandonar el
modelo que nos había hecho ricos y abrazaron las ideas empobrecedoras del
colectivismo. Durante más de 100 años los políticos han insistido en defender
un modelo que lo único que genera es pobreza, estancamiento y miseria. Un
modelo que considera que los ciudadanos estamos para servir a la política y no
que la política existe para servir a los ciudadanos. Un modelo que considera
que la tarea de un político es dirigir la vida de los individuos en todos los
ámbitos y esferas posibles. Un modelo que considera al Estado como un botín de
guerra que hay que repartir entre los amigos.
Señores, ese modelo ha fracasado. Ha fracasado en todo el
mundo, pero en especial ha fracasado en nuestro país. Así como la caída del
Muro de Berlín marcó el final de una época trágica para el mundo, estas
elecciones han marcado el punto de quiebre de nuestra historia.
En estos días, mucho se ha hablado de la herencia que vamos
a recibir. Dejen que sea muy claro en esto. Ningún gobierno ha recibido una
herencia peor que la que estamos recibiendo nosotros. El kirchnerismo, que en
sus inicios se jactaba de tener superávit gemelos, esto es, superávit fiscal y
externo, hoy nos deja déficit gemelos por 17% del PBI. A su vez, de esos 17
puntos del PBI, 15 corresponden al déficit consolidado entre el Tesoro y el
Banco Central. Por lo tanto, no existe solución viable en la que se evite
atacar al déficit fiscal.
Al mismo tiempo, de esos 15 puntos de déficit fiscal, cinco
corresponden al Tesoro Nacional y diez al Banco Central, por lo que la solución
implica, por un lado, un ajuste fiscal en el sector público nacional de cinco
puntos del PBI que, a diferencia del pasado, caerá casi totalmente sobre el
Estado y no sobre el sector privado. Por el otro, es necesario limpiar los
pasivos remunerados del Banco Central, los cuales son responsables de los diez
puntos de déficit del mismo. De esta manera se pondría fin a la emisión de
dinero y con ello a la única causa de la inflación empíricamente cierta y
válida en términos teóricos.
Sin embargo, dado que la política monetaria actúa con un
rezago que oscila entre 18 a 24 meses, aun cuando hoy dejemos de emitir dinero,
seguiremos pagando los costos del desmadre monetario del gobierno saliente.
Haber emitido por 20 puntos del PBI como se hizo en el gobierno saliente, no es
gratis, lo vamos a pagar en inflación.
A su vez, el cepo cambiario, otra herencia de este Gobierno,
no solo constituye una pesadilla social y productiva porque implica altas tasas
de interés, bajo nivel de actividad, escaso nivel de empleo formal y salarios
reales miserables que impulsan el aumento de pobres e indigentes, sino que
además el sobrante de dinero en la economía hoy es el doble que había en la
previa del Rodrigazo. Para tener una idea de lo que eso implica, recordemos que
el Rodrigazo multiplicó por seis veces la tasa de inflación. Por lo que un
evento similar significaría multiplicar la tasa de inflación por 12 meses. Y
dado que la misma viene viajando a un ritmo del 300%, podríamos pasar a una
tasa anual del 3600. A su vez, tranquilos, que no termina acá, la herencia
sigue.
A su vez, dada la situación de los pasivos remunerados del
Banco Central, la cual es peor que la que había en la previa de la
hiperinflación de Alfonsín, en muy poco tiempo se podría cuadruplicar la cantidad
de dinero y con ello llevar a la inflación a niveles del 15.000 por ciento
anual. Esta es la herencia que nos dejan: una inflación plantada del 15.000%
anual, contra la cual vamos a luchar con uñas y dientes para erradicarla.
Es más. Este número, este número que parece un disparate,
quiero que sepan que implica una inflación del 52% mensual, mientras que hoy
mismo ya viaja a un ritmo de acuerdo a estimaciones privadas que oscilan entre
el 20 y el 40% mensual para los meses entre diciembre y febrero.
Esto es, el gobierno saliente nos ha dejado plantada una
hiperinflación, y es nuestra máxima prioridad hacer todos los esfuerzos
posibles para evitar semejante catástrofe que llevaría a la pobreza por encima
del 90% y la indigencia por encima del 50.
En consecuencia, no hay solución alternativa al ajuste.
Por otra parte, la herencia no termina ahí, ya que los
desequilibrios en tarifas son solo equiparables al desastre que dejó el
kirchnerismo en el año 2015. En el plano cambiario la brecha oscila entre el
150 y 200%, niveles también similares a los que teníamos en el Rodrigazo.
A su vez, la deuda con importadores supera los 30.000
millones de dólares y las utilidades retenidas a las empresas extranjeras
alcanzan los 10 mil millones de dólares. La deuda del Banco Central e YPF suman
25.000 millones de dólares y la deuda del Tesoro pendiente suma unos 35.000
millones de dólares adicionales. Esto es, la bomba en términos de deuda,
asciende a 100.000 millones de dólares que habrá que sumar a los cerca de
420.000 millones de dólares de deuda ya existente.
Naturalmente, a estos problemas hay que sumarle también los
vencimientos de deuda de este año, donde los vencimientos de deudas en pesos
son equivalentes a 90.000 millones de dólares y 25.000 millones de dólares en
moneda extranjera con organismos multilaterales de crédito.
Sin embargo, con mercados financieros cerrados y el acuerdo
con el FMI caído por los brutales incumplimientos del gobierno saliente, el
rollover de deuda es por demás desafiante, aún para el mítico cíclope.
Como si todo esto fuera poco, esto transcurre en una
economía que no crece desde el año 2011. Y en línea a lo anterior, el empleo
formal en el sector privado se mantiene estancado en 6 millones de puestos de
trabajo, llegando a la locura que el mismo es superado en un 33% por el empleo
informal.
Por eso no debería sorprender a nadie que los salarios
reales se hayan destruido, ubicado en torno a los 300 dólares mensuales, los
cuales no solo son seis veces inferiores a los de la convertibilidad, sino que
de haberse mantenido la tendencia de aquellos años, o como lo decían ellos, el
maldito neoliberalismo, hoy oscilarían entre 3000 y 3.500 dólares por mes.
Nos han arruinado la vida, nos han hecho caer por diez veces
nuestros salarios. Por lo tanto, tampoco nos debería sorprender que el populismo
nos esté dejando 45% de pobres y 10% de indigentes.
Luego de dicho cuadro de situación, que a todas luces parece
irremontable, debe quedar claro que no hay alternativa posible al ajuste.
Tampoco hay lugar a la discusión entre shock y gradualismo. En primer lugar,
porque desde el punto de vista empírico, todos los programas gradualistas
terminaron mal. Mientras que todos los programas de shock, salvo el de 1959,
fueron exitosos. En segundo lugar, porque desde el punto de vista teórico, si
un país carece de reputación, como lamentablemente es el caso de Argentina, los
empresarios no invertirán hasta que vean el ajuste fiscal, haciendo que el
mismo sea recesivo. En tercer lugar, y no por ello menos importante, para hacer
gradualismo es necesario que haya financiamiento. Y lamentablemente, tengo que
decírselos de nuevo, no hay plata.
Por ende, la conclusión es que no hay alternativa al ajuste
y no hay alternativa al shock. Naturalmente, eso impactará de modo negativo
sobre el nivel de actividad, el empleo, los salarios reales, la cantidad de
pobres e indigentes. Habrá estanflación, es cierto, pero no es algo muy
distinto a lo que ha pasado en los últimos 12 años. Recordemos que en los
últimos 12 años el PBI per cápita ha caído 15% en un contexto donde acumulamos
5.000% de inflación. Por lo tanto, hace más de una década que vivimos en
estanflación. Por lo tanto, este es el último mal trago para comenzar la
reconstrucción de Argentina.
A su vez, luego del reacomodamiento macro que vamos a
impulsar, el cual será menos doloroso cuanto mayor sea la caída del riesgo país
y cuanto mejor sea nuestra contención desde el Ministerio de Capital Humano, la
situación comenzará a mejorar. Esto es, habrá luz al final del camino.
En el caso alternativo, la propuesta sensiblera progresista,
cuya única fuente de financiamiento en la emisión de dinero derivará en una
hiperinflación que llevará el país a la peor crisis de su historia, sumado a
que nos meterá en un espiral decadente que nos equiparará con la oscuridad de
la Venezuela de Chávez y Maduro.
Por lo tanto, luego de semejante cuadro de situación no
pueden quedar dudas que la única opción posible es el ajuste, un ajuste
ordenado y que caiga con toda su fuerza sobre el Estado y no sobre el sector
privado.
Sabemos que será duro. Por eso, quiero también traerles una
frase sobresaliente de uno de los mejores presidentes de la historia argentina
que fue Julio Argentino Roca. ‘Nada grande, nada estable y duradero se
conquista en el mundo cuando se trata de la libertad de los hombres y del
engrandecimiento de los pueblos, si no es a costa de supremos esfuerzos y
dolorosos sacrificios’.
Pero nuestros desafíos no terminan solamente en el plano
económico. El nivel de deterioro de nuestro país es tal que abarca todas las
esferas de la vida en comunidad. En materia de seguridad, Argentina se ha
convertido en un baño de sangre. Los delincuentes caminan libres mientras los
argentinos de bien se encierran tras las rejas. El narcotráfico se apoderó
lentamente de nuestras calles, a punto tal que una de las ciudades más
importantes de nuestro país ha sido secuestrada por los narcos y la violencia.
Nuestras fuerzas de seguridad han sido humilladas y maltratadas durante
décadas. Han sido abandonados por una clase política que le ha dado la espalda
a quienes nos cuidan. La anomia es tal que sólo el 3% de los delitos son
condenados. Se acabó con el ‘siga, siga’ de los delincuentes.
En materia social, estamos recibiendo un país donde la mitad
de la población es pobre. Con el tejido social completamente roto. Más de 20
millones de argentinos no pueden vivir una vida digna porque son presos de un
sistema que lo único que genera es más pobreza. Como dice el gran Jesús Huerta
de Soto, los planes contra la pobreza generan más pobreza. La única forma de
salir de la pobreza es con más libertad.
Al mismo tiempo, 6 millones de chicos hoy a la noche se irán
a dormir con hambre, que caminan descalzos por la calle y otros que cayeron en
la droga. Lo mismo ocurre en materia educativa. Para que tengan idea del
deterioro que vivimos, solo el 16% de nuestros chicos se reciben en tiempo y
forma en la escuela. Solo el 16%. Solo 16 de cada 100. Es decir, que el 84% de
nuestros chicos no termina la escuela en tiempo y forma. A su vez, el 70% de
los chicos que sí terminan la escuela no pueden resolver un problema de
matemática básica o comprender un texto. De hecho, en las últimas evaluaciones
PISA, la Argentina se encuentra en el puesto 66 de 81 y séptima en América
Latina, siendo que Argentina fue el primer país en terminar con el
analfabetismo en el mundo.
Si se levantara Sarmiento y viera qué hicieron de la
educación.
En materia de salud, el sistema se encuentra completamente
colapsado. Los hospitales están destruidos. Los médicos cobran miseria y los
argentinos no tienen acceso a salud básica. Tan es así que durante la pandemia,
si los argentinos hubiéramos hecho las cosas como la media de los países del
mundo, hubiéramos tenido 30.000 muertos.
Pero gracias al Estado te cuida y su ineficiencia, 130.000
argentinos perdieron la vida.
Ese es el Estado presente del que los políticos tanto
hablan. Argumento que utilizan para justificar el aumento descomunal del gasto
público que solo los beneficia a ellos.
En todas las esferas, miren donde miren, la situación de la
Argentina es de emergencia. Si miramos la infraestructura de nuestro país, la
situación es la misma. Solo el 16% de nuestras rutas se encuentran asfaltadas y
solo el 11% se encuentra en buen estado. Por eso no es casualidad que mueran
cerca de 15.000 argentinos por año en accidentes de tránsito.
Lo que quiero graficar con todo esto es que la situación de
la Argentina es crítica y de emergencia. No tenemos alternativas y tampoco
tenemos tiempo. No tenemos margen para discusiones estériles. Nuestro país
exige acción y una acción inmediata. La clase política deja un país al borde de
la crisis más profunda de nuestra historia. Cada uno de ellos tendrá que
hacerse cargo de su propia responsabilidad. No es tarea mía señalarlos. No
buscamos ni deseamos las duras decisiones que habrá que tomar en las próximas
semanas. Pero lamentablemente no nos han dejado opción. Sin embargo, nuestro
compromiso con los argentinos es inalterable. Vamos a tomar todas las
decisiones necesarias para arreglar el problema que causaron 100 años de
despilfarro de la clase política. Aún cuando al principio sea duro.
Sabemos que, de corto plazo, la situación empeorará, pero
luego veremos los frutos de nuestro esfuerzo, habiendo creado las bases de un
crecimiento sólido y sostenible en el tiempo.
También sabemos que no todo está perdido. Los desafíos que
tenemos son enormes, pero también lo es nuestra capacidad para superarlos. No
va a ser fácil. 100 años de fracaso no se deshacen en un día, pero un día
empieza y hoy es ese día.
Hoy empezamos a desandar el camino de la decadencia y comenzamos
a transitar el camino de la prosperidad. Tenemos todo para ser el país que
siempre soñamos. Tenemos los recursos, tenemos la gente, tenemos la creatividad
y mucho más importante, tenemos la resiliencia para salir adelante.
Hoy volvemos a abrazar las ideas de la libertad, esas ideas
que se resumen en la definición de liberalismo de nuestro máximo prócer de las
ideas de la libertad. El profesor Alberto Benegas Lynch hijo que dice: ‘El
liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo basado
en el principio de no agresión, en defensa del derecho a la vida, a la libertad
y a la propiedad, cuyas instituciones fundamentales son la propiedad privada,
los mercados libres de intervención estatal, la libre competencia, la división
del trabajo y la cooperación social’.
En esa frase de 57 palabras está resumida la esencia del
nuevo contrato social que eligieron los argentinos. Este nuevo contrato social
nos propone un país distinto, un país en el que el Estado no dirija nuestras
vidas, sino que vele por nuestros derechos. Un país en el que el que las hace
las paga. Un país en el que quien corta la calle violando los derechos de sus
conciudadanos, no recibe la asistencia de la sociedad. Puesto en otros
términos, el que corta no cobra.
Un país que dentro de la ley permite todo, pero fuera de la
ley no permite nada. Un país que contiene a quienes lo necesitan, pero no se
deja extorsionar por aquellos que utilizan a quienes menos tienen para
enriquecerse a ellos mismos.
En cuanto a la clase política argentina, quiero decirles que
no venimos a perseguir a nadie. No venimos a saldar viejas vendettas ni a
discutir espacio de poder. Nuestro proyecto no es un proyecto de poder. Nuestro
proyecto es un proyecto de país.
No pedimos acompañamiento ciego, pero no vamos a tolerar que
la hipocresía, la deshonestidad o la ambición de poder interfieran con el
cambio que los argentinos elegimos. A todos aquellos dirigentes políticos,
sindicales y empresariales que quieran sumarse a la Nueva Argentina los
recibimos con los brazos abiertos.
Así, no importa de dónde vengan, no importa que hayan hecho
antes, lo único que importa es hacia dónde quieren ir. Aquellos que quieren
utilizar la violencia o la extorsión para obstaculizar el cambio. Les decimos
que se van a encontrar con un presidente de convicciones inamovibles que
utilizará todos los resortes del Estado para avanzar en los cambios que nuestro
país necesita. No vamos a claudicar, no vamos a retroceder, no nos vamos a
rendir. Vamos a avanzar con los cambios que el país necesita, porque estamos
seguros que abrazar las ideas de la libertad es la única manera en la que
podremos salir del pozo en el que nos han metido.
Por lo tanto, y para ir terminando, que quede claro: hoy
comienza una nueva era en Argentina. El desafío que tenemos por delante es
titánico, pero la verdadera fortaleza de un pueblo se mide en cómo enfrenta los
desafíos cuando se presentan.
Y cada vez que creemos que nuestra capacidad para superar
esos desafíos ha sido alcanzada. Miramos al cielo y recordamos que esa
capacidad bien podría ser ilimitada. El desafío es enorme, pero lo afrontaremos
con convicción. Trabajaremos sin descanso y llegaremos a destino.
No es casualidad que esta inauguración presidencial ocurra
durante la fiesta de Janucá. La Fiesta de la Luz, ya que la misma celebra la
verdadera esencia de la libertad. La guerra de los Macabeos es el símbolo del
triunfo de los débiles por sobre los poderosos, de los pocos por sobre los
muchos, de la luz, por sobre la oscuridad y sobre todas las cosas, de la
verdad, por sobre la mentira. Porque ustedes saben que prefiero decirles una
verdad incómoda antes que una mentira confortable.
Estoy convencido de que vamos a salir adelante. Recuerdo
cuando hace dos años, junto a la doctora Villarruel, hoy Vicepresidente de la
Nación, ingresamos a esta casa como diputados. Recuerdo que en una entrevista
me habían dicho pero si ustedes son dos en 257, no van a poder hacer nada. Y
también recuerdo que ese día la respuesta fue una cita del libro de Macabeos
3:19, que dice que la victoria en la batalla no depende de la cantidad de
soldados, sino de las fuerzas que viene del cielo. Por lo tanto, Dios bendiga a
los argentinos y que las fuerzas del cielo nos acompañen en este desafío.
Muchas gracias. Será difícil, pero lo vamos a lograr.
Viva la libertad, carajo! Viva la libertad, carajo!
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