El sindicalismo realiza su quinto paro nacional contra el gobierno de Macri mientras trabaja por la unidad del PJ
Mientras profundizan sus críticas al modelo económico, los
dirigentes gremiales comienzan a militar mayoritariamente por la unidad del
peronismo, con marcada preferencia por la candidatura de Alberto Fernández
El paro de 24 horas que todo el arco sindical convocó para
esta jornada no sólo expresará un fuerte rechazo contra el modelo económico del
gobierno sino el indisimulable alineamiento con el peronismo justo en vísperas
del inicio de la campaña electoral.
Se trata de la quinta medida de fuerza de una CGT que ya
comenzó trabajar por un PJ unido, preferentemente detrás de la candidatura de
Alberto Fernández, a quien le ofrecerá en bandeja las fotos de calles que
anticipan desiertas, acaso como símbolo del éxito de la protesta.
El llamado a la huelga se gestó antes de conocerse la
fórmula presidencial y su vocación es canalizar el descontento social frente a
la inflación, la suba de tarifas, los despidos y la caída de la actividad industrial.
El sorpresivo anuncio del binomio Fernández-Fernández —por
el orden y la premura— terminó transformando el cese de actividades en una
ofrenda a los candidatos del PJ, quienes podrán capitalizar el malhumor
generalizado.
El respaldo no es solapado: Héctor Daer, uno de los
cosecretarios de la CGT y miembro de la mesa de acción política del PJ, se
acercó el último sábado a Ferro para abrazarse con Alberto Fernández, a quien
frecuenta desde mucho antes de coincidir en sus recientes travesías por el
massismo y el randazzismo.
Haciendo gala de su pasado de diputado del Frente Renovador,
Daer es uno de los gestores del regreso de Sergio Massa al kirchnerismo.
Sostiene que ese movimiento de ajedrez pondrá en jaque a Alternativa Federal,
empoderando al PJ de tal manera que destronaría a Mauricio Macri en primera
vuelta.
"La figura de Alberto amplía la base de sustentación
social y política del espacio conformado, lo que va a permitir generar acuerdos
necesarios para salir adelante", reflexionó la semana pasada este
representante de los "gordos", el sector más dialoguista de la CGT.
El secretario del gremio de Sanidad también hizo circular su
teoría en Ferro, donde además de su hija —abrazada al proyecto K— estaba Víctor
Santa María, líder de los encargados de edificios, y Claudio Palmeyro,
legislador porteño e integrante del gremio de peones de taxis.
Palmeyro responde al ubicuo jefe del Movimiento de Acción
Sindical Argentino (MASA), el taxista Omar Viviani, ahora presuroso en poner un
pie en el albertismo después de haber manifestado hace apenas un mes su
respaldo a la candidatura de Juan Manuel Urtubey.
Esa certeza de hacia dónde se viene trasladando el respaldo
popular también hizo repensar la postura de Carlos Acuña, el otro cosecretario
de la CGT. Como Daer, Acuña fue diputado massista aunque, a diferencia de
aquél, mantuvo su lealtad con el líder del Frente Renovador por mucho más
tiempo, votándolo incluso en las legislativas de 2017. Recién esta semana se
convenció en privado de la necesidad de fortalecer la fórmula
Fernández-Fernández como instrumento electoral.
La manera que este jefe del sindicato de empleados de
estaciones de servicios encontró para que su cambio de postura no hiera
susceptibilidades fue mediante el llamado a la unidad del peronismo.
Difícilmente Acuña le suelte la mano a Massa en público, no
sólo porque le debe su paso como legislador sino también el de su esposa Blanca
Cantero, convertida en diputada provincial en los últimos comicios.
El sindicalista fue por años alfil de Luis Barrionuevo. Sin
embargo, el líder gastronómico se muestra enteramente jugado por Roberto
Lavagna, cuya candidatura parece depender de una carambola. Dicho de otra
manera, el ex ministro aguarda que los radicales desencantados de Cambiemos se
decidan a encolumnarse detrás suyo y que, inmediatamente después, lo mismo haga
el peronismo no kirchnerista que alberga a Juan Schiaretti y a Urtubey.
Se trata de una utopía si se tiene en cuenta que los
radicales fueron orgánicos a la decisión de la Convención Nacional de
mantenerse dentro de la coalición oficialista, y que los referentes de
Alternativa Federal acordaron resolver sus diferencias mediante una interna.
Esta coyuntura enfrió el apoyo que Gerardo Martínez(UOCRA),
Andrés Rodríguez (UPCN), Armando Cavalieri (Comercio), y José Luis Lingieri
(Obras Sanitarias) le habían manifestado a Lavagna. Ahora prefieren mostrarse
como adalides de la unificación del justicialismo.
Es probable que ese mismo sendero tome Guillermo Moser, de
Luz y Fuerza, quien viene navegando en un mar de dudas. Esa indecisión es toda
una paradoja siendo del gremio de aquel decidido Agustín Tosco, referente
histórico del Cordobazo que hace exactamente 50 años —por eso la elección del
día del paro de hoy— puso en jaque la dictadura de Juan Carlos Onganía.
A esta altura, hasta viejos detractores de Cristina, como
Omar Maturano (La Fraternidad) Y Roberto Fernández (UTA), comenzaron a surfear
hacia donde los lleva la corriente, como suele suceder con las organizaciones
que dependen del subsidio estatal.
Ambos pertenecen a la Confederación Argentina de
Trabajadores del Transporte (CATT) liderada por Juan Carlos Schmid, el ex
triunviro de la CGT que después de años de estar distanciado de la ex
presidente no descartó al ex jefe de Gabinete como prenda de unidad del PJ.
La excepción a la regla es el jefe de los ruralistas, Ramón
Ayala (UATRE), quien siguiendo la dinámica de su antecesor, el fallecido
Gerónimo "Momo" Venegas, pugna por la reelección de Macri. En cambio,
Antonio Caló (UOM) está consustanciado con la fórmula kirchnerista, aunque no
se muestra tan radicalizado como Hugo Moyano.
Después de hacerle el juego a Macri en la última elección
presidencial, el camionero decidió valerse del peronismo como escudo protector
frente a la embestida de la justicia. El sindicalista es investigado por
irregularidades en su gremio y en Independiente, el club que preside.
Moyano se ofrece como el interlocutor válido de Alberto
Fernández y aspira, en devolución, a que este lo apadrine para recuperar la
conducción de la CGT y que los suyos tengan asegurado algún lugar en la lista
de candidatos. Esto incluye a su hijo Facundo, cuyo mandato como diputado vence
este año.
El camionero es la cara principal del Frente Sindical para
un Modelo Nacional, que agrupa a Ricardo Pignanelli (SMATA) y Sergio Palazzo
(Asociación Bancaria), entre tantos otros. De esta sociedad, que se declara
desenfadadamente kirchnerista y que se construyó por fuera de la central
obrera, participa Roberto Baradel (Suteba) y Hugo Yasky, el líder de la CTA.
Este frente, en coordinación con los movimientos sociales,
hará ollas populares como rasgo distintivo, lo que le garantizará mayor
visibilidad. La foto encierra un mensaje dirigido al gobierno, y sus políticas
de ajuste, y también a la CGT, a la que Moyano busca recuperar mostrando quién
es el dueño de la calle.
Por el contrario, Daer y Acuña , los cosecretarios
cegetistas, optaron por un cese de actividades sin movilización, convencidos de
que cualquier incidente —por las desavenencias internas o provocada por
infiltrados— podría correr el eje informativo de lo que, anticipan, será una
contundente expresión de protesta.
La antesala del paro no es auspiciosa para los gremios. Las
paritarias hasta ahora firmada por la mayoría de ellos rondan el 28 por ciento,
muy lejos de la inflación prevista para este año, amén de las prometidas cláusulas
de revisión.
Si bien los puentes con el gobierno no están rotos, los
dirigentes sindicales no tienen ninguna expectativa de cambio en lo que queda
de la gestión de Macri, en la que acusaron en retroceso permanente. Y no se
refieren únicamente a la política distributiva, y la promesa incumplida de
eliminar Ganancias, sino también al mensaje que conlleva la transformación de
los ministerios de Trabajo y Salud en secretarías.
Ni siquiera pueden festejar algunos triunfos, como la
recuperación de dinero destinado a las obras sociales ya que la inflación lo
terminó licuando. De todas las quejas, la falta de vocación oficial por la
preservación del empleo fue la gota que colmó el vaso.
En el edificio de Azopardo e Independencia suelen poner
sobre la mesa el ejemplo la contracción del sector del calzado deportivo,
producto de la situación económica y la apertura de las importaciones.
Según la CGT, el año pasado hubo una compañía del rubro
dispuesta a repensar el cierre de su planta para mantener la actividad aunque
con menos personal. Sin embargo, y siempre de acuerdo a la versión sindical, el
ministro de Producción, Dante Sica, le expresó a los empresarios que si tenían
que tomar la drástica medida de bajar las persianas lo hicieran, pero en
silencio, sin hacer ruido.
"Fuimos excesivamente prudentes con Macri. No nos puede
acusar de no haber colaborado para mantener la paz social. Pero ahora vamos a
regalarles fotos de las estaciones de Retiro, Once y Constitución vacías a
nuestros candidatos, que son los que pueden terminar con el desastre de este
gobierno", se sinceró un alto dirigente de la CGT.
La falta de colectivos, trenes y subtes aparece como la
principal garantía del éxito de la medida, algo que no logró el moyanismo con
la huelga que su sector realizó el pasado 30, el primer mojón de su plan de
lucha.
La diferencia es que entre aquella medida y la de hoy se
anunció la candidatura de Alberto Fernández, el póxipol que unió a la mayoría
del arco sindical detrás del mismo objetivo: restablecer a un peronista en el
sillón principal de la Casa Rosada.
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