Revivir el aparato
La candidatura de Cresto y una lectura sobre el impacto en el seno de su espacio. Su primera actividad institucional tras la oficialización de las listas. Especulaciones al margen.
La candidatura de Enrique Cresto permite hacer una serie de
análisis. El primero, quizás, más urgente, sea responder la pregunta: ¿Qué
representa? O mejor: ¿A quién representa?
La primera sensación que genera la figura del precandidato a
diputado nacional es la expectativa hacia adentro del peronismo, ese mundo en
el que buena parte de sus integrantes lamenta la falta de un liderazgo férreo.
Que quiere que cada tanto lo provean de rosca. Cresto tiene en su apellido y su
historia familiar y política una tradición que interpela a ese sector dentro
del PJ. Lo hace desde una actitud de acción. Un dirigente que a los 31 años
decidió enfrentar al candidato del gobernador sin la más mínima posibilidad de
ganar. El hecho remite al 2007, cuando enfrentó con Julio Solanas a la fórmula
Sergio Urribarri – José Eduardo Lauritto.
Ese episodio fue suficiente para volver a fojas cero y
empezar a transitar el camino que correspondía. Fue senador y luego intendente.
Reeligió en 2019 y cuando olfateó que desde la Municipalidad de Concordia no
podría proyectarse para su futuro, pegó el salto al gobierno nacional. La
maniobra no convenció en el inicio a ese peronista tradicional que se niega a
entender que la “territorialidad” no es únicamente caminar todos los días las
mismas cuadras. Con el correr de los meses, sin embargo, vieron en el
concordiense de la tercera generación al “hijo e’ tigre”. Al astuto.
Cresto motiva a una tradición dirigencial que quiere que lo
exprese desde una enunciación peronista. Con convocatoria, aparato. Con La
Marcha, la de Hugo del Carril, la que desde el 2015 fue reemplazada por
“Compañero” de Julián Mandriotti y Bebe
Mauro. Cresto atiende a todo el mundo y no desperdicia un minuto en algo que no
esté vinculado a la política. En su primera actividad tras la oficialización de
las listas se fotografió con el impulsor de su candidatura; Alberto Fernández.
Al lado está su discípulo en Concordia, Alfredo Francolini. La Casa Rosada y su
terruño. Dos lugares desde donde planifica el 2023.
El titular del Enosha encabeza una boleta que no le abrió la
puerta a ninguna expresión que no sea peronista. Mucho menos bordetista. Lo
secundará Carolina Gaillard, de buena relación con el Gobernador, pero
referenciada con Fernández. En tercer lugar es para Tomás Ledesma, de La
Cámpora; el cuarto para Brenda Ullman, secretaria de la Juventud de la
provincia; y el quinto para el presidente de la Liga de
Intendentes del PJ, el sansalvadoreño Lucas Larrarte. Insólito, pero el último
de esta nómina ocupaba el primer casillero en los papeles que Bordet llevó a
Buenos Aires. Lo esperaron con el nombre de Laura Stratta. Quedó Cresto.
En la propuesta del Frente de Todos no están las
organizaciones sociales, el vecinalismo y el gremialismo. En una semana se pasó
del empresario avícola de 77 años, Héctor Motta, a un Cresto de 44 más
experimentado. De un perfil productivista empresarial a un peronista de
Concordia que quiere perforar las dos décadas ininterrumpidas en Casa de
Gobierno. ¿Cuánto se provincializará la campaña con cabezas de listas que están
mirando a dos años? Posiblemente muy poco.
Con este esquema todos corren riesgos. Ya no parece ser el
Gobernador quien juega su cuero en la contienda, como se pretendía desde Buenos
Aires, sino que el que apuesta es el candidato a sucederlo en el sillón de
Urquiza. Cresto puede sepultar sus aspiraciones si una derrota lo deja lejos
del ganador. Pero perdiendo por unos pocos puntos en este escenario se puede
llegar a convertir en un favorito por sobre los otros pretendientes de su
espacio. Un triunfo lo dejaría como el interlocutor del poder político.
El Frente de Todos irá a la elección en un contexto
económico de escasez en donde los únicos que toman aire con la reactivación son
los de arriba. A los que se les prometió en campaña que serían los últimos. Los
de abajo esperan. Mientras tanto Cresto tiene una tarea: mover al aparato.
Fuente: Página Política
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