Inseguridad en Concordia. “El chiste del jefe de policía”, la columna de 2014 que sigue vigente
El sistema informativo lamentablemente contribuye a fragmentar nuestra percepción de la realidad. Las noticias cuentan hechos aislados y son relatos que suelen desaparecer de los medios y de la memoria colectiva con el mismo vértigo con que antes se habían viralizado. Otro título sepulta a los anteriores. Algún meme nos arranca una sonrisa, y a otra cosa. Resultado: vivimos presentes sin historia, impotentes para captar los “procesos” que se esconden detrás de los sucesos y los explican, y aún más impotentes para encarar soluciones de fondo.
La ola de hechos de
violencia que sacudió a Concordia en el comienzo de 2023 está muy lejos de ser
la primera. Las vidas inocentes como la de Eric Junco, que en un instante se
apagan por una bala perdida, son numerosas.
Allá por abril de
2014, publiqué una columna, convencido de que las autoridades de entonces se
estaban lisa y llanamente burlando del dolor de las víctimas. Los nombres del
dolor en carne viva eran, por ejemplo, Esteban Alanís, Pablo Palacios, Daiana
Érika González y Uciel Trinidad.
El título que elegí
fue muy duro: “El chiste del jefe de policía”. Aún hoy recuerdo que el aludido
Comisario Héctor Massuh me llamó, en tono caballeresco, para expresarme su
disgusto. El tema central era ni más ni menos el 911, que 9 años atrás el
gobierno provincial ya había prometido. Y no había sido la única promesa. El
gobernador de aquel tiempo, Sergio Urribarri, cual un ilusionista de los
mejores, nos había hecho imaginar, casi ver, un helicóptero con hangar y varias
cosas más…
Aquel texto,
tristemente, no ha perdido vigencia. Es más, todo se fue agravando. El narco
creció y hasta el sicariato empezó a hacer de las suyas. Tal vez convenga
releer lo escrito en 2014, como un aporte para comprender por qué estamos como
estamos:
“El chiste del jefe de
policía”
Que el Comisario
Héctor Massuh haya dicho, ante periodistas perplejos, que el 911 de Concordia
será "tal vez, el mejor de Sudamérica", debe ser un chiste. O el
chiste es él.
¿O acaso hablaba en
serio?
¿O de verdad Massuh ya
recorrió Brasil, Chile, Venezuela, Perú, y verificó que todos esos países
tendrán que venir al pie y apurarse a copiar la tecnología de avanzada que se
apresta a instalar la "moderna" policía entrerriana en la
"capital del citrus"?
¿O será que una
delegación de brasileños, expertos responsables de la seguridad durante el
Mundial de Fútbol, le han pedido audiencia a Massuh para que los atienda de
urgencia en Concordia y les enseñe cómo instalar el 911?
Si fue un chiste, es
de muy mal gusto. El jefe de policía se vuelve él mismo un chiste. Y si hablaba
en serio, es una burla. Una burla siniestra.
Por si Massuh no lo
recuerda, vino a "celebrar" 6 patrulleros nuevos y a
"vanagloriarse" del 911 "mejor de Sudamérica" en una ciudad
desgarrada, que ha perdido varias vidas, producto de un cóctel violento en el
que se mezclan miserias de toda clase, exclusiones, narcos, y un Estado que
corre tan de atrás que ni siquiera puede asegurar chalecos antibalas,
municiones y ni que hablar de sueldos dignos para cada uno de sus uniformados.
Bienvenido sea que,
aunque tarde, finalmente instalen el 911. No es que uno no valore que el vaso
se llene hasta la mitad... o un tercio... o un cuarto... Algo es algo, dijo el
galgo.
Pero aún más
bienvenido sería si quien lo anuncia, este histórico Jefe de Policía que
Urribarri mantiene en su puesto incluso después que se le insubordinó media
provincia, tuviera un mínimo de cordura, de mesura, de sentido de la ubicación,
un poco de respeto por el dolor de los familiares de tantos muertos, de tantos
asaltados a mano armada, o de esos pequeños comerciantes que fueron saqueados
en diciembre y tal vez no han podido recuperarse, ni en lo económico ni en su
salud psíquica.
Pero no, el hombre
viene a levantar copas y brindar como si nada, sin haber tenido cuanto menos el
gesto de pedir disculpas por la parte de responsabilidad que le cabe por el
caos de diciembre de 2013, que no supo prevenir ni evitar cuando era su deber
hacerlo.
Massuh quizá también
esté flojo de memoria y no recuerde que el 911, por el que él ya se llena la
boca y aún no fue instalado, fue anunciado por el mismísimo gobernador de Entre
Ríos el 8 de marzo de 2013, ante una Concordia conmocionada por el asesinato de
Esteban Alanís.
Lo anunció como suele
hacerlo él, con ese efecto cuasi mágico que torna realidad lo que no deja de
ser una promesa. Un anuncio que, de tan efectista, parece una inauguración y la
gente aplaude, y los medios obsecuentes titulan a todo ancho de portada, como
si lo prometido ya existiera, ya se lo pudiera tocar, ver, usar... Es la magia
del relato, que torna real lo irreal.
En aquel 8 de marzo,
Urribarri convocó a conferencia de prensa para presentar un plan integral de
seguridad, que incluía cámaras de vigilancia y un helicóptero con hangar... Un
año después, la ciudad trata de recuperarse de los hechos de diciembre, tal vez
la peor crisis de seguridad de su historia. Y el único helicóptero que hemos
visto sobrevolar es el que lo transportó a él hasta el autódromo durante la
reciente fiesta del Turismo Carretera. Que tal vez sea el mismo que lo traslada
en viajes de campaña. Que tal vez, dicen algunos, sea un helicóptero
"policial".
Lo de los anuncios
grandilocuentes, desmesurados, que cualquier ciudadano con dos dedos de frente
los escucha y siente que le están tomando el pelo, que lo están confundiendo
con un gil o un estúpido, no es cosa nueva entre nosotros. Aunque los de hoy
quieran hacernos creer que en los años 90 no habían nacido, la realidad es que son
discípulos de Carlos Menem y la desmesura de la Argentina del Primer Mundo y
los vuelos a la estratósfera.
¿Sería mucho pedir a
los actuales gobernantes, y por anticipado a quienes pretendan asumir en 2015,
que abandonen la soberbia, que recuperen la mesura, que aflojen con el
marketing, que asuman que muchas de las cosas que deben hacerse son en verdad
gravísimas deudas pendientes, que se saldan bastante tarde -si es que se
saldan- cuando ya se han perdido vidas?
Sean medidos,
ubicados, sobrios, pero no porque lo reclame este periodista.
Háganlo por respeto a
quienes ya no están. A Esteban Alanís, Pablo Palacios, Daiana Érika González y
Uciel Trinidad, asesinados en los últimos meses en Concordia.
Por Osvaldo A. Bodean,
director de El Entre Ríos
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