Pobres y esquilmados: mientras la usura “los salva”, la Justicia mira para otro lado
En Concordia allanaron en 2016 a un prestamista y le
secuestraron tarjetas de débito y DNI de beneficiarios de planes sociales con
los que se aseguraba el cobro compulsivo. Dos años después, sigue prestando
dinero bajo el mismo modus operandi y a tasas que superan el 1000 por ciento.
Los datos aportados por las víctimas a NOTICIAUNO revelan una alarmante
inacción judicial y ausencia del Estado.
Tras la denuncia publicada este martes en NOTICIAUNO sobre
la existencia de personas de origen colombiano que prestan dinero a tasas
usurarias en los barrios más humildes de Concordia (modalidad que se repite en
otras ciudades de la provincia), y luego amenazan o extorsionan cuando la
devolución se torna imposible por los exorbitantes intereses que aplican, se
sumaron testimonios de personas que resultan ilustrativos no solo del riesgo al
que están expuestos quienes acceden a estos préstamos, sino y particularmente,
de la inacción judicial ante los miles de casos que proliferan en situaciones
de crisis como la actual.
Una víctima que pidió reservar su identidad aportó a este
medio datos sobre uno de los tantos sujetos que pese a estar en conocimiento de
la Justicia, sigue prestando dinero en Concordia bajo la modalidad “gota a
gota”, que tal como advirtió la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado
de Activos (PROCELAC) “ponen en riesgo no sólo el patrimonio de los eventuales
damnificados, sino también la integridad física y hasta la propia vida en caso
de incumplimiento”. Son bandas vinculadas al lavado de dinero, la trata de
personas y el crimen organizado, alertó el organismo, como contó Noticiauno.
“Lo de los prestamistas colombianos está pasando en
Concordia desde hace años”, relata el testigo, dando cuenta del conocimiento
que “todos” tienen de un fenómeno ilegal que debería ser investigado y
sancionado.
“Hay otros casos peores que el denunciado ayer en
Noticiauno”.
“En Concordia hay usureros extranjeros que prestan dinero a
tasas mucho más altas que los bancos y para asegurarse el cobro retienen las
tarjetas de débito de las personas a las que le prestan”, afirmó el testigo.
“Cuando las personas tienen acreditada su jubilación o
asignación universal del mes, los prestamistas van al banco y cobran por ellos,
y si les sobra algo de dinero se lo dan junto con la tarjeta”, detalló.
Pese a que algunos casos ya están en conocimiento de la
Justicia, estas mafias siguen operando y haciendo pingües negocios con la
extrema necesidad, probablemente porque gozan de protección e impunidad.
Es lo que permite inferir el testimonio que relató: “El que
me presta dinero es Fabián Jaluff `el Turco’, que vive en Calle Diamante al
1800”.
“El Turco empieza a prestar el día 20. Antes del 20 de cada
mes, no presta. Presta los días 20, 21 y 22”, precisó.
“Le tenés que dar la tarjeta de cobro y el día que cobrás,
antes del día 10, el Turco te saca el 50%”.
“Te presta 1000 pesos hoy que es 21 y después te saca 1500
cuando vos cobrás. En diez o quince días”.
De este modo, el interés que se cobra por prestar dinero de
manera ilegal, supera el 1000% anual.
“Es una usura bárbara, pero a mí me salva”, admitió
resignada una de las tantas víctimas de un delito que la Justicia parece
dispuesta a tolerar.
Lo que sigue es elocuente de la inacción de los poderes del
Estado: “Hace más de un año le hicieron un allanamiento a esta persona y le
secuestraron muchas tarjetas de cobro. Pero sigue operando como si nada”.
En efecto, en el mes de septiembre de 2016, tras una
denuncia de estafa, la Justicia allanó el domicilio de Fabián Jaluff ubicado en
calle Diamante casi Ruta 4, según consignaron entonces algunos medios
concordienses.
En el operativo encontraron “una bolsa escondida en el
cielorraso donde había 40 DNI pertenecientes a diferentes ciudadanos y 60
tarjetas de débito correspondientes a clientes de los bancos Nación, Nuevo
BERSA, Credicoop y Río”. Todos “pertenecían a beneficiarios de la Asignación
Universal por Hijo y el plan Progresar, e incluso tenían adosados el número de
clave correspondiente” para extraer el dinero de las cuentas.
La pregunta –y la respuesta- que surge es obvia: ¿Qué hizo
la Justicia en estos dos años?
Lamentablemente, “este no es el único caso” sino que “hay
muchos más en diferentes barrios” de Concordia.
Tan pública y notoria es la impunidad con que se manejan que
“los días de cobro se los ve a estos personajes en los cajeros automáticos,
extrayendo el dinero para cobrarse y entregando a los titulares las tarjetas y
la plata que queda en las cuentas bancarias”.
“Son ampliamente conocidos, lamentablemente la Justicia no hace nada y lo más triste es
que en medio de esta crisis la sociedad está naturalizando la usura y la
extorsión que padece”.
Institucionalizada o ilegal como en estos casos, la usura
incrementa sus ganancias en tiempos de crisis. Lucra con la marginalidad y la
desigualdad y las agrava, mientras los poderes del Estado la toleran con su
ausencia, sin ponerse colorados.
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