La CARU oculta la severa contaminación provocada por Botnia en el río Uruguay
Una investigación realizada entre 2006 y 2012 comprobó la
presencia de índices de toxicidad en las aguas cercanas a Fray Bentos, próximas
al efluente de la pastera
Una investigación de una científica uruguaya, efectuada
entre 2006 y 2012 y publicada al año siguiente, reveló la presencia de
disruptores endócrinos en el río Uruguay, “cerca de las zonas de descarga” del
efluente de la planta de celulosa de Botnia en Fray Bentos. La zona donde se
realizó el estudio abarca desde las localidades de Nuevo Berlín a Las Cañas,
incluyendo las playas Ubici, Anglo, la Bahía de Yaguareté y los arroyos Fray
Bentos y Yaguareté.
Desde 2013 hasta ahora, los resultados de semejante
investigación fueron ocultados al menos por dos organismos estatales del vecino
país: la Delegación Uruguaya ante la CARU y la Gerencia de Agua Potable de
Obras Sanitarias (OSE), máxime si se tiene en cuenta que, por un lado la autora
del estudio científico es funcionaria de un importante organismo científico
uruguayo y que por otro las comprobaciones alcanzadas afectan el agua del río
tanto para su consumo, el uso recreativo y la pesca. Las sustancias halladas en
las aguas del río Uruguay pueden causar desórdenes hormonales y enfermedades
graves en seres vivos.
La investigación "Evaluación integrada de riesgos de
disruptores endocrinos en el Río Uruguay" (1) fue la tesis de doctorado de
la investigadora uruguaya Diana Míguez Caramés en el Instituto Cranfield del
Agua, de la Escuela de Ciencias Aplicadas de la Universidad de Cranfield, en el
Reino Unido. Actualmente Míguez Caramés es directora del Programa Agua y Medio
Ambiente del Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU).
Míguez Caramés realizó estudios de post grado en gestión de
riesgos del agua y desde 2006 se dedicó a investigar los posibles efectos en el
Río Uruguay de la planta de celulosa de Botnia (hoy UPM). "Si bien los
efluentes tratados de estas plantas no suelen ser tóxicos en forma aguda,
internacionalmente se observó disrupción en peces cerca de las zonas de
descarga", explicó.
La subcuenca delimitada para la investigación quedó entre
las localidades de Nuevo Berlín y Las Cañas en Rio Negro. Se incluyeron puntos
de muestreo frente a Fray Bentos sobre el Río Uruguay, en el canal divisorio en
el río, cercano a Gualeguaychú, en las playas de Ubici y Anglo, en la Bahía de
Yaguareté y en los arroyos Fray Bentos y Yaguareté, considerando aguas del río
y arroyos, suelos y sedimentos.
Asimismo el estudio determinó que la “pluma” del efluente de
Botnia en Fray Bentos se extiende hasta unos dos kilómetros y medio del lugar
propiamente dicho de lugar de descarga sobre el curso del río Uruguay.
La tesis concluyó que efectivamente existe una mezcla de
disruptores endocrinos en los peces del Río Uruguay provenientes de las fuentes
estudiadas. En la fase cuantitativa se evaluó que, si bien la salud del río era
en general buena, existían riesgos por la eutrofización (brotes de algas
tóxicas) en algunas zonas.
Se analizaron cerca de mil ejemplares del pez mojarra
(Astyanax fasciatus), elegida como especie centinela o bioindicadora. "Los
ensayos con la mojarra mostraron que los órganos de reproducción de los machos
pescados en Playa Ubici, con influencia probable de efluentes tratados de la
planta de celulosa, y los obtenidos en Las Cañas, estaban en condiciones no
óptimas, en cuanto a la relación entre el peso y el largo del pez",
explica Míguez.
La investigación evaluó en ese momento que los riesgos eran
de magnitud baja para el ser humano, pero que los riesgos para el ambiente
llegaban a ser de magnitud en algunas zonas, pues se observaron alteraciones
como en el caso de la mojarra.
La presencia de disruptores endócrinos hace necesarias
medidas de tratamiento de las aguas destinadas a consumo y de las aguas
residuales descargadas en el medio acuático.
En las aguas para consumo, por ejemplo, las estrategias más
comunes son la absorción con carbón activo y, en menor medida, la filtración
con membranas. Ninguno de estos mecanismos se han puestos en marcha hasta
ahora.
• Qué es un
disruptor endócrino
Se denominan xenoestrógenos o disruptores endócrinos a
ciertos compuestos diseñados y desarrollados por el ser humano que, al imitar o
alterar el efecto de las hormonas, pueden enviar mensajes confusos al
organismo, ocasionando diversas disfunciones. Todos estamos expuestos a
sustancias químicas que pueden alterar nuestro sistema hormonal y causar
numerosos problemas de salud de efectos irreversibles.
Un disruptor endócrino u hormonal Endocrine Disrupting
Chemicals (EDC por sus siglas en inglés) es una sustancia química ajena al
cuerpo humano o a la especie animal, capaz de alterar el equilibrio hormonal de
los organismos de una especie. Es decir, generan la interrupción de algunos
procesos fisiológicos controlados por hormonas o provocan una respuesta de
mayor o menor intensidad que lo habitual o normal.
A su vez, la citotoxicidad es la cualidad que poseen algunas
células para ser tóxicas frente a otras que están alteradas. Es uno de los
mecanismos de defensa de ciertas células del sistema inmunitario, para
interaccionar con otras células y destruirlas. Son sustancias tóxicas que
pueden estar involucradas en la inmunidad o contenidas en venenos, como los
agrotóxicos.
Habitualmente, cuando se considera la contaminación y sus
fuentes se suele hablar solo del fenómeno a simple vista y sus efectos
inmediatos sobre el ambiente y la salud humana. Sin embargo, existen otras
formas y fuentes de contaminación, que son invisibles y de largo plazo, que
pueden ser mucho más peligrosas, como es el caso de los efectos que provoca la
pastera de Fray Bentos.
El empleo de sustancias que actúan como disruptores
endócrinos en numerosos procesos industriales ha llevado a su dispersión en el
ambiente, siendo el medio acuático uno de los más sensibles a la contaminación
y a la alteración de organismos y sistemas por parte de estos compuestos.
Cuando se mencionan los EDC, se alude normalmente a
sustancias que pueden provocar infertilidad o cambios de sexo en peces e
invertebrados. En los seres humanos afectan la fertilidad y pueden provocar
pequeñas alteraciones como genitales ambiguos o testículos que no bajan al
escroto.
Los disruptores endócrinos se encuentran en hormonas,
pesticidas, en varios compuestos usados en la fabricación de plásticos y
también en las materias primas usadas para el blanqueo de pulpa de madera y en
los subproductos y residuos generados por la industria de la pasta de celulosa.
Su carácter persistente y facilidad de difusión, les hace estar distribuidos
indiscriminadamente, más allá de divisiones geográficas.
La Unión Europea ha identificado unas 680 sustancias con
efectos disruptores, entre las que se encuentran compuestos tales como
dioxinas, furanos, bifenilos, policlorinados (o también conocidos como PCB),
numerosos plaguicidas, hexaclorobenceno, ftalatos, alquilfenoles y bisfenol-A,
entre otros.
La ciencia ha demostrado la vinculación de estas sustancias
con infertilidad, obesidad, malformaciones y cáncer de órganos reproductores
masculinos y femeninos, mala calidad del esperma y endometriosis, entre otras
afecciones.
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