Cambio de hábitos: de la controversia a la coherencia
Hace un tiempo fuí médico de cabecera de una monja. Ella
tenia cerca de 80 años cuando llegó al consultorio por sus múltiples dolores
articulares. Apenas caminaba sostenida por un bastón y alguna hermana que la
acompañaba hasta la puerta. Evalué sus huesos deformados por una artrosis
avanzada según sus estudios y tuve una idea de como solucionar su problema.
Estoy convencido (aún hoy) que sus huesos no se
rehabilitarían pero, si podia mejorar sus músculos. Si lograra que ella hiciera
una actividad física a los ochenta años, que no tuviese impacto y donde el
músculo estuviera en movimiento, el tejido muscular saldría del circulo vicioso
de la quietud. Para calmar el dolor de la artrosis el paciente deja quietas sus
articulaciones deformadas, el dolor produce quietud. La falta de movimiento
produce atrofia muscular (el músculo se achica y debilita)… más dolor…más
quietud… más dolor… más perdida muscular… más quietud: postración.
La propuesta era muy difícil de aceptar, debido al contexto,
pero era la mejor opción sin dudas: le pedí considerara concurrir a una pileta.
Con la actividad física en el agua, sin el efecto de la gravedad, el músculo se
fortalecería, rehabilitaría, crecería y sería el sostén del esqueleto
deteriorado. La falta de impacto ayudaría a la desaparición de los dolores que
produce caminar en una articulación deformada por la artrosis. Los músculos
fortalecidos harían las veces de “amortiguadores nuevos”. Quien lea pensará:
imposible!. Pero no. La relación médico-paciente y la confianza en el consejo
de salud hicieron que ella entendiera que sacar el hábito para entrar a la
pileta era fundamental para cambiar su historia.
Le gustaba ir al consultorio, como muchos de su edad,
encontraban ahí un lugar de escucha y compañía y esa frecuencia me permitió
seguir las evoluciones muy de cerca. Su calidad de vida mejoró ampliamente a
partir del día que inició. Al poco tiempo no tuvo mas dolor, se sentía más
vital y comenzó a sonreir. Cuando me veía me recordaba: “voy a la pileta
Nicolás!”…yo respondía: “se nota!”. Meses después, se independizó de su
acompañante obligatoria y finalmente no necesito más bastón. El cambio fué tan
rotundamente positivo que la natación paso a ser su hábito.
Un día llego al consultorio para decirme que lamentablemente
la trasladaban a otra provincia, que ya no sería mi paciente…pero ella solo
pidió una cosa para el traslado: tenía que haber una pileta cerca. Y así, se
fue feliz con su nueva vida.
Hace días busco la punta del ovillo para tratar de
transformar en palabras lo que ocupa mi mente, y esta, una de las tantas
historias de mi maletín, donde la adopción de la actividad física como
herramienta de salud alegró mi profesionalidad con resultados es uno de los
tantos ejemplos de las necesidades de algunas personas para poder continuar con
aquellas rutinas que producen calidad de vida desde la salud provocada por el
movimiento.
Me nublan el pensamiento las controversias de vivir donde
vivimos, donde lo importante parece no es lo importante, donde lo esencial
parece no es lo esencial, donde ni en épocas de pandemia se valora a un equipo
de salud o las actividades saludables.
En este revuelo de controversias del día a día parece claro
que no pueda encontrar la coherencia a la falta de habilitación de áreas
relacionadas a la actividad física aún bajo estrictos protocolos en contexto de
pandemia en fase 4. Sin embargo mientras escribía esta nota, leo la grata
noticia que los gimansios abrirán sus puertas la semana próxima.
En lo que respecta a mi como deportista, hace años que
entreno solo, hace años que uso el lago o el río para entrenar la natación. Mi
casa es mi gimnasio desde el posgrado de Medicina del Deporte al entender más
detalladamente como funcionan los sistemas musculoesqueléticos. Como
estimularlos no pende, en mi caso, de “ir al gimnasio”. Es decir, no tengo
ningún interés personal con gimnasios y natatorios. No los necesito, yo, para
mis entrenamientos. Aún en invierno disfruto de ver el horizonte de eucaliptos
de alguna playa lejana desde el punto de vista único que tiene el dar esa
bocanada de aire que se necesita cada 2 o 3 brazadas en medio del lago. No
estoy pidiendo que abran la pileta porque necesito ir a nadar.
Sin embargo si tengo un conflicto de intereses con las
posibilidades de las personas sobre las que me toca influir desde la salud al
ver las controversias en las habilitaciones de “centros de salud” (gimnasios,
piletas, etc) versus otras áreas habilitadas.
A mi modo de ver, las posiblilidades de salud de la
población se han visto restringidas controversialmente a otras actividades del
sector en la misma fase en la misma ciudad. En Medicina Social y Comunitaria
derribar las barreras del alcance a actividaes saludables es clave y he ahí mi
inquietud.
Las aristas para poder adoptar hábitos saludables son muy
variadas. Hay pacientes que necesitan de la guía del profesor para orientarlos.
Hay quienes necesitan que el agua este caliente para nadar. Hay quienes
necesitan disponer de tecnología y aparatología para realizar movimientos que
los estimulen. Que deben adaptarse a la “nueva realidad” no hay dudas y para
ello existen los protocolos que deben cumplirse sin excepciones.
En mi experiencia profesional es dificil lograr que mi
paciente entienda la importancia del movimiento para la salud, pero cuando lo
entiende y logra el cambio…no hay vuelta atrás por la calidad de vida
ganada….y…en cuanto a las barreras nos referimos…¿cuánto más difícil es si se
cierran todas las alternativas de su interés?.
Entiendo la restricción de movernos en fase 1, pero en fase
4, y resaltando la “nueva normalidad” donde debemos adaptarnos a los protocolos
para cada actividad que se realiza, me encantaría ver un poco de coherencia en
las habilitaciones de los espacios destinados a crear salud cuando el 66% de la
población argentina es sedentaria (según la ultima encuesta de Factores de
Riesgo) con todas las complicaciones que eso conlleva.
La calidad de vida de las personas depende de su salud. La
salud depende de coherencias. Las controversias no son saludables. No espero
ver gimnasios y natatorios colmados en esta etapa de la pandemia, espero ver
personas con posibilidades de usar estos “centros de salud” adaptados bajo
protocolos estrictos de nueva realidad acordes a fase 4.
Ansio por el bienestar de nuestra población, se puedan
allanar los acuerdos para que los habitantes de nuestra ciudad que tanto
esfuerzo han realizado para sostener la fase 4, puedan optar por realizar las
distintas actividades sin poner en riesgo la salud.
A los colegas deportistas…no destruyamos protocolos de ello
depende la salud de todos.
Nicolás Hollmann – MP 9322
Especialista en Medicina Familiar
Especialista en Medicina del Deporte
Triatleta
Gentileza, Gustavo Cardozo.
No hay comentarios.