Beber alcohol teniendo hepatitis C puede aumentar 100 veces el riesgo de cáncer de hígado
Las bebidas alcohólicas están contraindicadas en casos de
hepatitis C, pero más de 200 mil argentinos pueden estar ingiriendo alcohol sin
saber que tienen el virus. Como es una enfermedad que no da síntomas, el
diagnóstico suele producirse muchos años después, cuando el virus ya ha
ocasionado daños irreversibles.
La clave es realizarse el testeo, que es sencillo y
gratuito, para descartar la portación del virus o para -si da positivo- tomar
medidas para curarse a tiempo. El fin de año y la cercanía de las fiestas son
una oportunidad inmejorable para cuidar la salud y hacerse el test de la
hepatitis C en hospitales públicos y privados o comunicándose con la Asociación
Buena Vida, que organiza campañas de detección en distintos puntos del país.
Un aperitivo con compañeros al salir del trabajo, unas
cervezas para mirar el partido con amigos, vino tinto en la cena, tragos a base
de bebidas blancas los fines de semana y espumantes para ocasiones especiales o
en los brindis de la recta final del año. Estas situaciones se vuelven
potencialmente preocupantes porque en nuestro país, hay alrededor de 400 mil
argentinos con hepatitis C, pero entre 240 mil y 280 mil no lo saben. Desde la
Asociación Buena Vida remarcaron que todos ellos, que en su gran mayoría son
adultos, si beben alcohol habitualmente, se encuentran en riesgo aumentado de
desarrollar en el tiempo cáncer de hígado, una de las consecuencias más graves
de la hepatitis C.
Beber alcohol favorece la replicación de este virus y
disminuye la respuesta del sistema inmunológico para combatirlo, lo que
incrementa el riesgo de que avance el daño hepático[2]. Un estudio publicado en
la revista World Gastroenterology Journal reveló que beber 80 g de alcohol por
día quintuplica el riesgo de cáncer de hígado y la hepatitis C lo multiplica
por 20. La combinación de ambos factores genera una sinergia negativa que lo
multiplica más de 100 veces. 80 g de alcohol diarios es una cantidad elevada
(equivale a unas 6 ó 7 copas de vino), pero hay estudios que hablan del efecto
también en cantidades más moderadas como de 30 ó 40 g por día[3],[4].
“La enfermedad hepática alcohólica y la hepatitis C
representan más de dos tercios de los casos de enfermedad hepática en países
como el nuestro. La situación que más nos preocupa es la del portador del virus
que no lo sabe, porque no tendrá síntomas hasta dentro de muchos años, cuando
su hígado se encuentre comprometido si tuvo una ingesta desmedida y sostenida
de alcohol, sumada al daño que ocasiona la coexistencia de hepatitis C. No
existe un nivel de ingesta de alcohol saludable o recomendado ante una
enfermedad hepática. La indicación es abstenerse”, explicó el Dr. Guillermo
Tsariktsian, Coordinador de Hepatología del Hospital Cosme Argerich.
Rubén Cantelmi, paciente curado de hepatitis C y presidente
de la asociación Buena Vida, subrayó que con estos mensajes no quieren generar
pánico en la comunidad, “ni tampoco hacer que la gente deje de beber alcohol,
siempre y cuando sea con moderación y en los contextos que corresponda, pero no
podemos desconocer que los estudios muestran cómo se incrementa el riesgo de
daño hepático en quienes beben con frecuencia y tienen hepatitis (tanto C como
B)”.
“En los encuentros que organizamos con los grupos de
pacientes, todos sabemos que la regla es alcohol cero, porque es la manera de
cuidar el hígado, así tengamos la enfermedad o ya estemos curados. Pero quienes
no saben que tienen hepatitis, no están haciendo nada para curarse, ni para
proteger al hígado. A largo plazo, tienen muchas más chances de desarrollar
cirrosis, cáncer de hígado, falla hepática y necesitar un trasplante”, alertó
Cantelmi.
Una confusión habitual y que es importante aclarar es la que
se da cuando el diagnóstico de hepatitis C detalla determinado grado de
‘cirrosis’. Inmediatamente, al paciente le llama la atención porque la asocia
al alcohólico, pero lo cierto es que la cirrosis es la fibrosis o
‘cicatrización’ del órgano y es un daño que pueden ir generando progresivamente
tanto las hepatitis virales como el alcohol en exceso o por lo que se conoce
como NASH (hígado graso no alcohólico).
Testearse una vez en la vida
Ante el dramático desconocimiento sobre la portación del
virus de la hepatitis C, desde Buena Vida ven la necesidad de continuar
poniendo todos sus esfuerzos en contribuir al diagnóstico, más considerando que
hoy en pocas semanas (12 ó inclusive 8) se puede curar al 98% de los pacientes
con las drogas nuevas, que son comprimidos orales, prácticamente sin efectos
adversos.
Esta organización lleva adelante con frecuencia jornadas de
detección gratuitas y abiertas a la comunidad alrededor del país y para fines
de 2019 ya van a haber hecho 5 mil testeos en el año. Para más información de
fechas y lugares, se los puede seguir en sus redes sociales.
“Salir a testear y encontrar a los pacientes es la única
forma de evitar que su enfermedad avance y dañe el hígado en forma
irreversible. Los hepatólogos recomendamos a toda la población, sobre todo a
los mayores de 35, realizarse al menos una vez en la vida el testeo, que es
sencillo, rápido y gratuito. Se le puede pedir al médico que lo incluya entre
los análisis de rutina que solicita en un control anual”, agregó el Dr.
Guillermo Tsariktsian, quien además es miembro de Buena Vida.
Las vías de transmisión se neutralizaron significativamente,
porque ahora se toman los recaudos necesarios para esterilizar el instrumental
que entra en contacto con sangre en instituciones médicas, consultorios odontológicos,
bancos de sangre, locales de tatuajes, piercings o salones de belleza.
Inclusive hay más conciencia de no compartir afeitadoras o cepillos de dientes.
Nadie considera haber estado en contacto con el virus, pero lo cierto es que
-años atrás, cuando las precauciones mencionadas no eran la norma- cualquiera
pudo haber contraído hepatitis C.
“Por eso, para eliminar definitivamente la circulación del
virus en nuestro país, debemos trabajar juntos con el objetivo de seguir
concientizando para que haya transmisiones cero, salir a buscar a quienes
portan el virus sin saberlo, y también insistirles a todos aquellos que tienen
el diagnóstico pero que no están en tratamiento, porque tienen un mal recuerdo
de las drogas del siglo pasado, porque creen que no van a lograr acceder a las
drogas nuevas, o porque -como no sienten nada- consideran erróneamente que la
hepatitis C no es una condición grave”, puntualizó Cantelmi.
Desde hace más de 6 años, Buena Vida organiza iniciativas de
concientización, lleva adelante grupos de apoyo en hospitales públicos y
asesora en forma completamente gratuita a pacientes desde el diagnóstico hasta
el momento de la cura.
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