“FMI, acuerdo y responsabilidades hacia el futuro”, por Luis Edgardo Jakimchuk
En un contexto de una horrenda crisis de construcción de sentidos colectivos, que impide un análisis correcto para resolver la sucesión de problemas graves sin resolver, empezó este lunes en la Cámara de Diputados, la discusión sobre el proyecto de ley del acuerdo técnico de facilidades extendidas con el FMI para pagar el stand by del 2018.
En términos prácticos, el FMI no reestructura sus deudas,
sino que las refinancia. Es decir, presta plata al país deudor para que con ese
dinero pueda pagar el propio dinero que le debe al organismo, más intereses por
tratarse de un “acceso excepcional”. Históricamente este tipo de préstamos
incluyeron la exigencia de reformas estructurales de tipo impositivas, tarifas,
laborales o previsionales y privatizaciones, en esta oportunidad nada de eso
ocurrirá.
“No olvidar como fue el endeudamiento con el FMI”, manifestó
hace unos días el presidente a un grupo de jóvenes. Si la sociedad no ha tenido
conocimiento de manera mayoritaria y contundente sobre el criminal endeudamiento
y los tremendos ajustes que incluyo el promiscuo acuerdo Stand-By entre Macri y
el Fondo Monetario en 2018, que implicaba la omnipresencia del Fondo en la
economía y la política; y las barbaridades que hicieron luego de haber perdido
las elecciones el 2019, es pura responsabilidad del gobierno del Frente de
Todos, que no tuvo firmeza y claridad comunicacional para alterar los
argumentos perversos que utilizo el macrismo, llegando tarde para despertar a
los argentinos de una resignación impuesta por el engaño, las frustraciones y
los fracasos.
Los argentinos sabemos que los endeudamientos con el FMI
siempre fueron el denominador común de padecimientos y atrasos de nuestro país.
Si es el denominador común de nuestra vulnerabilidad, esta deuda debe ser
también el denominador común de una fuerza a movilizar conciencias ciudadanas
contra una política de especulación y chantaje que el neoliberalismo nos
sometió.
Está claro que el peronismo no puede ser cómplices de
quienes acorralaron al país entre la quiebra de su economía y la miseria de su
pueblo. El debate debe contribuir a la formación de la conciencia en el pueblo
para impedir que la impunidad gane una batalla más en la historia de nuestras
derrotas con los endeudamientos anteriores.
Se debe saber no solo los alcances del sacrificio que se
someterá en el futuro próximo, claramente cuantificados en el acuerdo que el
gobierno le presento al FMI sino, quienes son los funcionarios responsables,
los beneficiarios para quienes las instrumentaron y cuáles son las acciones a
seguir en los ámbitos judiciales y organismos internacionales. Resulta prudente
conocer cuál es el camino de disminución del déficit fiscal sobre el PBI, que
son metas de orden político, restrictivas, para estimar las eventuales consecuencias
del fuerte ajuste en los próximos años y sobre quien recaerá. Lo que importa no
es el orden cuantitativo del mismo sino el cualitativo. Saber cómo se avanzará
sobre las desigualdades existentes.
El proceso debe sincerarse, porque los argentinos no pueden
seguir admitiendo a la falacia y a la hipocresía como rasgo distintivo de
nuestra vida política. Como lo decía el gran Eduardo Galeano: “no hay ninguna
fórmula que te permita cambiar la realidad si la sociedad no empieza a verla
como es”. La historia instruye que solo
conociendo de dónde venimos sabremos hacia dónde vamos. En efecto, para que la
sociedad vea, entienda y se reconozca en el espejo de las crecientes
injusticias de las que hoy se vive, el gobierno, debe desandar la construcción
paranoica de la realidad impregnado de desesperanza alimentada por augurios
dramáticos de la oposición.
El recorrido hacia el futuro del Frente de Todos
Hoy es innegable que el Frente está atravesando un momento
de incertidumbre no solo por las distintas posiciones ante el acuerdo con el
FMI, también se ensombrece día a día las perspectivas de sostener la unidad que
fue lo que voto la gente para sentar las bases de un país más productivo y
equitativo tomando medidas eficaces. El Frente de Todos no debe naturalizar el
conflicto permanente. Los referentes tienen la obligación de cuidar la unidad,
que no quiere decir ocultar las diferencias, pero se debe entender porque voto
la gente al Frente. Comprender las urgencias de la gente que representan.
Las posiciones diferentes no debilitan al Frente, al
contrario, lo fortalece si esas diferencias no se transforman en antagonismos,
en una lucha de posiciones en el interior del espacio. Si no se zanjan las
diferencias nada bueno se puede esperar que no sea la perdida de fe de sus
votantes. Representar es interpretar
realmente. No es emular la indignación legítima de la sociedad, sino responder
a ese estado de ánimo social con compromisos y propuestas políticas.
La renuncia de Máximo Kirchner a seguir presidiendo el
bloque en desacuerdo con la negociación con el Fondo Monetario, dio paso a una
interesante discusión sobre la responsabilidad y la convicción que son dos
máximas conductas bajo las cuales las personas pueden actuar en política. Lo
cierto es que cuando un funcionario no está de acuerdo con una decisión
política impulsada, tiene dos opciones, renunciar al cargo o defender la
política desde la responsabilidad.
La responsabilidad que es política, en primer lugar, tiene
un trasfondo moral, porque se da por sentado que esos actos no brotan
caprichosamente de una decisión infundada, sino que se refieren a ciertos
principios y valores que los justifican. Son estos presupuestos axiológicos los
que proveen tanto, de una base de justificación a la acción política como de
punto de apoyo a la exigencia de responsabilidad política. En política uno es
responsable de las consecuencias de sus actos.
La reacción de Máximo puede ser razonable, aunque es
discutible el momento que eligió. Está bien que no presida el bloque cuando
cuestiona los varios errores tácticos para cerrar con el FMI. Pero debe tener en cuenta que forma parte
(importante) de un proyecto colectivo. Si la postura es una estrategia para
tener réditos más adelante, es una equivocación. Una mala decisión es funcional
a Cambiemos, que se alimenta especialmente de los errores y las debilidades del
gobierno. El acuerdo saldrá. No es el final de nada. Es el principio de un
camino muy complejo a recorrer bajo la custodia del FMI, el lugar al que nos
llevó Macri.
Opinión: Luis Edgardo Jakimchuk
Ex diputado provincial Justicialista
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